La fiebre del jabalí

La fiebre del jabalí
  20/02/2022

Agricultores y vecinos del campo se sienten amenazados por un animal que encuentra alimento fácil cerca de las zonas urbanas

 

Destroza cosechas, puede atacar a otros animales y es el causante de un buen número de accidentes

 

¿Qué hacemos con el jabalí? Considerado una especie de caza mayor, el jabalí baja del monte y se acerca cada vez más a las zonas urbanas, en cuyo perímetro encuentra alimento, y se aprovecha de los bancales abandonados para obtener refugio donde camuflarse y para acceder de forma más fácil a otros en cultivo. Las batidas no parecen poner freno al crecimiento exponencial de la especie, que cría durante todo el año y de la que ya hay un exceso de población en Europa. El de la Marina Alta no es un caso único, pero no por ello menos preocupante. 

La sobrepoblación de jabalí en la comarca se da prácticamente en todos los términos municipales, aunque es más significativo en unos que en otros. En los últimos años, la especie ha ido colonizando nuevos territorios sin temer a la presencia humana y encontrando en los caminos rurales el lugar idóneo por donde desplazarse. Favorecen su expansión los campos abandonados, los basureros y los comederos de animales y gatos, donde obtienen alimento fácil. No es que en su hábitat no lo encuentren; allí les requiere mayor esfuerzo. 

En carreteras próximas al marjal de Pego, Les Marines de Dénia o las zonas rurales de muchos municipios, es fácil detectar su presencia durante todo el año. Se desplazan en piara y atacan cuando notan cualquier amenaza, se sienten acorralados o tienen miedo. Allí por donde pasan, destrozan cultivos y son capaces de acabar con cosechas enteras, porque se lo comen todo. También con las instalaciones del riego por goteo, ya que además de buscar el agua destrozan las gomas de las conducciones. 

Con un peso de entre 80 y 100 kg, son el causante de un número cada vez más preocupante de accidentes de tráfico, ya que no entienden de normas de circulación y atraviesan carreteras y caminos con total impunidad. El impacto con un vehículo, más que frecuente, puede tener graves consecuencias y constituyen un peligro para la seguridad vial. Un estudio llevado a cabo por la Federación de Caza de Occitania desveló que la media de carreteras cruzadas en un año por un jabalí es de 3.300, superior a 10 carreteras por noche. 

Si tropezamos con una piara de jabalís, es fácil distinguir a la madre (de mayor tamaño) y a las crías. Las hembras crían cuando alcanzan el primer año de vida y un peso de unos 30 kilos, y suelen tener unas cuatro crías. Ahora bien, si están bien alimentadas -como ocurre cuando encuentran comida fácil en las áreas periféricas de pueblos y ciudades y no tienen que recorrer grandes distancias para buscarla-, pueden alcanzar antes ese peso y adelantarse la edad reproductiva unos meses, lo que supondrá una mayor proliferación de la especie. El macho acostumbra a ir solo o con un par de ‘subalternos’ y no suele mostrarse tan a la defensiva como la hembra, que ha de proteger a las crías.

Las batidas para acabar con la sobrepoblación de jabalís parecen ser la medida de control de la especie más eficaz, aunque no es la única. Hay sistemas captura en vivo, con cajas o jaulas, que requieren el sacrificio posterior del animal. Las jaulas se han empezado a utilizar a modo de prueba en Dénia, pero el resultado de momento no ha sido el esperado.

El sistema más efectivo, la batida, se realiza en muchas poblaciones, si bien la medida no es suficiente para estabilizar la población de jabalí. En el Montgó se capturaron el año pasado 58 ejemplares y en una batida reciente realizada este año, 21. 

A la dificultad de controlar la sobrepoblación se añade el problema de qué hacer con su carne. El jabalí puede transmitir enfermedades a las personas (triquinosis, hepatitis E) y también a las mascotas (tuberculosis, peste porcina africana). De ahí que su carne tenga que ser analizada por el veterinario para determinar si es apta para el consumo o no. Se tendrán que tomar las muestras, descuartizarlo, congelarlo y colgar sus vísceras y despojos (que no son pocos), ya que a diferencia de lo que ocurre en otras comunidades autónomas aquí no hay contenedores especiales para depositarlos. Los despojos suelen enterrarse pero, ¿qué hacemos con la carne si no reúne las garantías sanitarias requeridas? La carne del jabalí no es negocio.

El jabalí está perfectamente adaptado a los entornos urbanos. La presencia del águila real, capaz de acabar con sus crías, es prácticamente testimonial y su depredador natural, el lobo, ha desaparecido. Los campos se abandonan, crecen los basureros y la vegetación es cada vez más abundante en solares periurbanos y parcelas. Todas las fichas juegan a favor de que la población de jabalís siga creciendo. La administración deberá tomárselo en serio. 

 

 

 

Puntos negros

 

Aunque en España no hay un censo de jabalís, el incremento de la población se calcula por los ejemplares cazados. En el periodo 1999-2000 -según datos de la Conselleria de Agricultura- se cazaron 10.329 jabalís en la Comunitat Valenciana y de ellos, 3.634 en la provincia de Alicante. Veinte años más tarde, entre 2019 y 2020 fueron, respectivamente, 32.788 y 8.594. La mayor ratio de capturas por km2 en los últimos cinco años se da en las comarcas de la Marina Alta, el Comtat y la Safor. Las cifras hablan por sí solas, sobre todo si tenemos en cuenta que el número de licencias de caza ha ido a la baja. 

Otro dato a tener en cuenta. El informe del Servicio de Caza y Pesca de la Dirección General de Medio Natural y Evaluación Ambiental de la Conselleria de Agricultura sobre las colisiones de vehículos con fauna cinegética del periodo 2007-2020 revela un continuo aumento de estas en cuanto a número, gravedad y concentración en zonas determinadas. Entre ellas, el norte de la Marina Alta y la comarca de la Safor, la zona límite entre las provincias de Valencia y Alicante. El informe, emitido en agosto de 2021, cita como puntos negros las carreteras CV-700 entre Pego y Els Poblets y la CV-715, saliendo de Pego hacia Oliva, “zona con importante densidad poblacional y, por tanto, mucho tráfico” que además, añade, “se insertan en el entorno de espacios naturales protegidos como la Marjal de Pego Oliva”. 

Casi la totalidad de estas colisiones se producen con jabalís. El índice de siniestrabilidad es alto, de 0,411 colisiones por km2 en nuestra comarca, y eso que en el cálculo solo se tienen en cuenta aquellas que se comunican. 

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