Robert Miralles hace un llamamiento para "dejar de maltratar la herencia de nuestros antepasados" en la presentación del libro Ondara. Segle XX
Ha inaugurado la plaza de toros como espacio seguro para disfrutar de la cultura durante el verano
El repaso a ondarenses ilustres como el agricultot de pasa Vicent Arnau Barber, el maestro de azuela Higinio Grimalt Donderis, el zapatero artesano Pepe Garcia Giner, el industrial del juguete y alcalde republicano Jaime Doménech Martínez, el molinero Pepe Llorens Cano, el aviador republicano José Garrido Almiñana, la refugiada comunista Julia Crespo Sánchez como primera regidora en el Ayuntamiento, o el médico José Ribera Mínguez ha sido apelada por el profesor y documentalista, Robert Miralles, para reivindicar la necesidad de preservar la memoria histórica en la presentación de su última obra de investigación Ondara Siglo XX. Primera parte
“Nadie se muere mientras haya alguna persona que lo recuerde en vida", ha afirmado para incidir en que el libro da las claves para analizar comparar y llegar a las propias conclusiones de cada cual sobre la incidencia del pasado en el presente de la microhistòria del municipio.
Con esto ha reclamado ante los cuatrocientos espectadores congregados a la plaza de toros la conveniencia de “dejar de maltratar la herencia de nuestros antepasados, la buena y la roina, y recuperarla con un tono divulgativo para que los que nos siguen puedan tener constancia que la tierra que chafen fue trabajada por el suya antepasados ondarencs”. Y es que, según dice, “para estimar nuestro pueblo lo tenemos que conocer”.
Miralles ha aprovechado el escenario para tener un recuerdo emotivo hacia su abuelo paterno cuando, ya jubilado, aprovechaba sus conocimientos de francés e inglés adquirido en la emigración a Argelia o hacia América para convertirse en el primer guía turístico altruista del cuerpo taurino que hizo que los ondarenses fueran considerados por toda la comarca como unos fanfarrones. Esta característica identitaria, según ha hecho constar, contrasta paradójicamente en que el referido anfiteatro monumental construido en 1901 precederá en sesenta y cuatro años a la instalación de un servicio tan básico como la red de suministro de agua potable.
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