Grandes Maestros de Yoga : Tirumalai Krishnamâchârya, el padre del Yoga moderno/ Por Ilde Leyda

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  •  Grandes Maestros de Yoga : Tirumalai Krishnamâchârya, el padre del Yoga moderno/ Por Ilde Leyda
  19/10/2023

"La diferencia jamás significó incompatibilidad para Krishnamâchârya (...). Todo lo que él pedía era que el propósito fuera sincero"  (TKV Desikachar)

 

"El yoga como un sistema de conocimiento que nos permite comprender al hombre en su totalidad dentro de un proceso de cambios vitales e ininterrumpidos" (Emilio Serrano Herrero)

 

- ¿Tú llegaste a conocer personalmente a Krishnamâchârya?-le pregunté a Martyn Neal.

- En ocasiones, cuando yo entraba o salía de mis clases particulares con TKV Desikachar en Madrás, él se encontraba allí, en el porche de su casa, leyendo, por ejemplo, y me observaba un momento y saludaba con la cabeza. Era ya un hombre casi centenario, pero seguía estando muy lúcido. 

Obviamente yo no tuve el honor de conocer a semejante Maestro considerado el padre del Yoga moderno, tan formidable como mítico desde hace mucho tiempo ya, tan neta como profundamente influyente, tan decisivo en la transmisión y evolución contemporánea del Yoga a escala mundial, el cual, nacido en 1888, dejó este mundo en 1989.

 

Luz de Krishnamâchârya en Dénia

 

“Se dice que un yogui está disciplinado por el yoga cuando su alma se complace en el conocimiento y en la conciencia”. (Bhagavad Gîtâ).

La primera noticia que tuve yo del legendario Tirumalai Krishnamâchârya fue a comienzos del año 2002, cuando por primera vez entrara en la escuela de Yoga de mi maestra Cristina Sáenz de Ynestrillas en el número 44 de la calle Loreto de Dénia: en una de las amplias paredes blancas de la gran sala del primer piso, próxima a la mesa de trabajo de Cristina, a la pizarra, al espacio que ocupaba ella al impartir sus clases magistrales, se encontraba colgada una gran fotografía de un Krishnamâchârya centenario en un evidente estado de luminosidad, de sabiduría clara, de límpida bienaventuranza personal. Era una imagen perfectamente escogida que personificaba en toda su plenitud la esencia, la profundidad, el valor inconmensurable, la potente delicadeza radiante, el aura sumamente grata, expansiva, esa energía vital verdaderamente inefable del Yoga más genuino.

Ahora bien, quizá la cuestión de partida de este texto habría de ser cómo me atrevo yo a publicar nada acerca de un yogui y profesor de Yoga tan descomunal, tan venerado, tan del todo inaprehensible para nosotros... La pura verdad es que cualquiera que me conozca mínimamente bien sabe con qué mimo y respeto, con qué atención y cuidado, trato yo todo lo relacionado con esta ciencia milenaria de mejoramiento personal que a mí me ha aportado tanto a lo largo de ya más de veinte años de práctica ininterrumpida... Así que del mismo modo atiendo, claro, también a todo lo relativo a este sabio increíble cuyos conocimientos y excelencia en el Yoga hicieron posible, a partir aproximadamente de mediados del siglo XX, la transmisión de estos saberes en escuelas de Occidente que hoy en día ya se encuentran esparcidas por la mayor parte del planeta, escuelas similares a las que yo he tenido y tengo aún la suerte de poder asistir. Sobra pues recalcar que he escrito estas líneas con el máximo respeto y esmero. Si, pese a todo ello, algún lector o lectora encontrara en ellas alguna incongruencia, la más mínima inexactitud, ya no digamos si se percibiese en mis palabras alguna falsedad, pediría que se me informara de la hipotética errata o imprecisión en cuestión para, por supuesto, subsanarla de inmediato.

Biografía

Tirumalai Krishnamâchârya nació el 18 de noviembre de 1888 en Muchukundapuram, una pequeña aldea del sur de la India. Entonces la India estaba considerada la Joya de la Corona del vasto Imperio Británico, la primera potencia mundial de la época. Nació en una familia de yoguis de la casta de los brahmanes, la casta dedicada al estudio y a la conservación y a la transmisión de los distintos saberes de la antiquísima y riquísima cultura de la India, del Conocimiento, de generación en generación a través de linajes que se remontan a lo largo de siglos y, en ocasiones, aun de milenios. "Mi padre pudo rastrear su linaje hasta uno de los más grandes Yoguis de la historia, Nâthamuni, que vivió hace mil años", escribiera TKV Desikachar.

"...renacer en una familia de Yoguis, donde la sabiduría del Yoga brilla; pero nacer en una familia así

es un raro evento en este mundo." (Bhagavad Gîtâ)

A la temprana edad de cinco años sus padres empezaron a introducirle en la práctica del Yoga. Cuando tenía doce su familia se mudó a Mysore, donde pudo estudiar lógica, gramática y las escrituras hindúes. A los dieciocho se marchó a Benarés para asistir a la universidad y allí estudió sánscrito y siguió aprendiendo lógica. Después de tres años regresó a Mysore y estudió, entre 1909 y 1914, el Vedanta y música.

A continuación prosiguió en la universidad muy seriamente su dominio de los seis Darshana (los seis Espejos), las seis escuelas de pensamiento que emanan de la filosofía védica y una de las cuales es el Yoga.

Durante las vacaciones hacía peregrinajes al Himalaya en pos de más conocimiento y allí encontró a su gurú, Sri Ramamohan Brahmachari. "Su escuela era únicamente una cueva, cercana al lago Manasarovar", atestiguaba el propio Krishnamâchârya. Y acerca de esto reflexionaba su hijo y alumno destacado TKV Desikachar:

"¿Cuáles eran los estudios en la cueva? Sé que abarcaban toda la filosofía y la ciencia mental del Yoga; su uso en el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad; y la práctica y la perfección de âsana y prânâyâma. De Sri Ramamohan mi padre no sólo aprendió los Yoga-Sûtra de Patañjali de memoria, sino que también aprendió a cantarlos con una exactitud de pronunciación, tono e inflexión que resonaban lo más semejantes posible a su primera pronunciación miles de años antes. Y no hay duda de que dentro de esa cueva mi padre adquirió poderes asombrosos, entre los cuales detener el latido de su corazón y la respiración eran sólo una parte. Nadie sabrá jamás la verdadera extensión de los conocimientos que Sri Ramamohan impartía."

Krishnamâchârya permaneció más de siete años en el Himalaya aprendiendo de su gurú, quien le conminó a que en pago por sus enseñanzas lo que debía hacer era instalarse en una gran ciudad, formar una familia y dedicarse a transmitir el Yoga. Así que volvió a Mysore en 1924. Allí creó su familia y comenzó a tratar mediante prácticas yóguicas, dieta y remedios herbales al maharajá, de modo que su mala salud mejoró rápidamente y, en poco tiempo, se convirtió no solo en su profesor de Yoga sino también en su amigo y consejero.

Ya en 1952, en una India finalmente independizada de Gran Bretaña, tuvo que mudarse por motivos económicos con su familia a Madrás (actual Chennai), la cuarta ciudad más populosa del país, donde residió hasta su fallecimiento en 1989. "Madrás era un escenario ideal para Krishnamacharya (...). Es un centro vigoroso de esfuerzo espiritual, artístico e intelectual -y ha sido así durante muchos siglos. Prevalecen la tolerancia y un espíritu genuino de investigación (...). Existen escuelas dedicadas a la preservación y a la perpetuación del arte, de la danza y el teatro, y centros dedicados a las enseñanzas de sabios tan reverenciados como Ramakrishna y Vivekananda", recordaba TKV Desikachar.

 

Los poderes del Yogui realizado

 

"Patañjali describe la capacidad de la mente de alcanzar un estado libre de distracciones (...). El practicante adquiere un conocimiento de los objetos de un nivel desconocido hasta el momento." (TKV Desikachar)

"Los científicos coinciden en que tan solo alcanzamos el diez por ciento de nuestro potencial humano" (John Douillard)

Pero, ¿exactamente a qué nos estamos refiriendo en realidad cuando aludimos a esos famosos poderes, generalmente de orden psíquico, aunque también físicos, que llegan a adquirir los auténticos yoguis realizados? Pues esto les suena, seguramente, a casi todos ustedes, lectores occidentales del siglo XXI, entre pueril y fantasioso, cuando no a pura superchería y trampantojo. Y es que claro, formulado así: "los poderes del Yogui"... Mas, por ejemplo, el eminente sabio Patañjali dedicó hace aproximadamente 2.000 años el tercer capítulo de los Yoga-Sûtra, su tan técnica, tan racionalista, tan científica (en nuestro sentido actual, occidental del término, por supuesto), tan empirista obra inmortal, a los vibhûti, es decir, a los poderes más allá de lo considerado humanamente "normal" que llegan a adquirir los grandes yoguis. O ya en el siglo XX escribiera al respecto el eximio erudito y pensador rumano Mircea Eliade, quien pasara varios años estudiando a fondo el Yoga: "Los únicos resultados que pueden ser de interés para el yogui son, obviamente, aquellos de orden práctico, esto es, la penetración en regiones inaccesibles a la experiencia normal, tomando posesión de zonas de conciencia y de sectores de la realidad que habían previamente sido, por decirlo así, invulnerables".

Así pues habríamos de entender esos vibhûti, siddhi o poderes como unas capacidades latentes y, por lo tanto, activables en todo ser humano, las cuales, debido a nuestro modo de funcionar habitual, el que generalmente se considera, por decirlo así, "normal y corriente", quedan eclipsadas, inutilizadas e inutilizables. En cambio, el yogui realizado o la yoguini realizada, merced a sus prácticas constantes y rigurosas y con la guía imprescindible de un verdadero/a maestro/a, va desbloqueando, apartando gradualmente cada uno de los tercos obstáculos de apariencia irrebatible que están impidiendo que esas cualidades, esas capacidades extraordinarias, sí, pero repito que latentes y factibles en cada uno de todos nosotros, devengan algo tan totalmente normal y manejable para él/ella como para nosotros lo pueda ser, por ejemplo, el ver con los ojos, el oír con los oídos o el oler valiéndonos de las fosas nasales: el poder de observar finas sutilezas y comprender en profundidad; todo, en realidad, puede ser comprendido; el conocimiento de los distintos órganos del cuerpo y su disposición; el dominio del hambre y la sed; el poder de permanecer estable y tranquilo incluso en momentos de gran tensión; desarrollar un extraordinario sentido de la audición; desarrollar el dominio de los elementos; se conocen los diversos estados de la mente y lo que los afecta; aparece un gran potencial en el individuo para ir más allá de sus límites personales...

"En la India el yogui ha sido siempre considerado un mahâsiddha, un poseedor de poderes ocultos, un "mago".", abunda al respecto el filósofo Mircea Eliade.

 

Principales alumnos de Krishnamâchârya

 

"Cada persona posee sus dones, ciertos potenciales. El papel del maestro es identificarlos." (TKV Desikachar y Martyn Neal)

 

Varios de sus discípulos se irían convirtiendo con el paso de los años en algunos de los maestros de Yoga más célebres, reputados e influyentes a nivel mundial. Entre ellos probablemente el más famoso haya sido su cuñado BKS Iyengar, quien, aquejado de una pésima salud durante su infancia y adolescencia, acudió a su cuñado con la intención de fortalecerse y, tras años de aprendizaje junto a él, acabó finalmente convirtiéndose en todo un fenómeno, en una celebridad a escala mundial y disfrutando de una vida plena y longeva, casi centenaria.

Indra Devi, la esposa de un diplomático extranjero, siguió también con el máximo rigor y empeño las pautas de dieta, conducta y estudio del gran maestro y, con el paso del tiempo, Krishnamâchârya la valoraría como a una de sus estudiantes más capaces y a una de sus amistades más próximas. Escribió TKV Desikachar: "Devino una de las más grandes maestras del siglo. Es justo decir que la mayoría de estudiantes de Yoga actualmente en Occidente están influidos por las exitosas generaciones de profesores formados por Iyengar y Devi".

Pattabhi Jois, fundador del estilo mundialmente conocido como Ashtanga Yoga, también fue uno de los alumnos más famosos de Tirumalai Krishnamâchârya.

Y el más joven de ellos, su hijo TKV Desikachar, quien fundó la escuela Viniyoga y abrió en 1976 el Krishnamâchârya Yoga Mandiram, un centro de estudios yóguicos en Madrás consagrado a la memoria y a la transmisión del enorme legado de su padre. Así describió mi maestra Cristina Sáenz de Ynestrillas a TKV Desikachar cuando la entrevisté en 2020: "Era un profesor con unos conocimientos inmensos, con una creatividad asombrosa. Era ingeniero, pero dejó la ingeniería para dedicarse a la enseñanza del Yoga. Fui alumna suya. Mi marido Emilio y yo pasamos un tiempo en la India, en Madrás, para ir a su centro de estudios, el Krishnamâchârya Yoga Mandiram. También conseguí que viniese a Dénia. Estuvo dando clases aquí y se alojó en la casa que teníamos en Jesús Pobre. Era una persona que merecía un respeto muy especial".

 

 

Bibliografía recomendada

 

-Desikachar, TKV. Conversaciones sobre Yoga. Ed. Viniyoga.

-Desikachar, TKV. The Heart of Yoga. Developing a personal practice. Inner Traditions International.

-Desikachar, TKV, with Cravens, R.H. Health, healing and beyond. Yoga and the living tradition of T. Krishnamacharya. North Point Press.

-Desikachar, TKV, with Neal, Martyn. What are we seeking? Krishnamacharya Yoga Mandiram.

-Eliade, Mircea. Yoga. Princeton University Press.

-Iyengar, BKS. Luz sobre el Yoga. Yoga dîpikâ. Ed. Kairós.

-Patañjali. Yoga-Sûtra. Versión y comentarios de TKV Desikachar. Ed. Edaf.

 

(*) Ilde Leyda es profesor de Yoga desde 2003. Se formó con Cristina Sáenz de Ynestrillas y, desde 2019, prosigue sus estudios con Martyn Neal. Ha publicado varios textos sobre esta materia tanto en prensa generalista como en la revista especializada Yoga Spirit. Actualmente se encuentra traduciendo al castellano el libro What are we seeking? de TKV Desikachar y Martyn Neal. Usted puede contactar con él en ildeyoga@gmail.com o en el 653379095. 

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