Doblegar el acero hasta convertirlo en arte
Georgie Poulariani cambia la logística y los transportes por la soldadura para hacer esculturas
El acero inoxidable y el hierro son dos materiales duros y compactos que, a priori, no son fáciles de manejar. Pero sí para unas manos expertas, las de Georgie Poulariani que es capaz de doblegarlos a su antojo para crear arte, concretamente esculturas de animales, figuras humanas y otras abstractas a base de soldaduras, sin forja alguna. La suya es una pasión tardía pero que le ha cambiado la vida de forma radical. “Hasta los 45 años, señala Georgie, “no tenía ni idea de arte, ni había ido nunca a una exposición. Ahora, a mis 51 años, solo tengo en la cabeza ideas para crear y me dedico plenamente a ello”. Y es así, porque ha transformado su agencia de transportes y logística en un taller dónde hace sus esculturas. Y, justo al lado, tiene una pequeña galería de arte en la que expone sus trabajos. Lo pueden encontrar fácilmente en la entrada a Benissa, a mano derecha, cuando suben desde Calp.
Su reconversión como artista llegó de una forma casual hace unos años. Estaba haciendo unos trabajos en el jardín de su casa de Calp, recuerda, cuando utilizó espuma de poliuretano para pegar unas piedras. A la mañana siguiente vio como la botella estaba rota y una parte de la espuma había escapado del envase. Y ahí empezó todo porque comenzó a experimentar con sus manos y descubrió “un don”, como él dice. Era capaz de transformar la espuma en diferentes elementos, como setas e incluso un elefante. Y luego se pasó a la fibra óptica en su proceso de autoaprendizaje. Durante dos años compaginó la empresa con sus creaciones y el paso definitivo surgió con el descubrimiento, también de forma casual, de los metales, el acero y el hierro. “Fue entonces cuando decidí dejarlo todo, cambiar mi vida de forma radical, porque creando soy libre y esto es lo mejor”, señala Poulariani.
Y, desde entonces, se gana la vida con sus esculturas. La mayoría son trabajos por encargo, de clientes extranjeros que quieren una de sus piezas para decorar la casa, la oficina, etc. “Los animales o el torso de una mujer, por ejemplo, es fácil de hacer porque solo tienes que copiar una fotografía. Pero el reto, y ahí está el proceso de creación que me llena, es cuando tienes que esculpir el viento o la lluvia. Eso es 100% imaginación que está en mi cabeza”, apunta el artista.
Tiene en su galería de arte esculturas de todos los tamaños y formas. Y de esto depende su precio, que va desde los 500 a los 50.000 euros. Una de las últimas que ha vendido es una pieza de gran formato, de 3 metros y casi 1.000 kilos de peso. Además, Poulariani ha expuesto su trabajo en Benissa, Calp, Málaga y en varios países del extranjero, como Francia, Mónaco y Catar.
Georgie Poulariani es oriundo de Holanda y reside en la Marina Alta –primero en Xaló y ahora en Calp- desde 2006. Según comenta, lo que más le atrajo de esta tierra es el clima, muy diferente al frío y a la lluvia constante típica de su país. “Aquí me encuentro muy bien, creo que es una de las zonas más verdes, con más sol, y me encuentro como en casa”, subraya.