Javier Scotto hace un retrato del maltratador en un trabajo sobre la violencia de género que rompe estereotipos

La crudeza de los hechos y la negación de la realidad por parte de un segmento importante de la sociedad motivaron a Javier Scotto, concejal de Seguridad Ciudadana e Igualdad del Ayuntamiento de Dénia y letrado de profesión, a escribir un libro que sirviese de hoja de ruta para abordar la violencia de género desde el ámbito municipal. Lo hizo a partir de la actividad de la Unidad Artemis de la Policía Local de Dénia y analizando 233 casos de violencia de género atendidos entre 2016 y 2019. Cruzó informes policiales, del departamento de salud y resoluciones judiciales para hacer una radiografía de las víctimas, los factores de riesgo y las circunstancias que concurren a fin de crear conciencia social y confirmar o romper mitos sobre esta lacra social. En el libro, que se presentó el miércoles en Dénia, hace además un retrato del maltratador, una figura que suele quedar en segundo plano.
La Municipalización de la Lucha contra la Violencia de Género. La Unidad Artemis de la Policía Local de Dénia abre una puerta a la reflexión y tal vez a implementar nuevas medidas en la lucha contra la violencia de género. Javier Scotto lo presentó “con el convencimiento de que no estamos equivocados y de que hay que continuar por este camino para hacer frente a una lacra social que es un problema de Estado, que ha de ser abordado desde la política, que requiere de concienciación social y de la implicación de todos, que existe y que hemos de combatir”. Importante es la asistencia a las víctimas “pero no solo para que pongan la denuncia, sino para que salgan de la situación de violencia”, subraya el autor del libro, para quien queda suficientemente claro que la víctima “no consiente, sufre la violencia de género”.
El perfil
La idea de realizar el estudio se fraguó a raíz de la celebración del 15 aniversario de la Unidad Artemis de la Policía Local, explica Javier Scotto. Su curiosidad le llevó a interesarse por los datos relacionados con sus actuaciones y definió un periodo de cuatro años (de 2016 a 2019, justo antes de la pandemia y el confinamiento, una variable que hubiese alterado los resultados) para ponerse a trabajar en el libro. Los casos atendidos por esta unidad especializada, que en 2022 perdió sus funciones judiciales pero mantuvo las de protección y seguimiento a las víctimas, suponen una muestra muy amplia y arrojan datos y variables fiables, asegura el autor.
El cruce de información desvela que más de la mitad de los agresores (51,50%) en los casos de violencia de género posee antecedentes policiales o penales por este motivo. Son por tanto reincidentes y con experiencia, lo que posiblemente los hace más peligrosos. Scotto indica en el libro que “son maltratadores que normalizan y naturalizan la violencia en sus relaciones sentimentales”. “El agresor machista no tiene intención alguna, ni soporta perder el control sobre su expareja y que tenga una vida propia”, algo que se deduce igualmente, comenta el autor del libro, en los casos de quebrantamiento. Advierte asimismo de una situación de riesgo continuada si la violencia no concluye cuando acaba la relación.
Entre los datos que aporta el retrato del agresor, llama la atención que uno de cada dos maltratadores también tiene antecedentes por otros delitos, así como el hecho de que un 39,91% de los maltratadores sean consumidores de alcohol o de otras sustancias estupefacientes. Ahora bien, Javier Scotto precisa que “el maltratador no ejerce la violencia porque beba o consuma estupefacientes”. Más bien, afirma, estos actúan como elementos desinhibidores o precipitantes de las conductas violentas hacia la pareja o expareja.
Los 233 casos estudiados desvelan que, de forma indistinta, el agresor ejerce tanto la violencia física como psicológica. O las dos a la vez, como ocurre en más de la mitad de los casos. Señala el autor que “el agresor va minando a la mujer, quitándole su libertad y defensas, sometiéndola, anulándola y menospreciándola llegando al insulto, las coacciones y amenazas para, seguidamente o al mismo tiempo, ejercer la violencia física”.
En el libro se habla de una violencia psicológica que atenta contra la dignidad de la mujer, rebaja su autoestima, la aísla socialmente, con acoso, sometimiento a vigilancia, insultos vinculados a su sexualidad y humillación. Apunta Scotto que la violencia psicológica queda muchas veces invisibilizada, como ocurre también con la vicaria, la económica y la sexual.
La violencia física se ejerce principalmente por el empleo de la fuerza, pero también con instrumentos o mobiliario del domicilio familiar. Si se emplean armas blancas, la más utilizada es el cuchillo de cocina.
Sea físico o psicológico o ambos, el maltrato se da con mucha frecuencia en 7 de cada 10 casos y en 8 de cada 10 tanto de forma ocasional como con mucha frecuencia.
Con las cifras en la mano, el autor está convencido de que el maltratador miente “cuando promete que no lo volverá a hacer y persigue el perdón de la propia víctima, así como la retirada de la denuncia, el acogimiento al derecho de no declarar en su contra, e igualmente, la reanudación de la convivencia”.
Los datos que arroja el estudio sobre el momento en que se producen las agresiones revelan que el verano es la época de mayor incidencia, así como las vacaciones y los días de fiesta. Por días, el miércoles es el que obtiene más registros de violencia de género, seguido del domingo y el lunes. Los casos se registran en un 38,20% de noche, en un 32,19% por las tardes y en un 29,61% por las mañanas. No es por tanto cierta la creencia de que las agresiones se producen en mayor medida por las noches. “La violencia de género es una constante y tiene lugar a lo largo del día y de la noche”, subraya el concejal, aunque, claro está, la convivencia suele ser mayor por las noches y por lo tanto también la probabilidad de que ocurran.
Nacionalidad y estudios
El libro La Municipalización de la Lucha contra la Violencia de Género. La Unidad Artemis de la Policía Local de Dénia rompe otros estereotipos y mitos, no solo el de la nocturnidad. Deja claro que no está ligada al origen de la víctima o del agresor, y que es por lo tanto “un fenómeno global y diverso” no vinculado al fenómeno de la emigración.
Las cifras del estudio indican que un 80,26 de las víctimas y un 81,98% de los agresores son de origen europeo, mayoritariamente españoles. Apunta también que la mayoría de agresiones son cometidas por agresores de la misma nacionalidad de las víctimas. Las hay de todas las edades, si bien sufren mayor violencia las mujeres que tienen entre 35 y 50 años; el mismo tramo de edad mayoritario en el caso de los maltratadores.
Javier Scotto observa un incipiente aumento de víctimas menores de edad, “por lo que la igualdad conquistada socialmente hasta ahora no evita conductas de maltrato entre la población joven”, remarca, “que alcanza el 22,32% hasta los 25 años”. No es un factor que evite la violencia de género la inexistencia de convivencia previa, como queda demostrado.
Entre las mujeres de más de 65 años se registran pocos casos. Interpreta el autor que tal vez porque convergen circunstancias como el maltrato continuado y normalizado o la falta de conciencia del mismo, o quizás para evitar el sufrimiento de la familia, por la dependencia económica o por las condiciones socioculturales propias de su esa generación.
No es determinante el factor educativo. El 68,75% de las víctimas del análisis realizado por el concejal tenían estudios medios y superiores. Afirma por ello que “la violencia de género no es una cuestión de educación formativa, sino que está arraigada en la cultura, los valores y costumbres sociales y familiares, y por tanto del aprendizaje social y familiar en las formas de relacionarse mujeres y hombres”.
Llaman también la atención otras afirmaciones, como que “un elevado nivel de ingresos no evita la violencia”, si bien los recursos económicos se asocian de alguna manera con la incidencia de la violencia machista. La dependencia económica de la mujer respecto al agresor dificulta la decisión de denunciar y deriva a veces en la actitud de sometimiento.
Una de cada tres mujeres en los 233 casos analizados es o ha sido con anterioridad víctima de violencia de género a manos de su actual e incluso anterior pareja. Se desprende del análisis que la convivencia no es un factor determinante de la violencia de género sino que “el factor de riesgo es la relación sentimental que unió a la pareja”, puntualiza el autor del libro.
Los casos de maltrato dan a conocer principalmente a través del 112 y en más de la mitad de ellos las mujeres tienen hijos a su cargo ante los cuales se perpetró la agresión. Algo más del 20% de los casos acabaron con el sobreseimiento provisional por no haber denuncia o haber renunciado la propia víctima a ella,
El libro recoge que en más del 90% de los procesos judiciales derivados de los atestados de la Unidad Artemis hubo sentencias condenatorias. La mayoría con penas de trabajos en beneficio de la comunidad y prisión con suspensión de la condena por ser inferior a dos años.
Javier Scotto aporta una serie de propuestas municipalistas de mejora para la lucha contra la violencia de género, “siempre con una visión de Estado y con un enfoque de trabajo corporativo” pero atendiendo al conocimiento del municipio y la propia policía del contexto en que se producen los hechos y la idiosincrasia de cada caso.
El autor del trabajo afirma que el Sistema de Seguimiento Integral de los Casos de Violencia de Género (VioGen)) “funciona y es bueno, de los mejores a nivel mundial, pero necesita de una evolución o mejora”. Aclara que el suyo no es un libro contra los hombres sino contra los hombres maltratadores, “porque detrás de cada cifra, hay una mujer maltratada y un maltratador”. En el libro hay un pequeño homenaje a Elena, que fue víctima de un feminicidio en 2019. Scotto da a conocer su caso a través del cruce de tres sentencias a modo de reconocimiento hacia ella y señalamiento hacia el único culpable.
El libro de Javier Scotto ha sido prologado por la Asociación Matria. Su presidenta, Mari Huertas, participó en la presentación que fue conducida por Miriam Pagán, de Dénia FM.