El peso de la artillería en la batalla
La Marina Alta y la Safor ofrecen los escenarios perfectos para recrear a través de visitas guiadas la revuelta de La Germania
A principios del reinado de Carlos I se desarrolló la guerra de Les Germanies en Valencia y Mallorca. La Marina Alta y la comarca vecina de La Safor fueron escenario de la revuelta y de cruentas batallas y enfrentamientos. Las diferencias en cuanto a dotaciones de efectivos y armamento entre un ejército y otro -el fiel a los nobles y la corona y el de los agermanats, integrado por representantes de los gremios y las clases medias y bajas- no tuvieron siempre un reflejo fiel en el campo de batalla. Un uso inadecuado de la artillería -tal vez por desconocimiento y falta de preparación- dio pie a la derrota de las tropas del virrey de Valencia, Diego Hurtado de Mendoza y Lemos, en la batalla de Vernissa. Buscó refugio en Dénia, donde se viviría algún que otro enfrentamiento virulento y desde donde huyó hacia Penyíscola con su familia y su séquito. Se conmemoran ahora cinco siglos de Les Germanies (1519-1523) con actos y actividades en muchos municipios y ciudades y la recuperación de una parte de la historia desconocida para muchos valencianos.
La Torre del Consell del castillo de Dénia exhibe una colección de armas y armaduras del tipo de las utilizadas en la Germania valenciana. La colección fue adquirida en los años 2008-2009 y suponen, en opinión del arqueólogo Josep A. Gisbert, “un lujo” para conocer cómo ser organizaban los ejércitos. Entre el conjunto de piezas que se incorporaron al patrimonio municipal figuran casquetes, petos, protectores de espalda, espadas y alabardas. Todos ellos, precisa, y aunque las modas hubiesen cambiado, muy similares a los utilizados en 1609 durante la expulsión de los moriscos.
De las armas y armaduras utilizados durante la revuelta de la Germania habló ayer Gisbert en una conferencia en l’Olleria. “La mayoría eran milanesas o alemanas”, explica, “y eran un producto de lujo absoluto que estaba en manos de la nobleza”. Como en todo, había también modas en las armaduras. Y quien lideraba las últimas tendencias eran los italianos.
Uno de los rasgos más característicos de la guerra en la primera mitad del siglo XVI es que se generaliza el uso de la artillería, que prácticamente empezó a utilizarse en los ejércitos en tiempos de los Reyes Católicos. Si echamos mano de la bibliografía, comenta el arqueólogo, veremos que en la batalla del Vernissa, ganada por el ejército agermanat comandado por Vicent Peris, la clave para derrotar al virrey fue la artillería, que pudo con la potente caballería del ejército real. Acampado junto al Convent de Sant Jeroni, lo formaron 120 nobles, 250 caballeros, 450 hombres a caballo, 2.000 hombres a pie (mercenarios, moros, castellanos y catalanes) y 13 piezas de artillería, algunas de ellas procedentes del castillo de Dénia -donde se refugió el virrey- y entre ellas probablemente algún cañón, y otras que llegaron de las murallas del condado y del palacio de Oliva, básicamente piezas pequeñas. No era el suyo por lo tanto un ejército potente en artillería, como tampoco lo sería a buen seguro el del bando contrario, acampado en Palma y Ador y que contaba tan solo con 1.000 efectivos. ¿Qué ocurrió entonces?
La teoría de Josep A. Gisbert es que el ejército real no las apañaba bien en el manejo de la artillería, para lo que se precisaba tener buenas nociones de aritmética. Fue probablemente eso lo que le deparó un fracaso estrepitoso que obligó a Diego Hurtado de Mendoza y Lemos y a su séquito a refugiarse de nuevo en el castillo de Dénia.
En la batalla del Vernissa, el virrey contó con el apoyo incondicional del Duque de Gandia, Joan II de Borja, y el conde de Oliva, Serafín de Centelles -en esta mima página reproducimos una representación iconográfica en yeso a la romana donde aparece la armadura del conde de Oliva de alrededor de 1530, poco después de la Germania-.
Gisbert explica que, pese a la equivocada noticia del historiador Martín de Viciana, Dénia fue absolutamente fiel al virrey, como relató Marco Antonio Palau en su manuscrito Diana Desenterrada. “Su abuelo y su bisabuelo tuvieron relación directa con el virrey”, como indica, y por lo tanto fuentes directas. Dénia no solo acogió al virrey, a su familia y a la corte durante meses, sino también al Tribunal y a la Real Audiencia de Valencia.
La ciudad fue escenario de una confrontación directa con los agermanats que se saldó con la quema y saqueo de algunas casas del arrabal. Recuerda el arqueólogo que dentro de la casa donde se alojaba el virrey, según contó Palau, había un lugar secreto donde se escondía toda la plata que se trajo de Valencia. La casa fue incendiada pero la plata no fue encontrada. A consecuencia del fuego, se había fundido y el virrey autorizó que se acuñase moneda con ella. Así, durante la Germania de acuñó moneda de Dénia en la ‘torre del Cubillo’ del castillo, como la denominó Palau, junto al mirador.
El día de Santa Ana, el virrey y su séquito embarcaron rumbo a Peñíscola en la nave genovesa Bartholoto, que había sido incautada por el ejército real y se encontraba atracada en el puerto de Dénia.
Dénia, y también Ondra, fueron escenarios directos de estos hechos, como también municipios de La Safor como Palma y Ador, lo que en opinión de Josep A. Gisbert podría dar pie a una serie de visitas guiadas que diesen difusión a lo que aconteció.
La derrota definitiva de los agermanats llegaría en mayo de 1522, pero la pacificación total en Valencia tendría que esperar hasta 1528.