#8M somos todas

#8M somos todas
  12/03/2022
Mujeres bolivianas defienden y reivindican el derecho de vivir libres de violencia

DÍDAC VENGUT

 

El 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, nos atañe a todos, hombres y mujeres, por igual. Durante toda esta semana –e incluso todo el mes entero en algunos lugares- se han celebrado todo tipo de actividades para dar visibilidad a una realidad que está ahí aunque muchas veces nos limitamos a esconderla. Puede ser que el primer paso sea ese, alzar la voz y unir fuerzas para que el 8M no sea una fecha más marcada en el calendario. Hay que pasar a la acción y hacer políticas efectivas para hacer de la igualdad nuestra bandera. Igualdad en todos los campos, político, social, económico, laboral y demás. Y, sobre todo, frenar una lacra social, la violencia de género, que acaba, año tras año, con más de un centenar de mujeres muertas a manos de sus parejas, compañeros sentimentales, etc.

            Vivimos en un lugar privilegiado, en una sociedad capitalista con todo tipo de comodidades que ha visto alterado su día a día por bombas lejanas pero, al mismo tiempo, muy próximas porque tendrán –o ya tienen- una repercusión mundial. La realidad diaria de las mujeres en el sur es todavía más cruel. Dos de ellas, bolivianas de origen, Janet Sánchez, directora del Centro Juana Azurduy, y Fidelia Risueño, concejala del municipio de El Villar, en el departamento de Chuquisaca, han cruzado el charco para dar a conocer su día a día, mucho más diferente que el nuestro. De la mano del Fons Valencià per la Solidaritat, las representantes bolivianas han estado en la Comunitat Valenciana para alzar la voz y, sobre todo, para aprender y regresar a casa cargadas de ideas para combatir todo tipo de violencia derivada de una sociedad patriarcal.

            El viaje ha sido largo pero provechoso, ya que han pasado por localidades valencianas como Ontinyent, Polinyà del Xúquer, l’Alcúdia, Gandia, Alcàsser, Xàtiva, Benifaió, etc. Y una de sus paradas les ha llevado a la Marina Alta, a Teulada Moraira, en un recorrido formativo para importar ideas y propuestas con vistas a fomentar el empoderamiento de las mujeres.

 

“SALVAR BRECHAS MUY GRANDES”

 

            La directora del Centro Juana Azurduy comenta que “tenemos brechas muy grandes en todos los niveles, trabajo, educación, etc., pero hay mujeres que no tienen acceso ni a la energía eléctrica ni a la salud”. Todo ello sin olvidar los casos de violencia de género y los obstáculos para que se desarrollen a nivel personal, económico e, incluso, político, ya que no se permite el liderazgo de la mujer en ningún campo. “Tenemos un sistema que oprime a la mujer en todos los sentidos”, apunta Sánchez, “y la desobediencia de la mujer tiene un precio”. Así de duro y claro, sin pelos en la lengua ni eufemismos. El año pasado, subraya, murieron 108 mujeres a manos de sus feminicidas.

            Uno de sus objetivos es potenciar las escuelas de formación de líderes y aplicar políticas de igualdad, aunque sea paso a paso. Cualquier avance, por pequeño que sea, será bienvenido. Risueño, por su parte, comenta que “queremos dar visibilidad a la mujer a través de talleres, escuelas y políticas educativas que fomenten la igualdad”. Por eso están dispuestas a aprender, a recibir ideas con los brazos abiertos. Son propuestas que, aquí, son cotidianas pero allí parecen, por ahora, inalcanzables.

            Las dos mujeres bolivianas lo tienen más que claro y todo porque la solución está en manos de los que gobiernan. “Se trata de voluntad política para enfrentar la violencia machista”, subrayan. Piden defender los derechos vulnerados de las mujeres, sobre todo el derecho de vivir libres de violencia.

 

SORPRENDIDAS DE TODO LO QUE SE PUEDE HACER

 

            La realidad de Bolivia, su realidad, debe ser tan diferente a la nuestra que las dos mujeres se sorprenden de todo lo que somos capaces de hacer aquí, a miles de kilómetros de distancia. “Están mucho más adelantados”, explica la concejala, “y hemos visto muchas cosas nuevas e interesantes. Trabajan en equipo, todos empujan un solo carro y creo que así es la única manera de conseguir logros importantes”.

            En su cuaderno de notas han apuntado ideas y propuestas que les gustaría fueran pronto una realidad en su país, como las casas de acogida de mujeres maltratadas. “Nosotros no tenemos eso, el Estado no invierte en eso, y el esfuerzo es de organizaciones de la sociedad civil”, cuenta Sánchez. “Cuando hablamos de voluntad política”, insiste, “es poner plata, presupuesto, para que las cosas funcionen”.

            De la política municipal se quedan con las iniciativas para fomentar la igualdad como, por ejemplo, la referidas a terminar con la brecha salarial entre hombres y mujeres. Citan también las políticas de coeducación en los centros educativos “porque desestructurar el sistema patriarcal tiene que venir también desde la escuela y la familia”, apunta la directora del Centro Juana Azurduy. Y no dejan de alabar que haya una carrera profesional para la igualdad, que da técnicos especialistas en este campo. “Nosotros no tenemos y esto es fundamental. Nos ha gustado mucho esta idea”, concluye.

            Y, para acabar, se relamen de gusto al ver todas las campañas de sensibilización para dar visibilidad a las mujeres. “El patriarcado”, subraya Sánchez, “ha silenciado la lucha de las mujeres, su contribución en la vida política, social y cultural y eso queremos cambiarlo”. Ojalá pudieran tener, según nos cuenta, una ley de género que ampara y hace un seguimiento a las mujeres víctimas de violencia “y que no están solas, que noten que tienen un apoyo en sus problemas. Esto es admirable”, reclama Risueño.

            El municipio de El Villar cuenta con 4.400 habitantes “y sólo tenemos un abogado y un psicólogo para atender a los niños, a las mujeres y a los adultos. Y, a veces, como las comunidades están lejanas, no les alcanza el tiempo”, apunta la concejala.

            Somos unos privilegiados, ¿o no?

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