Los espacios imposibles de Juan Chabás Martí
Los años y la desidia han borrado los paisajes vitales que el dianense evocó en sus textos
El arquitecto y escritor Joan Carles Fogo ha investigado la relación que ha tenido el espacio vital de varios escritores en su obra. Entre ellos, Juan Chabàs (Dénia 1900-La Habana 1954), que tuvo que exiliarse durante la guerra civil y falleció en el exilio. Sus primeros estudios sobre la influencia del paisaje en la obra del escritor dianense fueron recogidos hace unos años en un libro, donde profundizaba además en la relación entre entorno y creación literaria en los casos de Gabriel Miró y Louis Aragón. Lo hizo también en otra publicación sobre Rafael Alberti y lo hace ahora de nuevo sobre el autor del Grupo del 27 en Los espacios habitados de Juan Chabás, una extensión o ampliación de su primer trabajo sobre el escritor. Aporta algunas novedades sobre su biografía y su obra. Como curiosidad, una carta escrita en catalán encontrada entre la correspondencia que mantuvo con intelectuales de la época durante su estancia en Barcelona.
El nuevo libro de Joan Carles Fogo sobre Juan Chabás ha sido presentado en la Feria del Libro de La Habana. El anterior, El Edificio de la Memoria, fue presentado entre otros lugares en la Sala del Castell de Dénia en abril de 2015. Entre quienes acompañaron al escritor, arquitecto de profesión, estuvo el poeta y Premio Cervantes Francisco Brines, invitados ambos por el entonces jefe del Servicio Municipal de Arqueología, Josep A. Gisbert. Recuerda el arqueólogo el buen recuerdo que guarda Fogo de aquel día y de su encuentro con Brines, quien conservaba buenas amistades en Dénia.
Gisbert no ha asistido a la presentación de Los espacios habitados de Juan Chabás en La Habana pero su autor le ha hecho llegar un ejemplar del libro. En él subraya la importancia de los espacios habitados a la hora de evaluar la poesía o la obra de un escritor. “Los paisajes de la infancia”, señala el arqueólogo, “son vitales para el autor y ocupan un lugar destacado en su producción literaria”. Pone el ejemplo de Francisco Brines y su querida Elca, la finca de Oliva que le sirvió de inspiración y a la que está indiscutiblemente ligada su poesía.
El nuevo libro de Joan Carles Fogo se detiene en los espacios habitados de Chabás, que fueron varios. El arqueólogo lo compara con un caleidoscopio en el que aparecen imágenes de Dénia, Madrid, Génova, Barcelona y el exilio en República Dominicana y Cuba. Los paisajes de su época en estas ciudades son todavía reconocibles y el autor los presenta a través de fotografías en color. Excepto en el caso de Dénia, donde solo puede echar mano de imágenes en blanco y negro, algunas de ellas rescatadas a raíz de la exposición Juan Chabás, Espill de Dénia que montó en 2001 el Museo Etnológico de Dénia.
Entre los espacios de Madrid ligados a Juan Chabás es posible reproducir imágenes a color de la calle Fuencarral, con edificios de estilo arquitectónico de principios del siglo XX. Allí vivió durante sus años de estudiante. Y en Barcelona, son identificables aún los cafés donde se juntaba con los intelectuales en la Rambla o el Ateneu, que frecuentó con asiduidad.
Fogo visita estos lugares y hace una evaluación estilística, arquitectónica y ambiental y la relaciona con la poesía y la prosa literaria de Juan Chabás, destaca Gisbert, quien lamenta que en Dénia no se puedan reconocer los paisajes que marcaron la vida de personajes destacados o relacionados con la ciudad, como Roc Chabás o el presidente de la primera República Emilio Castelar, que encontró refugio en varias ocasiones en La Zenia, una hermosa casa de estilo victoriano construida en el siglo XIX y conocida popularmente como ‘la Sénia d’Oliver’ que ha quedado integrada ahora en un complejo de viviendas.
Durante los últimos años, el arquitecto de El Masnou ha estado investigando en bibliotecas e instituciones de Barcelona, lo que le ha permitido descubrir correspondencia de la etapa en que Chabás estuvo en la Ciudad Condal. Entre esa información figura una carta escrita en catalán, fruto de la correspondencia que intercambió con intelectuales catalanes de su tiempo. Josep A. Gisbert destaca que es algo inédito hasta ahora, ya que toda la obra de Juan Chabás está escrita en castellano y también la correspondencia conocida hasta ahora, publicada en su día, que mantuvo con el escritor Gabriel Miró.
Situación grave
El trabajo de Joan Carles Fogo sobre la obra de Juan Chabás y sus espacios vitales permite contrastar la Dénia de ayer con la de hoy. Tanto en Agor sin fin y como en Sin velas desveladas, precisa Josep A. Gisbert, relaciona lo que hay ahora en pie con lo que había y confirma la gravísima situación patrimonial de la ciudad. Buena parte del patrimonio histórico y cultural se ha perdido. Entre otras cosas, porque no se ha actuado con diligencia y sí con excesiva permisividad.
El arqueólogo recuerda que el catálogo de protección del patrimonio municipal de 2004 fue recortado in extremis en 2015 y, a raíz de ello, la protección de los bienes patrimoniales quedó bajo mínimos. Saca a colación un plan especial de 1981 que califica de “memorable” pero que acabó convirtiéndose también en lo que ha dado en llamar ‘una pieza arqueológica’, porque en la dinámica urbanística nunca se tuvieron en cuenta sus consideraciones. Es el caso de las magníficas rejas de finales del siglo XIX de los edificios de Marqués de Campo que en muchos casos, y contraviniendo la disciplina urbanística, fueron sustituidas con total impunidad por grandes escaparates con cristaleras en los años 80.
Recuerda Gisbert que en las últimas décadas del siglo pasado, el patrimonio se encontraba ya en muy mal estado. Se redactó por ello un catálogo municipal fuerte y ambicioso que permitiera conservar lo que aún quedaba, “pero no fue posible”, se lamenta. “En 2015 se recortó el catálogo al máximo y durante las dos últimas legislaturas se redactaron dos catálogos más de bienes y espacios protegidos con cambios de portada y de autores”, indica, “porque, en definitiva, solo se trataba de cumplir el expediente”. El resultado es conocido por todos, con alquerías y vestigios del patrimonio industrial en mal estado, casas merecedoras de ser protegidas que siguen siendo destruidas, abandonadas a su suerte o engullidas por urbanizaciones y por las nuevas construcciones. Casos como el de La Zenia, el edificio del antiguo Forn del Penal e incluso la misma Marina de Juan Chabás son ejemplos de esa falta de protección y del descuido del patrimonio.
Así también queda reflejado en el nuevo libro de Joan Carles Fogo, con fotografías de paisajes de ciudades como Barcelona, Génova y La Habana, donde todavía se conservan muchas construcciones de la época, frente a las de Dénia, donde se ve obligado a echar mano de fotos antiguas porque poco, o prácticamente nada, queda en pie.
En el caso de los espacios vitales de Chabás en Dénia, la maravillosa Marina de la segunda mitad del siglo XIX fue arrasada y en su lugar se levantó un complejo de apartamentos. En la urbanización, Marina Chabás, únicamente queda el nombre del insigne dianense que allí veraneó. La arquitectura y los espacios de la casa de verano del escritor quedan recogidos en el libro de Fogo a través de los escritos de Chabás.
Nada queda de su casa natal, situada en la calle Pare Pere. Fue completamente derruida y en su lugar se levantó un edificio, que hoy es de propiedad municipal, en el que se colocó una placa en recuerdo del escritor que da cuenta de ello. Para hacerse una idea de cómo fue, no hay más que leer la descripción que el propio Chabás hace de ella -con un patio con plataneros y desde donde se ve el Montgó- o fijarse desde la calle de Les Portelles en el patio de la casa contigua, de la misma época.
Hoy son, todos ellos, espacios imposibles.
“La casa es blanca y está rodada de pinos que tienden las ramas sobre su tejado, abrazándola. Delante florece un huertecillo de geranios, rojos y blancos (…) Y en torno a los pinos y al huerto, que son regazo de la casa, la tierra de labor, siempre secosa y sedienta, con las vides mezquinas y los olivos jóvenes. Esta tierra tostada por el sol, que se tiende en la playa y llega mansamente hasta el mar, que la ensalitra y salvuera con su soplo (…) No muy lejos del pueblo está la casa. Por dos caminos se la alcanza, que se recorren en media hora de reposado andar. El uno es delgado sendero que en la falda del castillo nace. Por un borde le ciñen pinchosas matas, zarzales ariscos tras los cuales unas palmeras mecen en el aire la esbeltez de su gracia. El otro camino es amplio y pedregoso y empieza en el arrabal miserable de las murallas del castillo, donde viven mendigos y lisiados, gentes que están en el desamparo del amor de Dios. A veces, una niña pequeña, desnuda y despeinada, dorada de sol, pone una alegría salvaje en esta pobreza sucia, ya de todo el camino quédase prendida su risa desmelenada” (Sin velas, desvelada).