De oca en oca y tiro porque me toca
Los juegos populares y tradicionales tienen una importancia cultural, social y educativa significativa, especialmente en comunidades donde han formado parte de la vida cotidiana durante siglos. Son una expresión de la identidad cultural de una comunidad y a menudo se transmiten de generación en generación, manteniendo vivas las raíces y las costumbres. Por eso fomentan la convivencia y la cohesión social, se establecen lazos sociales y se aprenden normas de convivencia y cooperación. Dicen los entendidos que algunos juegos tradicionales ponen a prueba la agilidad mental, la memoria y las estrategias, hecho que ayuda a desarrollar habilidades cognitivas. Y, además, también son un vehículo de transmisión de valores como la honestidad, la perseverancia, el respecto a las normas y la superación personal.
Los juegos aportan identidad local y cohesión generacional y, en una época dominada por la tecnología y los juegos digitales, ofrecen una conexión con la natura y con las formas de diversión más sencillas y esenciales. Algunos juegos típicos que se mantienen vivos son la rayuela, la cuerda, las birles o bolos, la pelota valenciana, etc. En resumen, los juegos populares y tradicionales son mucho más que una forma de entretenimiento porque, de hecho, son una herramienta fundamental para mantener viva la cultura, fomentar las relaciones sociales y promover valores positivos dentro de la sociedad.
Uno de los juegos de mesa más populares es el parchís y la oca. A buen seguro que han jugado a aquello de oca en oca y tiro porque me toca. En Benissa, el pasado sábado, se jugó en la calle, en el Parque de Dolors Piera, pero en una versión diferente. La oca valenciana tiene la misma estructura del tablero pero cada una de las casillas corresponde a una de las comarcas de la Comunidad Valenciana. En el caso de Benissa se hicieron tres equipos -rojo, verde y moratón- donde los más pequeños compartían protagonismo con el padre o con la madre. No gana quién llega primero al ganso final sino aquel que acumula más puntos.
La dinámica es la típica del juego de la oca. Se echa un dado y avanzas según el número que sale. A la casilla correspondiente de la comarca valenciana se hace mención en la capital, Dénia, en el caso de la Marina Alta. Y después, los participantes compiten en un juego de calle, de los de siempre. Una carrera con vasos llenos de agua o encestar en un vaso una pequeña pelota de tenis mesa que llevas sujeta en las piernas, para poner un par de ejemplos.
Todo el mundo quiere ganar, esto está claro, pero lo más importante es compartir un tiempo de ocio con los amigos y con los padres. Sociabilizar, así de claro, y jugar en la calle en tiempo de muchas prisas y de tecnología digital.