Adicciones y su impacto en la población femenina.

Adicciones y su impacto en la población femenina.
  11/11/2019

JAVIER MILLA DÍAZ (*)

En los últimos años el movimiento feminista ha ganado una gran visibilidad en la sociedad actual buscando la igualdad entre hombres y mujeres. Desde el punto de vista del feminismo, se busca acabar con las desigualdades sociales, económicas y culturales que por norma general es favorable hacia los varones y discriminatoria hacia las mujeres.

            Como no podría ser de otro modo, el mundo de las adicciones no es una excepción y la forma en que se perciben los roles de género tiene un impacto diferente en hombres y mujeres. En este artículo, y en este mes, vamos a centrarnos en como el dichas diferencias afectan a la vivencia de la adicción en las mujeres.

            ¿Cómo afecta la visión patriarcal del rol femenino en la adicción?

            Tradicionalmente, la mujer que bebe o que consume drogas rompe con lo socialmente “se espera” de ella, el estereotipo de ser una buena madre (hacerse cargo de los hijos), buena esposa (ocuparse de las tareas de la casa), buena hija (comportarse “bien”), etc. Por dichas razones, la sociedad va a juzgar a una mujer más duramente que a un hombre en la misma situación lo que genera un estigma social por razones de género y entendiendo que “descuida sus obligaciones”.

            Cuando esta perspectiva se suma a una adicción el resultado es diferente respecto a cómo vive la adicción un hombre y una mujer. Por norma general, el varón suele tener patrón de consumo mucho más abierto de cara a la sociedad, normalmente en bares, locales nocturnos, etc. y goza de un entorno social más dispuesto a facilitar ayuda y apoyo en el tratamiento. Por su parte, muchas mujeres suelen consumir a escondidas, en soledad, ocultando su adicción a la familia. De hecho, algunas investigaciones reflejan que las mujeres tienen más dificultades para pedir ayuda, que sufren más rechazo y censura por parte de sus familiares y su entorno cercano debido a los roles tradicionales de género.

            Es innegable que las presiones sociales afectan directamente a como una mujer vive su adicción incrementando sus sentimientos de culpa, la dureza con la que se le juzga y el consecuente agravante a la adicción ya que en muchas ocasiones la invisibilidad de esta problemática no la hace evidente hasta que la adicción alcanza una gravedad importante. De hecho, un ejemplo claro de las desigualdades existentes se pueden observar en los casos de agresiones sexuales donde el consumo de sustancias se convierte atenuante en los hombres que las cometen (argumentando que no eran conscientes de lo que hacían). En el caso de las mujeres el consumo está claramente penalizado, considerándose un “agravante” cuestionando estaba bajo el efecto de alguna sustancia y culpabilizándola por esto. De hecho, en ocasiones acusaciones de agresiones sexuales pasan a calificarse como abuso sexual rebajando las penas si la mujer estaba bajo el efecto de alguna sustancia.

            Es importante señalar que, gran parte de las mujeres que padecen una adicción han sido víctimas de la violencia de género. Algunos estudios realizados a nivel europeo, apuntan que el 69% de las mujeres que padecen una adicción en Europa han sufrido malos tratos o abuso sexual, una cifra muy superior a la población femenina general que se sitúa entre el 20-25%.

            Por todo esto, y muchas más razones que no se pueden reflejar en un solo artículo es necesario el feminismo, su visibilización y que todas las personas tomemos conciencia de la magnitud del problema. Desde el Centro de Día de Denia, te animamos a pedir ayuda si tienes un problema de adicción porque aunque a veces cueste dar el paso, no estás sola.

(*) Psicólogo Coordinador del Centro de Adiciones de AEPA.

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