Una colección de arte con el sello de Miguel Ángel Ivars
“Para un hijo de Dénia, que se haya decidido exponer de forma permanente las obras de arte que ha donado es un orgullo, no se puede pedir más”. Porque si Miguel Ángel Ivars Noguera ha hecho la donación de esta colección ha sido “para que lo pueda disfrutar todo el público”. Y así desde ayer, cuando se inauguró, la ciudadanía puede contemplar en la Casa de Cultura la exposición de dibujos, pinturas y esculturas pertenecientes a su colección particular que ha donado al Ayuntamiento de Dénia. Todas ellas tienen un valor sentimental, puesto que evocan momentos y experiencias de una vida dedicada al arte y a la búsqueda de la belleza. Las hay donde ese sentimiento es más profundo, como el retrato de su madre que pintó el amigo Pastor de Velasco. Otras pertenecientes a sus años de formación en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, en Valencia, y en la de San Fernando de Madrid. Todas ellas intercaladas con una serie de esculturas que reflejan la pasión de un joven que se crio entre mármoles y que disfrutó después dándoles forma.
La colección de obras de arte donadas por Miguel Ángel Ivars se exhibirá de forma permanente en la planta baja de la Casa de Cultura. Todas las piezas menos una, de mayor tamaño, a la que se dará una ubicación en algún lugar todavía no determinado en el exterior. Se trata de una escultura de Toni Marí, el artista del hierro, que tiene unas dimensiones de 2,24 x 1,06 metros. Para que la exposición no quedara huérfana de esta pieza, junto al resto de los cuadros que ocupan una de las paredes se ha colocado una fotografía tomada desde la terraza en la que ha estado colocada durante mucho tiempo.
Ivars utilizó ónix, mármol y cobre para realizar seis de las siete esculturas que forman parte de la colección. En una de ellas empleó ónix del Paquistán y en otra, mármol de Carrara. La séptima, su interpretación de la prehistórica Venus de Lespugue, fue realizada con madera de boj. La influencia del mar y su admiración por el Machu Pichu y la cultura inca quedan reflejadas en estas creaciones, arropadas por pinturas y dibujos de diferentes autores, entre los que se distinguen varios retratos suyos.
Enrique Pastor de Velasco pintó para él a su madre, Rosita Noguera, un cuadro de mayores dimensiones que ocupa un lugar privilegiado. También lo retrató a él, con un dibujo a lápiz que comparte protagonismo con otros dos dibujos a plumilla del mismo autor. Son el reflejo de la amistad que unió a Miguel Ángel Ivars con el reconocido pintor y su esposa, Raquel Payá, con quienes compartió muy buenos momentos, como recuerda.
Cuatro óleos sobre tela, tres de Pastor de Velasco y el cuarto de Ivars, forman otra de las composiciones que dan cuerpo a la muestra. De su etapa como estudiante de Bellas Artes es la serie de cuatro dibujos realizados a una modelo en movimiento que también se expone. Y de aquella todavía recordada academia de dibujo, pintura y modelado que montó en la Avenida de Alicante son otras dos piezas, en ambos casos realizadas por alumnas aventajadas: Mercedes Blom Dahl y Encarna Buchon, que le hizo un retrato al maestro.
La exposición se completa con dos maquetas de barcos realizadas por el dianense Antonio Simó Ayza: una barca de pesca y la reproducción de la galera San Ildefonso, de 1842.
PONER A DÉNIA BONITA
Miguel Ángel Ivars Noguera estudió Bellas Artes y se especializó en escultura y dibujo. Ejerció durante cuatro años como docente en los institutos Juan de la Encina y Padre Isla de León. Pero se dio cuenta de que eso de dar clases en un instituto no era lo suyo y regresó a su ciudad natal, donde montó la academia de dibujo. A los pocos años recibió la llamada del alcalde, Jaime Sendra, pidiéndole consejo sobre cómo hacer de Dénia una ciudad más bonita. Se iniciaba así una relación con el ayuntamiento que se alargaría en el tiempo y cambiaría el rumbo de su carrera profesional, que no dejó de estar -eso sí- siempre ligada a la belleza.
Sus primeras actuaciones estuvieron relacionadas con mejorar y poner más bonitos los jardines y el mobiliario urbano, para lo que también se pondría en marcha una escuela taller de jardinería. Ya como técnico municipal, participaría en la creación de la imagen corporativa. Acabaría ejerciendo como asesor estético municipal, plaza que ocupó durante más de 35 años. A él se debe también, recuerda, el nacimiento de los departamentos de protocolo, prensa y hermanamientos.
La ciudad ha cambiado mucho desde aquellos primeros años. “Está mucho más bonita y ha evolucionado para bien, ni punto de comparación”, señala. La peatonalización y la creación de ambientes distintos han sido, a su juicio, decisiones acertadas. No se quiere pronunciar sobre la jardinería. “Ahora se deja en manos de empresas y no se actúa directamente”, puntualiza, “así que, como padre de la criatura, haré un poco de mutis”. Eso sí, teme que la aglomeración de gente en los meses de julio y agosto eche por tierra el encanto de un lugar que se ha dedicado a mimar durante varias décadas. “No me gustaría que mi Dénia muriese de éxito”, indica.