Excursionando por la comarca: Hacia el sur de Alicante (XVI)
Este año he pasado una noche en lo que fue la casa del Gobernador, hoy convertido en Hotel. Disfrutamos del paseo por la tarde cuando la isla se queda casi sola y del amanecer recibiendo la visita de gaviotas matutinas. En la habitación unas frases escritas en la pared nos recuerdan que estamos en un lugar especial: "Atardeceres blancos sobre tus paredes de cal, tus gentes ajadas por el sol, niños que corretean en las ocres murallas, un herido anochecer".
Tenía interés en visitar el cementerio. Pude conseguir la llave del recinto. Es pequeño y las hileras de tumbas lo están sobre el suelo. No hay casi nichos, pero si que se aprecia la poca diversidad de apellidos en las lápidas y de origen italiano: Chacopino, Ruso, Pianello, Luchoro, Manzanaro, Parodi... No es un lugar lúgubre ni mucho menos. No hay sepulturas recientes, pero si que destaca una. Si no hubiera visitado el cementerio no me habría enterado de la existencia de Pascual Ros Aguilar (1944-2009) y de su sirenita. Junto a la lápida una sirena de mármol, pero otra sirena hay en la fachada de su casa. Unos versos en la lápida cuentan la historia de "una hermosa sireneta que d'un peixcador s'en va enamorar... y va morir enamorada d'un poeta peixcador" No pudimos obtener más datos sobre la 'sirenita' pero si que pudimos saber que fue un industrial del calzado de Elche que encontró un lugar en Tabarca y creó una fundación para que los jubilados y los vecinos pudieran tener una situación mejor. Los habitantes de Tabarca recuerdan su memoria con agradecimiento.
Tabarca, bien merece una visita y si prolongamos los días de estancia nos encontraremos en un remanso de paz que nadie obstaculiza. Os diré una estrategia por cuanto podemos aislarnos del mundo dada la poca cobertura que hay para la telefonía móvil. Sólo parece que hay algo alrededor de la iglesia, pero poco más. Puede ser un aviso para esos amigos 'peculiares' en el sentido de que si no contestáis es a causa de la poca o nula cobertura. Durante el invierno es habitada esta isla por 15 ó 20 personas, en verano alcanza los 500 habitantes si bien durante las horas centrales del día su número se incrementa ostensiblemente. En estos días hicimos amistad con Antonio Chacopino Arques quien nos informó de las condiciones de vida de los tabarquinos. Cuando por la tarde fui a buscarle, me dice un compañero: está en el puerto en la basura. No entendí lo de la basura, pero me fui a buscarlo y efectivamente estaba con la basura. Cada tarde, con alguno de sus barcos, traslada en contenedores toda la basura que se produce en la isla durante el día a Santa Pola y allí es cargada en unos camiones que la llevan a Alicante. Esos barcos son también los que transportan hasta la isla aquello que los isleños necesitan para sobrevivir o para sus necesidades. Hay una fraternidad enorme en estos isleños que hacen de la hospitalidad y de la atención al foráneo su arma principal.
Ir a Tabarca no es solo quedarse extasiado ante un paisaje y absorber la historia de sus piedras y de sus gentes. Hay que acudir a la isla con el deseo de conocer otro mundo, pero que si no nos quedamos una noche, al menos, no lo conocemos. Durante el día Tabarca, se asemeja a otro de tantos lugares de costa como hay en nuestras tierras, pero quedarse supone disfrutar de una vida distinta y de experimentar un goce extraordinario.
Ahora lo comentaba con uno de mis hijos que estudió en el bachillerato de ciencias la materia de Biología y Geología. Me decía: Tabarca tiene una riqueza biológica pero también geológica de interés. Le dije: ¿Cómo lo sabes? Porque el profesor de Biología y Geología del Instituto nos llevó un día de visita cultural a conocer la isla.
Tabarca bien merece nuestra visita, pues cuando tantos parques temáticos de cartón y plástico pueblan nuestro entorno, está bien que también visitemos algo natural. Tabarca antaño no tenía condiciones de habitabilidad, pero hoy es un excepcional punto de atracción. Era inhóspita, pero en época estival, recibe cada día a miles de visitantes que gozan de ella. Nos espera y también nos espera la sirena de Pascual Ros.