El cuento y sus valores
VERÓNICA MONSONÍS (*)
La especie humana nos hemos ido equipando de herramientas para poder comunicar y expresar aquello que sentimos, deseamos, necesitamos y nos preocupa. Estamos rodeados de distintos códigos de comunicación: el lenguaje corporal, el lenguaje musical, el lenguaje plástico y el lenguaje verbal sobre el que vamos a centrarnos. Muchas veces, este lenguaje lleva de forma implícita una carga cultural para la transmisión de nuestros valores como comunidad y nuestras formas de sentir y vivir.
Dentro del lenguaje verbal, una de las formas que más fuerza tiene, y más si cabe en los niños y las niñas, son los cuentos. Los cuentos populares han sido considerados desde siempre la forma más genuina y afectiva que hemos encontrado las personas para traspasarnos los significados más básicos y en numerosas ocasiones, han sido ineludibles para nuestra supervivencia como pueblo.
El cuento ayuda a los niños y niñas a ampliar sus capacidades para resolver los problemas cotidianos. El niño o niña se identifica con los personajes y a través de ellos puede resolver y superar sus problemas de forma menos dolorosa. También a los adultos nos ocurre en algunas ocasiones, más de las que creemos, que nos resulta más sencillo resolver un problema ajeno que uno propio. Esto ocurre porque cuando nos alejamos somos capaces de ver las cosas con mayor claridad. Del mismo modo, el niño/a al proyectar sus sentimientos sobre el personaje, adquiere la capacidad de encontrar soluciones y ver con mayor facilidad y de forma menos traumática la salida a sus problemas.
Otro elemento que se obtiene al emplear los cuentos como herramienta de comunicación es la moraleja. Detrás de todo cuento hay un mensaje. Antiguamente las abuelas explicaban cuentos cumpliendo así una función educativa, pues con la explicación de los cuentos y fábulas se quería proteger a los niños y niñas y a la vez entrenarlos para la vida cuotidiana o incluso asustarlos para que se portaran bien. Día a día esto se sigue haciendo a pesar de no ser conscientes de ello en muchas de las ocasiones. De modo que los educadores no podemos menospreciar un instrumento tan importante, ya que el cuento les ayuda a crecer y a afrontar sus problemas, siendo una herramienta para solucionarlos. También se trata de una puerta que se abre a la imaginación de forma divertida y a la adquisición del hábito de la lectura.
Hay otro factor importante sobre el que se debe recapacitar, y es que el niño/a siempre se muestra predispuesto a escuchar un cuento. Por nuestra parte podemos hacer que los personajes digan aquello que nos interesa que oiga y lo va a hacer sin rechazo. Hoy en día se puede encontrar un amplio abanico de cuentos que nos permiten trabajar temas como: la llegada de un hermano, una muerte, un divorcio, el reciclaje, la igualdad de género, los diferentes tipos de familia, etcétera.
Así pues, tras profundizar en la utilidad de los cuentos, más allá de una herramienta de entretenimiento, quizá es momento de explorar y valorar esta nueva ventana de aprendizaje que se nos ofrece.
Verónica Monsonís Far colabora con Daniel Rojas Ivars (CEI COLORETS).
(*) Psicóloga. Máster en Psicología Clínica y especializada en Educación Emocional y en Atención Temprana.