Bona Platja, un clásico con sabor a mar y carta renovada

Bona Platja, un clásico con sabor a mar y carta renovada
  27/05/2024

Casa Meua és Casa Teua visita uno de los restaurantes pioneros del mítico kilómetro 3 de Les Marines

 

Los arroces siguen siendo el principal reclamo en un establecimiento que cuida la materia prima por encima de todo

 

Corría el mes de mayo de 1964 cuando Jean Pierre Barber y Maruja Mata se hacían cargo del restaurante Bona Platja, un clásico del mítico kilómetro 3 de la carretera de Les Marines, donde todo acababa o todo empezaba, según cómo se mirase. Lo hacían en compañía de otro matrimonio ligado a la historia de la gastronomía local y a los años del boom turístico, Juan Fluxá y Pepita Bolufer. Con el tiempo Jean Pierre y Maruja cogerían las riendas del negocio, que hoy, 60 años después, es mucho más que un botón de muestra de aquellos años dorados del turismo feliz. Verónica Barber Moreno, tercera generación, está ahora al frente de un restaurante que ha sabido subirse al carro de los nuevos tiempos sin dejar de lado la tradición, el producto fresco y los platos de temporada. Siempre con el mar como referente, con una terraza que invita a pasar largas horas y disfrutar de los atardeceres y una carta con toques de modernidad.

            Casa Meua és Casa Teua, el programa con el que Els Magazinos y Cerveza Turia reconocen la tradición hostelera, visita este mes de mayo el restaurante Bona Platja. La cita es el próximo jueves 30, a las 21 horas, y el objetivo no es otro que homenajear a una familia que ha contribuido a escribir la historia de la gastronomía de Dénia y la Marina Alta, fiel a la memoria culinaria de estas tierras y capaz de adaptarse a los cambios y a las necesidades de los comensales. La suya es una historia de esfuerzo, trabajo, dedicación, retos y aprendizaje ligada primero a los nombres de Jean Pierre, Maruja y sus hijos Eric y Michel, con nuevos capítulos que siguen llenando de contenido Verónica y su hermano Eric y también, desde hace poco, la joven Yaninna, la benjamina de la casa.

            Verónica, que empezó vendiendo helados en verano con 14 años en la playa un chiringuito que le montó su padre, ha dado un toque personal al negocio, del que se hizo cargo hace dos años. No fue fácil convencer al resto de la familia, sobre todo a Eric, su padre, que no lo veía claro. Arriesgó, cambió la decoración, habilitó nuevos espacios y renovó una carta en la que los arroces, eso sí, siguen siendo su principal reclamo. “Hoy en día hay mucha competencia”, explica, “y tienes que hacer cosas que no hacen los demás”. Por eso, Bona Platja continúa cuidando el producto local, con tapas de toda la vida como la sepia, los calamares, los chipirones o los erizos en temporada. Pero ofrece además fusiones, carnes a baja temperatura o sushi, por ejemplo.

            La acogida ha sido más que buena y el esfuerzo, por lo que se ve, ha valido la pena. “Los clientes están contentos y a los cocineros también les motiva”, precisa la responsable del negocio. Eso sí, “cuidando siempre la materia prima”, insiste.

            Los dos matrimonios que pusieron al restaurante Bona Platja en el mapa lo adquirieron en 1964. La sociedad se separaría unos años después y los Barber Mata, que ya habían regentado un restaurante en Argelia, seguirían al frente de Bona Platja, un local bastante distinto y más pequeño que el actual. A base de esfuerzo y trabajo, lo ampliarían en 1979.

            Allí se criaron sus hijos, Eric y Michel, en la playa y en el restaurante. Eran otros tiempos, “incluso tuvieron un burro y un mono”, comenta Verónica. Su abuela era “una artista de los arroces” y su abuelo practicaba habitualmente una de sus mayores aficiones, la pesca. Lo hacía con la “Llampuga”, su apreciada barca. “Una de las cosas que más le gustaba eran las competiciones de atún”, relata la nieta. Salió a pescar siempre que pudo y el pescado fresco fue otro de los atractivos de la cocina de Bona Platja. Mención especial hay que hacer también de la ensalada niçoise, un clásico elaborado con el secreto de la abuela y que se mantuvo en carta hasta hace un año.

            Eric y Michel pasaron por cocina, servicio de mesa, barra… Años después lo harían también los hijos de Eric, Michel y Verónica, quien siempre estuvo muy unida a sus abuelos y pronto tuvo claro que lo suyo era la hostelería. Una profesión, como ella dice, “que te tiene que gustar”.

            Bona Platja ha inscrito su nombre en la historia del remo local y del automovilismo, la gran afición de Eric Barber Mata. Pero sobre todo ha transmitido ese halo de restaurante familiar a quienes se han sentado en su mesa. Con mucha clientela fija pero también de paso -su magnífica terraza es irresistible-, se ha ganado la fidelidad de muchos. “Vienen hijos de hijos de clientes de los primeros años y te cuentan historias y anécdotas”, señala Verónica, “porque siempre hemos hecho muchas migas con la gente”. Por experiencia, está convencida de que el trato es parte fundamental en el éxito, “la empatía, la cercanía”, pero sin dejar nunca de lado el producto, lo tiene claro.

            El restaurante, situado en primera línea, ha capeado temporales de esos que no se olvidan, con el agua entrando por una puerta y saliendo por otra y las barcas varadas en la arena arrastradas hasta el comedor. Ha hecho frente a modas y crisis importantes y se ha sabido adaptar a los nuevos tiempos. “Innovar para no quedarse atrás”, dice Verónica Barber, que tiene claro que para captar a la juventud hay que subirse al carro de las nuevas tecnologías y tener presencia en las redes sociales. Su hija mayor, Yaninna, posa con ella para la foto delante de unos azulejos que dicen mucho del local, con la imagen del castillo al fondo y la “Llampuga” de Jean Pierre en el mar.

El menú de la cena del jueves 30 de mayo, a las 21 h., en Bona Platja: Ensalada de tomatito relleno de gel de naranja, ventresca de atún y espuma de cebolleta; Pulpo seco con aceite de ajo negro y aire de espencat; Empanadilla de rossejat con setas y pato; Encocado gratinado de erizo y gamba roja con alga codium; Espejo de sandia especiada con atún y crocante de pera; Posta negra al estilo cartagenero; Profiteroles de fartón con crema de horchata y chatilli de uva moscatel. Maridaje: Cervezas Turia y Complot Ipa con dos de los platos y vino. Precio: Precio: 40€. Reservas: 965 78 27 77

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