De Madrid al cielo

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  02/03/2021

 

Almudena Salort: “Mi sueño es poder dedicarme a esto durante toda mi vida porque me siento llena”

“Laura Moise es mi maestra, mi segunda madre, y el teatro me ha educado en muchos valores vitales”

 

DÍDAC VENGUT

 

Quienes pasan por debajo del puente peatonal que une el Parque de Roma con Moratalaz pueden leer que se dirigen De Madrid al cielo. Es decir, que como en la capital no se está en ningún sitio. Y bien lo sabe Clara, Elena, Cecilia, Paula … En realidad todas ellas son una, Almudena Salort Orpi, una joven de 24 años, natural de El Verger, que está por los madriles en la piel de todas estas mujeres que ha interpretado como lo que es y como lo que se siente, una actriz. Nuestra paisana mantiene la ilusión intacta por hacerse un hueco en un mundo, el de la interpretación, complicado en sí mismo por su inestabilidad, y más aún en los tiempos que corren. Pero ya es un rostro conocido en el mundillo por sus papeles en series de televisión, como Las chicas del cable, Centro Médico y El Ministerio del Tiempo, y en largometrajes como Malasaña 32, Parasomnia y la versión en inglés de Yerma, dirigida por Emilio Ruiz Barrachina.

Ahora anda a las órdenes de Sergio Peris-Menchenta con la obra de teatro Castelvines y Monteses. Los amantes de Verona, según Lope de Vega, con fechas cerradas hasta el 2022. En abril estará cerca de casa, en el Teatro de las Comedias, y después continuará la gira. Además, tiene también en cartera una película independiente –en inglés- de terror. “Me siento afortunada”, comenta, “porque tenemos trabajo a pesar de todo lo que estamos viviendo”. Y está en el lugar adecuado porque “si quieres dedicarte a esto, debes estar en Madrid, eso lo tenía muy claro, porque es el centro de la cultura, aquí hay de todo y más oportunidades que en otro sitio”.

Almudena no pierde la sonrisa en ningún momento y afirma con rotundidad que lo suyo es una vocación. “Es así, porque no he perdido nunca la ilusión y las ganas por estar aquí. Es difícil llegar y también mantenerse. Pasas por muchos castings, esta profesión va por rachas y no sabes lo que te deparará el futuro”, afirma. Tiene sueños, como todo el mundo, pero su mayor reto es “poder dedicarme a esto toda mi vida, que me permita vivir de ello, porque me siento muy llena y me da mucha felicidad”. Se le iluminan los ojos y respira profundo cuando le pregunto qué le aporta interpretar. “Me da vida, es mi forma de enfocar mi creatividad y vives cada momento con todos los sentidos”, responde.

Otra confesión. Es una enamorada de las series de época, cuanto más lejanas en el tiempo, mejor. Y, de regalo, un secreto. Antes de cruzar el charco y probar suerte en Hollywood preferiría adentrarse en el cine francés, sin ir más lejos, al otro lado de los Pirineos, “por su manera de hacer, de trabajar, tienen un gran gusto y hay mucho cine de autor, que me encanta”, subraya Salort. 

LAURA MOISE Y EL TEATRO

Almudena me dice que a los 13 años ya quería ser actriz y no le valía aquello de que “ya le pasará”. Incluso intentaron que cambiara de opinión por tratarse de una profesión tan inestable. Su guía ha sido Laura Moise, una mujer a la que considera “mi maestra, mi segunda madre, y un gran respaldo para mi desde que era pequeña”. Con ella aprendió en su escuela de teatro de Gandia y luego se subió al escenario con Another Cinderella Story, Anne Frank, Cocktail Caberet y Ocho Mujeres, por citar algunos de sus trabajos juntas. Debe mucho al teatro, no solo como actriz sino como mujer. “El teatro me ha educado, así de claro. Para mi es una escuela de vida porque te forma en muchos valores vitales, desde el trabajo en equipo, el respeto, el contacto con la gente, fomenta tus inquietudes por este mundo y muchas cosas más”, indica.

Llegó el momento de dar el salto y hacer las maletas para recalar en Madrid, con tan solo 18 años. Sus padres la apoyaron con la condición de que estudiara una carrera para garantizarse un futuro. Y así ha sido, porque Almudena sabe mucho de marketing y trabaja también en ello. “Vine a la capital para estudiar interpretación, pero con la condición de formarme y estar preparada porque no sabes lo que puede ocurrir”, dice. “Esto va por rachas, está más que claro, y puedes tener un par de años con mucho trabajo y luego nada. Hay muchos casos de actores y actrices que, de repente, desaparecen y mi familia quería que tuviese una alternativa, por si acaso”, añade.

Pero lo que más le mueve es la interpretación, hasta tal punto que “se ha convertido en una adicción”, confiesa. Almudena se mueve en todos los terrenos y ha hecho cine, teatro, series, cortos y lo que le pongan por delante. “Son mundos totalmente diferentes, no tienen nada que ver, y es cierto que muchas veces no puedes elegir. Pero todos mis trabajos me han servido de aprendizaje, y con eso me quedo”, comenta Salort. Del teatro destaca “el contacto directo con el público, notas su respiración y puedes interactuar con él”. Y del cine se queda con “su capacidad camaleónica y de adaptación. Igual ruedas el final de una película antes incluso que el principio y eso te obliga mucho”, asegura.

Su sitio está en Madrid pero no olvida su tierra natal y echa mucho de menos el sol y la brisa del mar. “Tengo un sentimiento encontrado. Me encanta la ciudad, no puedo vivir sin ella, pero cuando voy a El Verger, me quedaría allí”, asegura mientras sonríe. Al contrario de lo que puede parecer, dice que suele hablar en valenciano porque comparte profesión y amistad con actores y actrices catalanes y de la “terreta”. Pues nada, ya tengo clara la despedida para cerrar la entrevista. “Mucha mierda” o “molta merda”, que para el caso es lo mismo.

 

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