Educación emocional para prevenir la violencia

Educación emocional para prevenir la violencia
  21/05/2018

VERÓNICA MONSONIS (*)

 

Cuando comenzamos a trabajar en este campo, hace ya 15 años, nos invadía la incertidumbre, ¿no estaríamos siendo demasiado atrevidos o insensatos al vincular estas dos temáticas?

            Gradualmente, a lo largo de estos años, numerosos estudios, expertos, autoridades académicas y universitarias y renombrados divulgadores científicos, como Eduardo Punset, han favorecido que se acepte la importancia de las emociones y la necesidad de su abordaje educativo, también para impulsar conductas pro-sociales, para mejorar la convivencia y prevenir la violencia.

            Actualmente abundan los autores que destacan deficiencias en ciertas competencias emocionales tanto en el perfil del agresor (bajo autocontrol en las relaciones interpersonales, impulsividad, ausencia de empatía, propensión a la expresión de la agresividad, excesiva autoestima), como en el perfil de las víctimas de bullying (baja autoestima, escasas habilidades sociales y de afrontamiento).

            Esos trabajos apuntan, directa o indirectamente, a la necesidad de implementar una educación emocional para el desarrollo de esas y otras competencias emocionales. Así, Díaz-Aguado (2005) concluye que estimular la capacidad de ponerse en lugar del otro (empatía) es el motor básico de todo el desarrollo emocional y constituye una de las principales medidas para combatir la violencia escolar.

            En esta línea, Garaigordobil y Martínez (2014b) concluyen que todos los programas de intervención psicológica para prevenir y reducir la violencia deben promover, entre otros aspectos, el desarrollo de la empatía, trabajar la autoestima y el control de la ira. Estas autoras subrayan que es muy importante implementar durante toda la infancia y la adolescencia programas para fomentar el desarrollo socioemocional con el fin de mejorar la convivencia y prevenir la violencia.

            Para su parte, Bisquerra y Pérez (2014), que ven la educación emocional como una forma de prevención primaria inespecífica de los problemas de convivencia, también apuntan a la falta de empatía como el tema nuclear en el desarrollo de la violencia. De hecho, desarrollar la empatía y aprender a regular la ira son dos de sus principales propuestas para combatir el acoso escolar.

            Finalmente cabe comentar que pueden encontrarse numerosas actividades educativas adaptadas a todos los niveles de la educación obligatoria, para autocontrol emocional y gestión de la ira, para desarrollar la empatía, así como otras muchas competencias emocionales.

            Nosotros desde emòtica trabajamos en diferentes coles y centros la Educación Emocional ya en la primera infancia por tal de asentar las bases de estas competencias y poder llegar a esa prevención de la que hablamos.

 

(*) Psicóloga. Máster en Psicología Clínica y especializada en Educación Emocional y en Atención Temprana.

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