Historias de cine: entre una rubia y una morena

  • Historias de cine: entre una rubia y una morena
  • Historias de cine: entre una rubia y una morena
  • Historias de cine: entre una rubia y una morena
  26/02/2022

Paco Pérez Torregrosa es un cinéfilo empedernido, una afición, la del cine, que heredó de su abuelo y de su madre. Le viene de familia, vamos. No tienes más que hablar un rato con él y te cuenta miles de historias y de anécdotas que conoce de primera mano porque las ha vivido en persona. Su vida gira en torno al cine y la música y es una enciclopedia andante. Y lo vive, lo siente y lo transmite, porque habla con una gran pasión y eso se nota.

            En una agradable charla, sin planificar nada ni con ninguna idea preconcebida, nos confiesa sus dos grandes debilidades, una rubia y una morena: Marilyn Monroe y Sara Montiel. De la primera no se queda con su etiqueta de diva y sex symbol sino con su faceta de actriz desde que la vio en Niágara. “Me impresionó mucho, por su manera de caminar, por su belleza, su sensualidad, etc.”. “Para mí fue una gran actriz y fue una verdadera pena que no se le diera la importancia que tenía”, subraya. Y, como ejemplo, un botón. Marilyn en Vidas rebeldes, con Clark Gable y Montgomery Clift.

            Y de Sara Montiel tiene mucho que contar. Su historia es, cuando menos, única. “Mi padre decía que era la que mejor cantaba el cuplé”, recuerda. A principios de los setenta, la Montiel actuaba para una falla de Dénia y fue a verla. Estaba sentado en primera fila con su amigo Pepe Borino. En plena actuación, la artista baja del escenario y se sentó en sus piernas para seguir cantando.  “Aquello fue brutal, tenía una cara guapísima, impresionante”, asegura Paco. Pero la cosa no quedó ahí porque luego, cuando cantaba Fumando espero, pidió fuego para encender su puro y él se lo dio encantado, embobado. Después fueron al camerino para entregarle un ramo de flores. “Era muy simpática, nada de diva, muy natural”. “Pero lo más fuerte”, añade, “es que ocurrió lo mismo dos veces más, una en Valencia y otra en Alicante. Se ve que ya me conocía”. Increíble, ¿no creen?

 

CARTELES ORIGINALES Y PROGRAMAS DE MANO

 

            Paco tiene una colección de carteles originales de películas y de programas o prospectos de mano que podrían estar en cualquier museo. Piezas únicas que ha adquirido con el paso de los años fruto de su pasión por el cine. Tiene carteles del antiguo cine Cervera de El Poble Nou de Benitatxell y ha adquirido muchos de ellos en una casa de cine situada en China Town de Londres. Uno de los más preciados, con la imagen de Marilyn, claro, se lo trajo Pierre Tevenet de París.

            Y la muestra de programas de mano es también de “película”, nunca mejor dicho, con ejemplares de los años 40, 50 y 60 del siglo XX. Películas como Casablanca, Luz que agoniza, Encadenados, Mogambo, Elena y los hombres… y de actrices conocidas como Ingrid Bergman, Marlene Dietrich, Elisabeth Taylor, Kim Novak, Sofia Loren, etc. Dos ejemplos de cines de la comarca, El burlador de Castilla, de 1948, de La Cultural de Teulada, y Semilla de oro, de 1947, del Teatro Circo de Dénia.

            Una colección… de cine.

 

MÁS CINE, POR FAVOR

 

Finales de los sesenta y principios de los setenta. El régimen franquista y la censura no permitían la proyección de las últimas novedades cinematográficas. “Carrero no dejaba pasar ni una”, apunta Paco. Él trabajaba como empleado de banca y su hermano Sebastián ejercía de maestro. Aprovechaban las vacaciones de Semana Santa para cruzar los Pirineos y empaparse de cine, sin censura alguna y en versión francesa. “Habíamos estudiado un poco de francés y nos servía para entender las películas”, recuerda con nostalgia. Paco iba con su novia y futura esposa, Trini Hernández, y el cuarteto se completaba con una amiga, María Ramiro. “Ella y nos turnábamos para conducir y fueron viajes maravillosos”, añade.

            En el sur de Francia, en localidades como Canet-Plage, Perpiñán y Amélie les Bains, hacían ciclos de cine para los españoles. “No teníamos nada reservado. Buscábamos una casa privada e íbamos de un pueblo a otro viendo cine sin parar”, comenta Paco. “Por citar una anécdota”, cuenta, “mi hermano y yo comenzamos un día a las nueve de la mañana y terminamos a las dos de la madrugada”.

            En la retina de esos jóvenes cinéfilos estaban las películas de directores de la época como Luchino Visconti, Pier Paolo Pasolini, Federico Fellini, etc. En tierras francesas vieron títulos como Los cuentos de Canterbury, La caída de los dioses, La dolce vita y, por supuesto, El último tango en París, de Bernardo Bertolucci, con Marlon Brando y Maria Schneider. “Cuando murió Franco, por aquí pasaron todas. Y las volvimos a ver, claro”, subraya. “Para nosotros”, dice, “aquello era una auténtica fiesta. Por allí acudían Maruja Torres, Terenci Moix y toda la flor y nata catalana”.

            Y, para concluir, Paco subraya que “mucha gente pensaba que íbamos a Francia sólo para ver películas verdes. Pero no era eso, íbamos para ver cine de autor”.

<<< Volver a la portada