El sociólogo Antonio Ariño moderará una charla sobre longevidad el 11 de abril en Dénia

El sociólogo Antonio Ariño moderará una charla sobre longevidad el 11 de abril en Dénia
  06/04/2024

La ley de eutanasia es extremadamente restrictiva y queda muy por debajo de lo que la mayoría de la sociedad espera”

 

“A muchas personas en edad avanzada se las infantiliza, no se les tienen en cuenta sus derechos”

 

Los cuidados, el aburrimiento y los derechos de las personas mayores, a debate en la edición de primavera del Dénia Festival de les Humanitats

 

Las personas vivimos cada vez más años. Nuestras vidas se alargan y se nos plantean nuevos retos que la sociedad ha de afrontar. Sobre ello reflexiona en esta entrevista Antonio Ariño, catedrático emérito de Sociología de la Universitat de València (UV), que el 11 de abril moderará una sesión de debate en la edición de Primavera del Dénia Festival de les Humanitats (Centro Social, 17.30 horas). En ella participarán las también sociólogas María Ángeles Durán, catedrática emérita del Consejo superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y la investigadora Josefa Ros, de la Universidad Complutense de Madrid, que abordarán aspectos científicos y sociológicos de la longevidad, cuestiones relacionadas con la soledad, los cuidados y el aburrimiento. “Con frecuencia se piensa que las personas mayores lo que tienen que hacer es entretenerse, irse de excursión, hacer turismo, colocarles programas de la televisión… Pero además de entretenerse, como cualquier persona”, señala Ariño, “también quieren encontrarle sentido a la vida, llevar una vida con significado, y es ahí donde hace falta una gran transformación”.

 

 

PREGUNTA: Dijo usted el año pasado en Dénia que en lugar de utilizar la palabra longevidad prefiere hablar de “vidas extensas”. 

RESPUESTA: No podemos hablar de sociedades envejecidas. Las sociedades no envejecen, envejecen las personas, las sociedades pueden durar cientos de miles de años y tener un tipo de estructura demográfica u otra. En la sociedad contemporánea, a lo largo del siglo XX y el siglo XXI, las personas hemos duplicado la esperanza de vida. Por eso hablo de vidas expandidas. Las vidas de nuestros antecesores y nuestros ancestros eran vidas cortas. A principios del siglo XX había una media de esperanza de vida de 40 años. Hoy es de 80 años como mínimo. Para las mujeres es más y en los varones ya está entre 81-82. Se ha producido por lo tanto una duplicación de la duración de la vida que podría llamarse longevidad. Pero yo entiendo que el hecho de que haya una sola persona que llegue a 120 años determina la longevidad de la vida humana, esa es la longevidad. No significa que la inmensa mayoría de la gente llegue ahí. Estamos muy lejos de hacerlo. Pero sí que se ha expandido la duración media de la vida de las personas. Esto es una revolución sin precedentes, en ninguna otra especie viva se ha producido algo parecido. Y se está generalizando a todas las sociedades. Comenzó a consecuencia de cambios en la higiene, en la alimentación, progresivamente también en la atención sanitaria y en la propia medicina. Pero los primeros cambios, que son verdaderamente relevantes, son los dos primeros, que hicieron desaparecer una serie de enfermedades mortales que se producían en el momento del parto o del nacimiento de los niños. Este cambio, que las personas que nacen sobreviven y lo hacen hasta edades que podemos llamar avanzadas es lo que yo llamo la sociedad de las vidas extensas. Esto no tiene nada que ver con lo que está estudiando la Biomedicina para ver de qué manera se podría prolongar todavía más la vida; intervenir sobre el código genético es un cambio que supone un avance científico importantísimo, y que muy probablemente sucederá. Y ahí hablaría ya de prolongación, mientras que en el primer caso había un potencial de que la vida se alargase si se daban unas condiciones. 

P: Vivimos más años y envejecemos más tarde, pero durante ese ‘tiempo extra’ ¿vivimos mejor?

R: Hay unos años de ese tiempo que son años con enfermedades gravemente invalidantes. Según la media estadística, ahora mismo estamos predestinados a tener entre cinco y tres años de esperanza de vida con ese tipo de enfermedades. Aunque haya personas que llegarán a los 90, 95 o incluso más años con plena salud, habrá otras que se pasarán a lo mejor diez años de su vida dependientes. 

P: ¿Es la dependencia la gran asignatura pendiente de la administración?

R: En 2007 se aprobó la Ley de la Autonomía Personal y de Ayuda a la Dependencia, cuya filosofía no se ha desarrollado suficientemente por falta de medios y seguramente también por falta de voluntad política en muchos actores. Los medios siempre son importantes, pero también otros recursos. Ahora bien, es cierto que nos estamos encontrando en una situación en que algunas de las medidas que adoptamos para tratar de ayudar y atender a las personas mayores son muy deficitarias, y el covid lo ha hecho patente. Me refiero a varias cosas. En primer lugar, las residencias, que no están a la altura del trato digno que tienen que recibir las personas en esa etapa de la vida. Se habló mucho de que se tenía que reformar el modelo residencial, pero han pasado ya cuatro años y no se ha hecho nada. Otro de los problemas que surgió en ese contexto fue el de la soledad, un reto enorme que tiene la sociedad actual y que seguro que abordaremos en Dénia. Las personas mayores con vulnerabilidades necesitan ser atendidas. El reto de los cuidados, tanto residenciales como no residenciales, es fundamental, como lo es el de los derechos que tienen las personas hasta el último momento. El tercer aspecto sin duda es que aunque se ha aprobado una ley de eutanasia, es extremadamente restrictiva y desde mi punto de vista queda muy por debajo de lo que la mayoría de la sociedad espera para ese momento último de su vida. Se aplica a casos tan extremos que no sirve para la mayoría de situaciones de enorme sufrimiento y dolor de las personas en esa etapa final. 

P: Hemos hablado de cuidados y de cambios pero las mujeres seguimos siendo las grandes cuidadoras.

R: También en eso se atisban cambios. Ahora hay más varones que cuidamos, yo me he encontrado entre ellos. Pero ciertamente la mayoría del cuidado que se proporciona a personas mayores dependientes se produce en la familia. Y es soportado por mujeres, las más próximas.

P: Muchos servicios siguen vetados a las personas mayores por eso que hemos dado en llamar la brecha digital.

R: Eso también está en proceso de cambio. Algunas personas que ya nos hemos jubilado nos hemos ido formando en nuestra propia actividad profesional con la incorporación progresiva de las nuevas tecnologías. No somos nativos digitales pero un repertorio de nuevas tecnologías que pueden ser útiles tanto para la vida cotidiana como para el ocio y demás se van incorporando bastante bien a la vida. Es el caso del teléfono móvil. Sí que es cierto que hay desafíos en los cambios que se están produciendo con las nuevas tecnologías. Tal vez en aquellos espacios donde más se encuentran las personas mayores -como los ayuntamientos, residencias, centros de mayores- debería haber una socialización en el potencial que tienen estas nuevas tecnologías. Hablamos de la inteligencia artificial, por ejemplo. Se corre el peligro de que uno quede marginado de las potencialidades que estas tecnologías tienen para su vida. Cómo incorporarlas a su vida será una tarea importante que tienen que hacer las administraciones púbicas.

P ¿Se puede vivir una vejez con dignidad en estos momentos?

R: La dignidad no es una cuestión absoluta. Una persona que necesita una silla de ruedas, si vive en un entorno donde puede moverse, sin barreras, puede tener unas condiciones de vida dignas. Otra con problemas neurodegenerativos, si tiene un entorno en el cual es atendida con los derechos de una persona tiene una dignidad que atiende a sus necesidades. La dignidad está vinculada con las necesidades de la persona. Pero sí que es cierto que muchas personas se encuentran con que en la edad avanzada las infantilizan, no se les tienen en cuenta sus derechos, es como si hubieran perdido su condición de seres humanos adultos. En consecuencia, hay mucho que avanzar en el tema de dignidad. Por no hablar también de todos los estereotipos edadistas que hay en nuestra sociedad y que tienen que ver con una estructura social que organiza las personas en función de la edad que tienen. ‘A partir de una determinada edad usted es ya un inútil para el trabajo y de alguna manera una carga social, porque usted ya no aporta nada, recibe su pensión de las generaciones que trabajan’. Esa mentalidad, que está presente en determinados estratos y estructuras sociales, niega la dignidad y de alguna manera excluye a las personas mayores de la plenitud de sus derechos, y esa será otra de las cuestiones importantes que trataremos en la sesión de debate.

P: Las personas mayores tienen más experiencia, no habría que menospreciarlas.

R: La experiencia es importante. Se ha comprobado que hay dos momentos en la vida en que las personas son innovadoras y creativas. Uno en la juventud, al principio de la carrera laboral, cuando estás descubriendo el mundo y no tienes muchas prevenciones ante las cosas, eres audaz y atrevido para meterte por caminos que no han sido explorados. Esa es una base para la innovación. Hay otra innovación que se produce en aquellas personas que han acumulado experiencia, y esa experiencia les ayuda a encontrar soluciones mejores, más prácticas, más eficaces para problemas que tenían una larga historia. Se habla ahora de una sociedad postgeneracional, aunque no me acaba de gustar la palabra, aquella que no clasifica a los individuos por su generación y no determina que la juventud es maravillosa y la edad avanzada es un momento en que la gente no sirve para nada. Leía estos días que BMW está ensayando la convivencia intergeneracional en distintas factorías. Precisamente por eso, porque unos y otros se pueden complementar. Así es que los esquemas estructurales que tenemos ahora en la forma de organizar el trabajo, la vida, el ocio, etcétera, deberían experimentar un cambio importante. Podemos convivir complementando aportaciones de unos y otros, y eso sería positivo para unos y para otros.

 

En la imagen, Antonio Ariño durante su intervención en octubre del año pasado en los actos paralelos del Dénia Festival de les Humanitats. El próximo mes de mayo participará también en un seminario organizado por la UV dentro del Aula de Ciencias Sociales del festival.

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