A la luna de Valencia: Nueve de Octubre
El nueve de octubre se conmemora la toma de Valencia por el Rey D. Jaume I el Conqueridor. No he dicho que se celebra, porque lo que se celebra es el día de la Comunidad Valenciana con un hecho que afecta, sobre todo, al cap i casal. Hasta hace poco, en el resto de la Comunidad Valenciana, esta fiesta pasaba con más pena que gloria e incluso con rechazo, por aquello de los localismos.
La procesión cívica tiene como antecedente la procesión que se celebra para pedirle a Sant Dionís que diera algo de comer a los valencianos, que se morían de hambre por las malas cosechas. El rey Pedro el Ceremonioso, el del punyalet, no pudo asistir a la procesión y en su lugar, el Penó de la Conquesta hizo el recorrido para recordar al pueblo que su rey, a la sazón enfermo, estaba con él. Esta procesión se celebró con más o menos suntuosidad todos los nueve de octubre siguientes, exceptuando la época de Felipe V, el rey Borbón colgado cabeza abajo en Xàtiva, ciudad que todavía no le ha perdonado a él, ni a sus sucesores, que la quemase. Después del paréntesis de la dictadura franquista, que le quitó su carácter festivo, pero no prohibió la procesión, en la que se trasladaba la Señera, bajada con el mástil recto y cabeza arriba, desde el balcón de ayuntamiento valenciano y trasladada a la Catedral, volvió a recuperarse la fiesta, al instituirse la preautonomía y posteriormente el Gobierno autónomo. Desde entonces hay una pelea entre los concejales de la ciudad de Valencia por llevar la Señera coronada hasta la Catedral.
Es costumbre que el enamorado le regalase a la enamorada un mocador, que envolvía la piuleta i el tronaor, así como a las frutas, hortalizas y verduras de mazapán, que como es fácil deducir, tienen relación con el hambre que se pasó en el Reino de Valencia y que fue aliviada, gracias a la intercesión de san Dionisio, santo que tuvo mas relación con París, donde fue decapitado después de querer evangelizarlo y que, según la tradición, anduvo con la cabeza debajo del brazo durante 6 kilómetros, más o menos.
De San Dionisio pocos se acuerdan en Valencia y mucho menos en el resto de las tierras de su antiguo Reino. La fiesta del 9 de octubre no obstante sigue, aunque ha habido años en los que como éste, habrá una contención del gasto a tenor de la crisis económica que nos arrasa y no habrá ágape en la plaza de Manises, al lado del Palau que alberga la sede de la Presidencia del Govern Valencià. Y digo yo, ¿porque no recordamos al santo Dionisio y le pedimos que nos ayude en estos momentos críticos, como ya ayudó a nuestros antepasados? Pidámosle que nuestras frutas, verduras, hortalizas se vuelvan a cultivar y sobre todo a valorar. Pidamos también que muebles, esteras, alfombras, zapatos, tejidos, juguetes y un montón de manufacturas tradicionales valencianas se vuelvan a fabricar y lo, que es más importante, a vender y a exportar. Si es preciso hacer una mocadorà con todos esos productos, además de las tradicionales frutas, verduras y hortalizas de mazapán, que se apliquen los pasteleros, que los hay y muy buenos en nuestras tierras y los elaboren. Conservemos las tradiciones e inventemos otras nuevas, acordes con los tiempos.