Empiezan las clases...
GLORIA MARTÍ (*)
Empezaron las clases y nosotros, los padres y madres, no podemos desligarnos de ello. No debería bastarnos con acompañar a los hijos e hijas a la escuela, comprarles el material escolar, preocuparnos de que lleven el almuerzo, recogerlos a la hora de la salida y acudir a un par de reuniones al año... ¿Qué tal si empezamos también nuestras particulares clases con ellos?... ¿Qué tal si nos preocupamos de que nuestros hijos e hijas lleguen cada día a clase preparados y preparadas para aprender?, preparados y preparadas para entender normas sociales que es necesario respetar cuando se forma parte de un grupo... preparados y preparadas para mantener relaciones adecuadas con los maestros, profesores, compañeros y compañeras... para ser capaces de solucionar sus posibles problemas sin recurrir a la tan común agresividad que, por otra parte, tantos problemas acarrea...
Desde casa y desde nuestra privilegiada relación afectiva con ellos y ellas podemos hacerlo fácilmente. Podemos estimular su capacidad de atención, su memoria (tanto a corto plazo como a largo plazo), sus habilidades sociales y emocionales, su respeto al otro (y a uno mismo), su interés y su MOTIVACIÓN...
Para ello y como primerísimo paso, es necesario ser conscientes de que todo lo que hagamos va a afectar al desarrollo de la personalidad de los niños y niñas, lo que implica que el objetivo último de cualquier educador o educadora (y los padres y madres somos los primeros y más importantes educadores) es perfeccionarse a sí mismo y misma como persona; sólo entonces podrá educar de forma efectiva y con resultados positivos.
Por ello, unos primeros consejos sobre este tema son los siguientes:
- Sé un buen ejemplo de conducta; un ejemplo que deseen seguir.
- Si quieres que tus hijos te escuchen, escúchales tú (tienen mucho que decir).
- Si quieres que tus hijos te respeten, trátalos con el máximo respeto.
- Si quieres que tus hijos te cuenten cosas, cuéntales cosas (hay miles de excusas).
- Si quieres que tus hijos no sean impulsivos, no seas impulsivo; reflexiona antes de actuar.
- Si quieres que tus hijos no te griten, no les grites tú (ni a los demás).
- Si quieres que tus hijos cumplan las normas, no te las saltes tú.
- Si quieres que tus hijos confíen en tu palabra, no les engañes nunca.
- Si quieres que tus hijos sean seguros de sí mismos, confía en ellos tú primero.
- Si quieres que tus hijos lean...
(*) Psicóloga.