A la luna de Valencia: Acerca de la miseria
En estás fechas veraniegas, las farmacias están a rebosar. Deben ser un aliciente turístico más. ¡Vete a saber!. Apiñados, a la espera de que les toque el turno, hay varias personas. Están atendiendo a una señora, ya mayor, sentada en una silla de ruedas. Delante de ella tiene varias cajas de medicamentos.
A su lado, una pareja, a la que ya le han dado su medicación, se dirige a la puerta. El hombre comenta en voz alta y clara, para que todos le oigan: "Como haya muchos así, no saldremos de la crisis nunca", refiriéndose a la señora de la silla de ruedas, que se queda muy avergonzada, enrojeciendo levemente. El silencio se corta, pese a que el local está lleno.
Un hombre, que está esperando su turno, comenta: "Será porque le hacen falta", refiriéndose, obviamente, a la cantidad de medicamentos que lleva la señora. Esta le mira, haciéndole un gesto que puede ser de gratitud. El tipo que ha lanzado el desafortunado comentario, a mi criterio, sale, arrastrando a su pareja, sin decir nada.
Me horroriza pensar lo que nos espera con personajes como el que criticaba a la anciana y que merecen un calificativo: el de miserables. Y pienso que son unos miserables, porque detrás del comentario hay toda una filosofía de la vida. Los enfermos, sobre todos los crónicos, los viejos, los incurables (que no es lo mismo que crónicos) que se preparen, porque sobre sus cabezas ya está pendiente la espada de los recortes económicos, que se van a hacer si o si, sobre los más débiles, que son los más asequibles a las decisiones de esos políticos que tienen, no dos varas de medir, sino varias varas, de medir, midiendo con una a los que he dicho, pobres, viejos, enfermos, a los que hay recortarles pensión, prestaciones, atención. Esos políticos tienen otra para medir a los ciudadanos que les pueden organizar, pese a la actual anestesia social, un buen lío, si les despiertan a puntapiés, propinados por medidas injustas o desproporcionadas. Tiene otra más para medir sus retribuciones y otra, para medir sus gabelas, premios, chollos. ¡Cuanta miseria!
Del 0 al 10.- Quiero darle un 10 al empleado del servicio de limpieza de la calle Aquari y alrededores. Y se lo quiero dar, porque a primera hora de la mañana estaba limpiando unos cascotes puntiagudos de vidrio de vasos y botella y que estaban esparcidos por el suelo de la calle, con el consiguiente peligro para viandantes, que en esta época van con unas sucintas sandalias de playa y para las ruedas de los automóviles. Un ejemplo de eficacia.