El Ayuntamiento de El Ràfol de Almúnia homenajea la trayectoria como matrona de Consuelo Seguí
Dedica a título póstumo la “placeta de les palmeres” a su memoria
La tarea llevada a cabo por la matrona Consuelo Seguí Rovira de 1933 a 1960 para ayudar a parir a las mujeres de la Rectoría ha sido reconocida por el Ayuntamiento del Ràfol de Almúnia al otorgarle su nuevo el espacio conocido hasta ahora como “la placeta de les palmeres".
El nombramiento ha contado con la treintena de descendientes de esta argentina de nacimiento, desaparecida hace treinta años, ha comportado la inscripción que reza “una mujer debe ser dos cosas: quién quiera y lo que quiera” en abierta alusión a la profesión y a la vocación que la hizo conocida por ese renombre.
Según ha explicado la alcaldesa, Estefania Rovira, “este homenaje no es algo que haya surgido ahora, sino que ya lo tenía en mente en el momento de presentarme como candidata a la alcaldía, por lo que supone el mejor ejemplo de la lucha de las mujeres en un entorno rural como era la Rectoría de la primera mitad de siglo XX, para encontrar su verdadera vocación, aparte de la vertiente asistencial en algo tan fundamental para la demografía”.
En este sentido, ha rememorado que la protagonista se inició de jovencita en esa práctica de atender a los partos con el médico don Tomás que, entonces residía en Sanet i Els Negrals, hasta que estuvo preparada para encarar el pertinente examen en la materia en Valencia de cara a obtener el título oficial de “Practicante autorizado para la asistencia a partos normales” entregado desde el “Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes” –hoy puede parecer parece una contradicción pero entonces era el que tenía asumida esas funciones- el que le permitiría desempeñar una tarea incansable en unos tiempos donde el lugar de parir era la propia casa familiar. Esta circunstancia, según apunta Rovira, multiplica el valor de la trayectoria de la homenajeada a título póstumo de cara a dar seguridad y procurar las mejores condiciones sanitarias a las que afrontaban la maternidad en aquellos tiempos. De hecho, según incide, una vez retirada su carácter cercano y solidario todavía la motivaba a asistir a las parturientas en tramo final, lo que hizo prácticamente hasta su desaparición en 1994.
En cuanto al lugar elegido, la alcaldesa le ha justificado que “queríamos que fuera un lugar emblemático, y optamos por esa punta de la calle Segària que supone uno de los puntos más importantes de la vida social de los vecinos, por cuanto la nueva denominación apenas alteraba el nomenclátor de calles que en algunos casos conlleva una gestión burocrática que a veces se complica”.