GUILLERMO ARES/ Aumentan las cifras de muertos en accidentes de tráfico

GUILLERMO ARES/ Aumentan las cifras de muertos en accidentes de tráfico
  23/01/2017

 

Esta vez, según la DGT, se produce un aumento de conductores con un alto índice de alcohol en sangre y la presencia de drogas de diferentes tipos.

            Como siempre, se habla de un parque automotor muy antiguo, cifras importantes de accidentes en los que hay implicados coches de más de diez años.

            Se dice que no son tan seguros como los más modernos, pero de ese modo no se ataca el problema desde su origen.

            El problema radica en el accidente en sí, no en si una vez accidentado, un coche moderno es más seguro para sus ocupantes.

            Evitar accidentes no pasa por reparar carreteras ni modernizar el parque automotor, el núcleo está en la educación, formación e información de los conductores.

            El aprendizaje en autoescuelas es verdaderamente vergonzoso, sólo se enseña a circular, pero no a conducir y de un modo bastante dudoso en sus resultados.

            Por otra parte, hay una evidente falta de visión amplia del concepto “circular”, una importante cifra de conductores de todas las edades y experiencia, no está capacitada para resolver situaciones complejas.

            Esto se produce por falta de “presencia” y empatía a la hora de circular.

            Por ejemplo, si se produce un atasco por un semáforo en rojo, seguramente el que se queda en la intersección de otra calle, no dejará espacio para que otros crucen mientras espera a que arranque la cola.

            Si durante una travesía urbana, como por ejemplo Altea u Oliva que todos conocemos como atasco seguro, es difícil encontrar a un conductor que permita que otro “se cuele”, cuando realmente sólo se pierden unos diez metros mientras que el otro tendría que esperar muchos más hasta encontrar un hueco.

            Falta de solidaridad, demasiada prepotencia, demasiado egoísmo, demasiada indiferencia por el prójimo.

            Con esas conductas, sin pericia para controlar entre una y dos toneladas en movimiento, el resultado sólo puede ser nefasto.

            La falta de interés por conocer las técnicas de conducción, por saber cómo y por qué caminan los coches, crea una nube de desconocimientos que, como todo, no conduce a ningún buen fin.

            Habría que crear un examen donde los conductores puedan demostrar su capacidad para hacer maniobras en aparcamientos, su destreza para moverse hacia atrás utilizando solamente los retrovisores, donde puedan demostrar que saben dónde empieza y termina su coche.

            Nada de todas estas apreciaciones se mencionan en un posible proyecto para combatir los accidentes en carretera.

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