GUILLERMO ARES/ Un director de equipo que no sabe qué hace su equipo

GUILLERMO ARES/ Un director de equipo que no sabe qué hace su equipo
  02/05/2017

 

Esta semana dimitió Esperanza Aguirre, su argumento se basa en considerar que ha cometido el error de no vigilar debidamente a su equipo, creer en esas personas que le apoyan en su trabajo y han defraudado su confianza.

            Una retirada a tiempo siempre es una buena estrategia, ahora habrá que esperar por si algún investigador levanta un papel y descubre que tanta pulcritud no era tan pura.

            Así pasó con los grandes honorables y honorablas, quienes ostentaron cargos muy importantes en la vida de España, desde vicepresidente de gobierno hasta presidentes de grandes compañías estatales pasando por banqueros, casi todos han pasado, están pasando o finalmente pasarán por alguna cárcel gracias a unos pocos decentes que hacen bien su trabajo descubriendo públicamente que un alto cargo no es necesariamente ocupado por aquellas personas que creímos honestas, en las que hasta sus superiores inmediatos y amigos confiaban.

            Soy por naturaleza y experiencia, muy incrédulo, creo en la mitad de aquello que veo y en nada de lo que no veo, por esa razón me cuesta mucho trabajo creer que una sucesión de decepcionados tenga fin precisamente en el director del equipo que no sabía nada de las fechorías de sus dirigidos.

            Absolutamente todos los que han declarado sentirse defraudados por su “mano derecha”, finalmente van cayendo uno a una en el mismo lodo defraudando a su líder, ese que aún no sabe nada de todo aquello que se cuece a su alrededor.

            Que despierten los ingenuos, ya hay demasiadas caídas de tronos como para seguir pensando que aquello/as que por aparente lógica deberían estar pringados, no lo están.

            Hasta ahora se va demostrando que aquella/os por los que sus directivos se dejaban cortar una mano, finalmente no eran tan de fiar como se decía.

            Personajes que han tenido la cara dura de afirmar ser ciudadanos ejemplares están en la cárcel o camino de ella por no ser otra cosa que chorizos vestidos con ropa cara, que no por eso elegante.

            De esto se desprende una deducción casi lógica, una pregunta obvia que debemos hacernos como ciudadanos gobernados por quienes dicen ser impecables, desconocedores de aquello que hacen sus subordinados mientras después se descubre que ellos también lo hacían formando parte del equipo:

            ¿Cuánta gente más hay pringada mientras dice no saber nada y confiar en los demás a ciegas?

            Esa/os que algún día dimitirán, o no, lamentándose de la mala acción de sus confiados son una cadena que termina en el presidente de todos y algo más allá, donde están los que dicen dirigir el barco mientras la nave va a la deriva de las corrientes del mal.

            ¿Es posible que el capitán del barco sea el único decente?

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