Los pies en verano
EVA PÉREZ OLTRA (*)
El verano y el calor suponen un periodo delicado para los pies, por lo que requieren especial atención para cuidarlos adecuadamente. Las nuevas condiciones climatológicas, el cambio del tipo de calzado, el paso de un zapato cerrado a uno abierto o prescindir de calcetines o media que contribuyen a proteger los pies, son algunos de los factores que pueden provocar la aparición de problemas.
Las micosis (hongos) y los papilomavirus (verrugas plantares) son dos de las afecciones más comunes en los meses de verano. El primero supone una infección por hongos debida a una sudoración extrema y humedad concentrada en los pies por el calor, que debe ser tratado con antimicóticos. En el caso de las verrugas, los contagios son frecuentes en zonas calientes y húmedas como piscinas o saunas.
Para evitar su aparición, se recomienda utilizar chanclas o zapatillas de goma en piscinas, saunas, gimnasios y zonas públicas donde se está en contacto directo con la humedad. También usar calzado que permita la transpiración (a ser posible de piel o materiales naturales), no compartir toallas o calzado y, por último, secar cuidadosamente los pies especialmente entre los dedos. Además, otros problemas habituales en la época estival son las rozaduras y ampollas provocadas por la fricción de la piel desnuda contra el nuevo zapato o sandalia y que pueden llegar a provocar una herida.
Para evitarlas, se recomienda utilizar un calzado cómodo, transpirable y flexible. En caso de que aparecieran laceraciones es necesario desinfectarlas y en el caso de las ampollas, se debe evacuar el líquido para posteriormente proceder a su desinfección.
Otro ejemplo es el exceso de sudoración que, en algunos casos extremos, puede provocar grietas interdigitales.
El hecho de llevar los pies al aire y la elevada temperatura, provocan una mayor sequedad de la piel en esta época del año. Ésta se manifiesta sobre todo en la zona de los talones, cuyos bordes aparecen blanquecinos debido a la falta de hidratación y acumulación de hiperqueratosis (dureza de la piel). Para evitar este problema, es necesario hidratar los pies con cremas que contengan altos porcentajes de urea.
En caso de detectar alguna anomalía en los pies; cambios en la coloración de las uñas, escozor o descamaciones en la piel, mal olor, etc. es aconsejable visitar al podólogo para que realice una exploración e indique el tratamiento más adecuado para evitar un empeoramiento del problema y posibles contagios, en los casos en los que sea posible.
(*) Podóloga. Clínica Kines. Dénia.