La obesidad
Verónica Monsonís (*)
Algunas personas son susceptibles a los trastornos alimentarios. Encontramos individuos con la obsesión por adelgazar, comer en pocas cantidades y aumentar su actividad hasta que su peso corporal sea extremadamente bajo. Por otro lado hay otras personas que intentan no ganar o perder peso, pero a menudo pierden el control sobre la ingesta, comiendo grandes cantidades de comida y tomando, posteriormente, laxantes o provocándose ellas mismas el vómito. En tercer lugar, podemos encontrar personas que tienen una excesiva acumulación de tejido adiposo en el conjunto corporal. Hablamos entonces de obesidad.
La obesidad es un problema ampliamente extendido. Nos tropezamos continuamente con el ideal estético. Vemos cada día como nuestra sociedad tiende a la discriminación no solo en lo que respecta a la moda sino, incluso, en los puestos de trabajo. En un puesto de trabajo de "cara al público" se le da importancia, sobre todo, a la presencia física pero, ¿es realmente lo que tenemos en cuenta cuando vamos a comprar a una tienda, a pedir unos papeles a cualquier ventanilla o a pagar un recibo?, ¿cuántas veces nos hemos quejado, no de la apariencia física del que tenemos delante y que nos atiende, sino del trato que nos suele prestar? Sabemos que la obesidad puede acarrear graves consecuencias sobre la salud: hipertensión, diabetes, enfermedades coronarias, etc., y es solo por ello que debemos prestarle la atención que se merece. Para empezar, hay que indicar que la prevalencia varía en función de la edad, del estatus socioeconómico y de la raza, y que es más frecuente entre las mujeres. Existen numerosas causas de la obesidad, como el aprendizaje y las diferencias en el metabolismo. La conducta de comer, al igual que ocurre con otras conductas, puede modificarse por el aprendizaje. Comer en exceso se aprende, así que el psicólogo puede ayudarte a adquirir una nueva conducta diferente de la de comer en grandes cantidades. Lo importante no será el tipo de alimento, sino las calorías que ingieras. Así mismo es fundamental tener unos hábitos adecuados respecto al ejercicio. Normalmente tenemos una determinada cantidad de grasas en nuestras reservas de nutrientes a largo plazo, las cuales vamos gastando y reponiendo diariamente. La obesidad se produce cuando la cantidad de grasas acumuladas es superior a las que consumimos. Andar, hacer bicicleta estática o nadar son algunos ejemplos de ejercicios que se pueden practicar.
El objetivo del psicólogo no es otro que enseñarte estrategias para que tengas control sobre la comida. La pérdida de peso es un proceso largo, pero eficaz. Lo más importante es estar motivado y trabajar por y para tu terapia.
(*) Psicóloga. Master en Psicología Clínica. Experta en Atención Temprana.