La caja boba
Ese invitado que invade nuestra intimidad en el salón, el dormitorio y la cocina, al que tenemos que dejar hablar sin pausas hasta que por fin nos deja un momentito para decirnos algo entre los integrantes de la casa.
Es esa caja boba que nos hace más bobos aún, si "lo dijeron en la tele" es absolutamente cierto...y nada menos cierto.
La cantidad de datos erróneos que se sueltan en las tertulias y más de un telediario o reportaje, rayan lo indecente.
Cierto es que la libertad es libre y quienes defendemos la libertad de expresión por sobre todas las cosas, también defendemos la coherencia y el respeto al público que nos lee y oye.
En nuestra televisión podemos ver y oír los disparates más insospechados a los que sólo les pone freno un horario infantil mal entendido, ya que no sólo tetas y culos son nocivos para las incipientes mentes juveniles, también lo son -y en mucha mayor medida- los conceptos radicales, las paridas faltas de rigor y sin contrastar...
Programas que incitan a la estupidez son los más vistos, los presentadores gritan porque seguramente no quieren tener que repetir lo que dicen, los tertulianos hacen lo imposible para que no se les oiga hablando todos a la vez, cuanto más alto mejor y los moderadores son incapaces de hacerse con ellos.
Cuando hay alguna película potable, luego se repite en varios canales en distintos horarios, así no hay forma de perdérsela.
Cuando pasamos a publicidad hay que salir corriendo a bajar el volumen, no es que lo suban para que oigamos de todos modos el anuncio desde el baño o la nevera, es por el picómetro.
Si sale un anuncio de seguros, le seguirán dos o tres más también de seguros y así con todos, seleccionados por sectores, los pasan todos juntos así somos incapaces de percibir ningún mensaje, error de los clientes que tragan con ese método.
Cosas de las nuevas tendencias que no se rigen por estudios serios sino por el dudoso experto parecer de algún enchufado que, como tal, no tiene la más mínima idea pero cobra un sueldo de cortar el hipo, lo justifica proponiendo gilipolleces.
Cuando no, cortan una frase de una entrevista, serie o película o dejan a un contertulio con media palabra para pasar a publicidad.
Otras veces cortan antes de terminar un capítulo y ya está... nunca más sabremos cómo termina.
Alguien les habrá dicho que se le pasó al cliente una parrilla de emisión de sus anuncios y deben cumplirla a rajatabla o el señor los demanda.
Por suerte, la caja boba tiene un botón en el mando que si se pulsa, se apaga y podemos ser personas otra vez.