El futuro nos aniquila

  23/05/2016

Guillermo_Ares_Opinion

Aunque por razones que no vienen al caso he tenido que aprender cómo funciona la televisión desde el punto de vista de la toma de una imagen que se descompone para luego recomponerse a millones de kilómetros en pocos segundos o al mismísimo instante si la distancia es más terrenal, aún hoy me sigue impresionando cómo es posible que este fenómeno ocurra.

Me sobrepasa el pensar que miles de páginas de un periódico o revista a color puedan almacenarse con infinita nitidez y garantía en algo que parece la cabeza de un alfiler.

Ya hemos llegado a esa parte de la antigua ciencia ficción en que podíamos comunicarnos mediante una videoconferencia desde el reloj de pulsera, hoy es un hecho habitual.

Estamos en el umbral del futuro, antes comenté sobre la pérdida de la capacidad de asombro en cuanto a la política, la corrupción y tanto disparate, pero también la hemos perdido al aceptar como absolutamente normales las cosas que la ciencia y las nuevas tecnologías no aportan en este nuestro presente.

Muchas cosas se pierden por necesidad de dar lugar a las nuevas, más eficaces, más rápidas o útiles que las anteriores.

Esas cosas no sólo caen en el olvido de quienes las disfrutaron sino que no existen ni existieron para las nuevas generaciones.

El telégrafo, el teletipo, las diapositivas, el papel de revelado de fotos y sus químicos, el papel carbón, la máquina de escribir y una larga lista que seguramente cada uno puede añadir tirando del recuerdo.

Los humanos nos dividimos en nostálgicos y prácticos, los primeros vemos con penita cómo van desapareciendo aquellas cosas que fueron una parte importante de nuestras vidas, irrepetibles sensaciones, aventuras o el simple hecho de hacer bocadillos para el viaje cuando había trescientos kilómetros por delante.

Viajábamos a casi cien kilómetros por hora menos que ahora, nos daba tiempo a ver el paisaje y hasta olerlo.

Hoy, la velocidad, el aire acondicionado y las autopistas nos llevan por fríos trayectos al doble de kilómetros en mucho menos de la mitad del tiempo.

Que los coches ya no traigan rueda de repuesto pone fin a la aventura de cambiar un pinchazo en medio de La Mancha, en el arcén mientras los demás aprovechan para comer el bocadillo.

Este es un pensamiento para desarrollarlo en muchas más líneas, háganlo en algún momento, recuerden cuántas cosas han desaparecido, verán cuántas están por desaparecer.

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