Los Baños de la Reina: lo que se desconoce no se aprecia

  • Los Baños de la Reina: lo que se desconoce no se aprecia
  • Los Baños de la Reina: lo que se desconoce no se aprecia
  20/03/2022
Por la Dr. Anna Maria Ronda Femenia, arqueóloga e investigadora

El yacimiento arqueológico de Baños de la Reina de Calp es uno de los más significados de la Marina Alta, sino el que más. Nosotros somos los herederos legales de este valioso tesoro arqueológico y paisajístico y, como es muy sabido, aquello que se desconoce no se aprecia.

La historia del lugar es extensa y llena de acontecimientos donde se mezclan leyenda y realidad. Así lo testimonia el topónimo los banyets de la reina mora, en clara referencia a las gavetes de buen tamaño cortadas en la roca dentro del mar, en la propia rada calpina, donde todavía fondeaban los laúdes, a principios del siglo XX. Precisamente su situación junto en un humedal –Las Salinas– en esta costa privilegiada, explica que desde la antigüedad fuera un asentamiento humano estratégico para el comercio y la explotación de los recursos donde, la sal, la caza, la pesca y la agricultura, serían practicadas con éxito.

Esta situación también ha favorecido su conservación a lo largo del tiempo, puesto que la arena de las dunas costas ha ido cubriendo un paisaje monumental de gran lujo y belleza, del que se tiene constancia desde 1611, hace ya más de 400 años. Gaspar Escolano fue el primer cronista que informa de aquella original topografía cortada en la roca, del acuífero de agua dulce y de los restos visibles:
“aposentos labrados la peña viva, y taraceados los suelos de pedrezuelas de varios y diferentes colores, de obra Mossayca, y hechura de dados: que miedo ser de labor tan vistosa, se embiaron a la Magestad del Rey Philipe segundo, para un jardín que mandava hazer [sic]”.

Sin duda, los antiguos mosaicos romanos fueron el que siempre llamaba la atención de los eruditos que se acercaron a aquel paraje,. Los Baños de la Reina es considerado como el yacimiento valenciano que tiene más restos musivarios sumando las descritas por Cavanilles y las que han aparecido en las excavaciones posteriores. Enviados por el rey Borbón Carlos IV, el lugar fue visitado a finales del siglo XVIII por distintos informadores: Francisco Fabián y Fuero en 179; el botánico Antonio José Cavanilles en 1792; y Carlos Beramendi en 1793.

Pero lo cierto es que fue el abad quién detalló las excavaciones que llevó a cabo los días 18 y 19 de mayo de 1792 con la ayuda de los señores de Benissa “D. Pedro Yvars Presbitero, D. Juan Antonio Feliu, D. Juan Bautista Feliu, y D. Joseph Torres Eximeno, antes Abargues”. En su obra descubrimos unos preciosos y exactos dibujos de los mosaicos y de la estructura de una vil•la de relevancia que vio la luz y que el propio botánico procuró la conservación dando a conocerlos el 5 de junio en la Gazeta de Madrid y trasladando la petición de salvaguardarlos al Conde de Aranda. Desgraciadamente, aquella protección no reunió, puesto que Carlos Beramendi en 1793 los visita y dice: “bolví a cubrirlos otra vez con la misma arena, para impedir el que el sol acabase de despegar sus piedrecitas”, y también comenta que los curiosos ya lo habían estropeado. Otros viajeros y eruditos, como Alexander Laborde, a principios del siglo XIX, también recoge en magníficos grabados los restos arqueológicos visibles, pero comenta que, después de 25 años, ya no encuentra las del abad por el uso del arado en el terreno.

Pasando el tiempo y después otras referencias, copiadas siempre de Cavanilles, el interés arqueológico de un joven artista francés Henri Van Moé, que buscaba restos de mosaicos y el azar, hizo aparecer el 30 de agosto 1965 un otra parte idéntica y complementaría del mosaico del amorcillos veremadors que acabó de descubrir una joven vecina y estudiante de Bellas artes, Lupe Rios Ivars, quienes dio parte a las autoridades locales. Y también otro vecino, el anticuario madrileño Enrique López, es el que va telegrafiar al Director General de Bellas artes, Gratiniano Nieto, para avisar del hallazgo de aquel fragmento de mosaico casi idéntico al que Cavanilles descubrió allí mismo 173 años antes. Desde Madrid el arqueólogo Manuel Pellicer fue enviado en Calp para excavar la zona, donde encuentra otras estancias y varios entierros tardorromanos. El destino del mosaico fue el de su traslado a Madrid para ser restaurado en el Instituto Central de Restauración, para acabar instalado en el Museo Provincial de la Diputación y, a estas alturas, en la Sala de Roma del MARQ.

El yacimiento sufrió en 1972 las obras del pasee marítimo y, a pesar de las advertencias de Pellicer, se hicieron sin ninguna cura con los restos que topaban, serían tumbas, muros o pavimentos. Ese fue el primer signo del futuro incierto y peligroso para el yacimiento que, en pleno auge urbanístico de Calp como destino turístico, todavía dormía el sueño de los justos debajo de los bancales de cepas a la sombra del Molino del Morelló. A inicios de la década de los 80, la presión urbanística empezó a estrechar y la petición de permisos de obra, hizo que empezaron los primeros sondeos exploratorios en 1986 al cuidado de Sonia Gutiérrez i Mari Tere Flor, bajo la dirección del catedrático Lorenzo Abad de la Universidad de Alicante. Siguieron en verano de 1988 con el descubrimiento de unas termas sondeadas por Feliciana Sala i José Luis Simón, que acabaron de excavar en septiembre Ximo Bolufer i Pepa Roig, mostrando un complejo termal con mosaico geométricos, un más que añadir a la nómina de los conocidos hasta el momento.

En 1993 fueron rescatadas las termas de la Muntanyeta por Adoració Martínez y en 1995 las excavaciones continuaron, ahora bajo la dirección del catedrático Juan Manuel Abascal. Por motivos deprisa constructiva, en el solar norte de las termas, en 1996, Rosario Cebrián descubrió una domus magnífica de planta circular y estancias radiales cubiertas con lujosos mosaicos y mármoles de procedencias de varias partes del Mediterráneo, desde África en Turquía, vivienda que conectaba con las termas primeras.
La importancia de los restos hicieron que en 1998 se excavara en el oeste del yacimiento, donde se comprobó de manera fehaciente aquella primera descripción de Escolano que aseguraba que había fuentes de agua y construcciones cortadas en la roca, puesto que apareció un espectacular obra de ingeniería romana: una grande sènia tajada a la roca en el fondo de la cual todavía brota agua dulce.

Pero en el tránsito al siglo XXI el yacimiento estaba comido por las malas hierbas, hasta que en 2004 me hice cargo de las primeras intervenciones para recuperar las estructuras, a la vez que los mosaicos fueron restaurarlos poco a poco el equipo de Trini Pasíes, Carolina Nunca y Noemí Campos. Personalmente, el yacimiento me ofreció una sorpresa, pues en el área norte y sobre los muros de la domus del s. IV d.n.e., estaba construida una iglesia con un baptisterio de cruz griega que pude datar en el s. VI d.n.e. y que, además, estaba asociada a la necrópolis y a las tumbas que siempre aparecían sobro y dentro de las estructuras del lugar.

Desde 2008, la Dra. Alicia Luján es la responsable técnica y la directora del yacimiento, y Vicent Sevila se encarga de la documentación gráfica. #El dos, y yo mismo, tenemos muy claro que los Baños de la Reina está en su última cruzada. El Plan Director, que se presentará en fechas muy próximas, no solo contempla las directrices para la conservación y valorización del yacimiento, sino que representa la oportunidad de llevar a cabo un proyecto estructural y urbanístico de primer nivel que une pasado, presente y, sobre todo, el futuro del pueblo de Calp. Ponemos el reloj a cero. Se inicia la cuenta atrás.

FOTOS: VICENT SEVILA

<<< Volver a la portada