Moraira antes de la llegada del turismo

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  12/09/2022
Llegó a tener 33 embarcaciones que capturaban hasta 38 toneladas de pescado al año

¿Cómo era Moraira antes de la llegada del turismo a finales de 1960? Un núcleo de población dedicado a la pesca artesanal gracias a la existencia de la Platja del Mojó, una especie de puerto natural que contaba con una restinga arenosa consolidada que protegía de los vientos del sur y quedaba cerca del manantial de la Senieta, fundamental para el acopio de agua y avituallamiento. En 1925 ya está documentada la existencia del Pósito de Pescadores y cuatro años más tarde se inician las gestiones de petición de construcción de un dique para proteger las casas y embarcaciones. El presidente del Pósito en 1929, Guillermo Llobell Malonda, eleva la petición al Ministro de Fomento y remite un escrito –con fecha 2 de agosto- en el que solicita la construcción de un muro para la protección de la flota, censada en 33 embarcaciones grandes y pequeñas.

            Esta petición es reforzada por el alcalde de Teulada, Vicente Roselló, el 30 de noviembre de 1931, exigiendo una obra de mayor entidad para la necesaria protección de las casas junto al mar. Como consecuencia de la Guerra Civil, el proyecto inicial no se concluyó hasta 1940 y, tras diversas ampliaciones en 1941 y 1946, se construye el muelle y la antigua lonja en la calle del Mar.

            La economía en Moraira giraba en torno a la pesca por medio de lläuts propulsados con vela latina y remos. Su flota era importante -algunas embarcaciones de hasta 12 m de eslora – y surcaba el Golfo de Valencia y llegaba por el sur hasta Almería. Las labores de reparación y el remiendo del trasmallo se compartían entre hombres y mujeres. Los “teñidores”, lugares en los que las redes hechas de fibras naturales se teñían, imprimían una fisonomía al poblado marítimo. Las redes se tenían en balsas y luego se extendían a la largo de las calles para que se secaran.

            Los volúmenes de capturas anuales a principios de siglo pasado eran de hasta 38 toneladas anuales. Las especies más usuales eran pulpo, merluza, salmonete, bonito, pajel, rascasa, dentón, escorpa, sardina, etc. La principal modalidad de arte de pesca era el trasmallo. A partir de la segunda mitad del siglo XX merman las vocaciones marineras frente a otros oficios y puestos de trabajo que demandaba el sector turístico. En l985 había ya solo 12 embarcaciones, 5 en 2009 y ahora quedan 3 que faenan en caladeros tradicionales.

 

LA SUBASTA

 

            La subasta del pescado en la Lonja de Moraira se mantuvo por más de un siglo y hasta 2017. En ella se vendían y se contaban las cantidades del precio al que sale el “lote o rancho” -grupo de peces de la misma especie de aproximadamente 1kg- de mayor a menor. Antiguamente se realizaba en “duros”, monedas equivalentes a 5 pesetas, y, desde la entrada del euro, se subastaba en céntimos de euro y de 10 en 10. Esta subasta era la única de la comarca donde la venta de pescado se hacía de viva voz y directamente al ciudadano. Tenía, además, otras características singulares. Todos los asistentes podían optar a la compra y la subasta se realizaba en valenciano. Las cantidades de euros iban de mayor a menor y cuando uno de los presentes hacía una seña se quedaba con el rancho y tenía preferencia para optar a otro de la misma especie. Si el pescado alcanzaba precios muy bajos, el patrón podría retirarlo para su posterior venta a pescaderías o restaurantes. Finalizadas las ventas, los compradores pasaban por las oficinas para pagar. La ceremonia se repetía puntualmente a las 10 de la mañana, de lunes a viernes. Los vecinos mantenían viva la antigua tradición de aprovisionarse directamente del propio pescador, sin intermediarios.

            A partir de las 9,30 horas, las barcas de pesca de trasmallo irrumpían en el puerto pesquero. A escasos metros de la lonja, comenzaba la  descarga de las capturas del día, como bonyitols, pagres, doradas, lechas, molls, sepias y pagells. La mayoría es pescado de roca, que es capturado con el arte del palangre, a unas dos millas mar adentro, frente a la Punta de Moraira. Puntual, a las 10 de la mañana llegaba el subastador. Con una libreta en una mano y el micrófono en la otra, el operario iniciaba la puja con un precio según la especie más cara ofertada y lo anunciaba al comienzo. A continuación, iba contando a la baja de 10 en 10 céntimos, hasta que alguien considera un buen precio. En ese momento, cortaba alzando la mano y elegía y se adjudica su rancho. 

            El Puerto de Moraira y su Lonja son ahora lugares con cierta nostálgica en los que la memoria de las tradiciones todavía está viva pese al progreso turístico y la integración de otras culturas. Pero, a pesar de todo, las nuevas costumbres y ritmos de vida todavía no se han impuesto del todo a las costumbres locales. Y que sea para muchos años aunque el futuro es más bien incierto. A pesar de las virtudes del producto pescado en la bahía, hoy solo quedan tres barcas en activo, las dos de Noguera y la de Sirera. El pescado de la Rada de Moraira es la base de la gastronomía local y de los platos y especialidades que son un reclamo turístico gastronómico como: el cruet de peix, paella marinera, arroz a banda, negro o con sepia, suquet de rape, etc.

            Una de las propuestas por las que lucha la Cofradía de Pescadores es declarar esta actividad Bien de Interés Cultural para dar protección a un patrimonio etnográfico que constituye un Bien no solo material e inmueble –la Lonja de Pescado y las artes utilizadas- sino también una actividad y expresión relevante de la cultura tradicional y socioeconómico de la Rada de Moraira.

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