La entrevista / Ana Monfort: “Los científicos no somos ratas de laboratorio”

Ana Monfort Vengut (29 años) se doctoró en oncología molecular en marzo de 2024 con la máxima nota, sobresaliente cum laude. Realizó la tesis doctoral en el Instituto de Investigaciones Biomédicas Sols-Morreale (IIBM) (Consejo Superior Investigaciones Científicas-Universidad Autónoma de Madrid). Durante una estancia predoctoral, estuvo cuatro meses en el laboratorio de la profesora Sotillo del German Cancer Research Center (DKFZ), en Heidelberg (Alemania). Trabaja ahora en el departamento médico de una compañía farmacéutica en Madrid. Ha cambiado el laboratorio por la nutrición clínica. Es embajadora de la Spanish Association for Cancer Research (ASEICA) y de la European Association for Cancer Research (EACR).
PREGUNTA: Explíquenos qué es eso de ser embajadora.
RESPUESTA: Yo soy socia de ambas entidades. Los embajadores son personas jóvenes, que se mueven mucho, participan en actividades de difusión científica, forman parte de la organización o de los comités científicos de los congresos... Yo he formado parte de la junta directiva de ASEICA, en la que he estado más activa, y he participado en las actividades de divulgación científica que organiza, como el día de la mujer y la niña en la ciencia.
P: En pocos años ha pasado de la oncología a la nutrición.
R: He trabajado más en el campo de la oncología, siete años, pero siempre me han interesado la biomedicina y la salud en general. La compañía donde trabajo se dedica a la atención a personas desnutridas o ingresadas en hospitales, busca soluciones nutricionales para ellas, suplementos nutricionales o alimentación por sondas. Yo estoy en el departamento médico de la compañía y, como estoy muy acostumbrada a leer literatura científica, a presentar datos científicos, asesoro científica o técnicamente a los profesionales de la salud que trabajan en los hospitales.
P: ¿Por qué se inclinó por la investigación del cáncer?
R: En la carrera tuve la oportunidad de estar en un laboratorio que estudiaba tumores pediátricos, en el INCLIVA. El cáncer es una de las llamadas patologías del futuro. No hay un solo tipo de cáncer, aunque todos queden englobados en una sola palabra. Cada uno tiene causas distintas, los genes implicados o los factores implicados son diferentes. Y cada vez hay más casos diagnosticados, dicen que en un futuro un tercio de la población sufrirá cáncer. Todo eso me motivaba a saber más de esa enfermedad, de aquello que queda por investigar, de los nuevos medicamentos que se pueden sacar.
P: Si hay más de 200 cánceres distintos, habrá también formas diferentes de hacerles frente.
R: Exacto. De hecho, mi proyecto de la tesis doctoral se enfocó un poco en el concepto de medicina personalizada, que lo que intenta es que en un futuro cada paciente en cada patología distinta tenga también un tratamiento personalizado. Hoy en día es probable que vayas al médico y que a todos los que tengáis un mismo diagnóstico se os dé la misma terapia. El proyecto de tesis va encaminado a ver qué tipos de gen o de determinantes genéticos podemos encontrar en los distintos tipos de cáncer, de modo que nos indiquen que si tratamos esta patología con una terapia concreta sabemos que va a tener un efecto cien por cien positivo. Que no ocurra, como sucede muchas veces, eso de que el tratamiento no funciona y tenemos que hacer otra ronda con un tratamiento distinto; o que el tratamiento ha dejado de funcionar porque ahora el paciente es resistente y hay que cambiarlo. Al final, con más de doscientas patologías distintas debería haber más de doscientos tratamientos específicos.
P: ¡Uf! Hay que investigar mucho.
R: Aún queda mucho camino por recorrer. Un día, durante una charla en un colegio, un niño me dijo: ‘si hay tantos investigadores y estáis investigando tantas cosas, llegará un momento en que no habrá nada que investigar, ya lo habréis descubierto todo’. Pues no. Hay muchísimos cánceres y muchísimas enfermedades que aún no tienen una terapia definida o implementada en la clínica, queda mucho por investigar.
P: Si en el futuro, una de cada tres personas acabaremos desarrollando un cáncer, ¿podemos afirmar que el cáncer es una pandemia?
R: Por supuesto. Muchos tienen una causa genética asociada. Pero hay una parte ambiental muy importante en el desarrollo de un cáncer. La primera causa es siempre el tabaco, sobre todo en gente joven. Está relacionado con todos los tipos de cáncer. También el alcohol o la vida sedentaria, la obesidad, síndromes metabólicos… Cada vez hay más casos de cáncer, incluso de gente joven, deportista, que se cuida.
P: Cáncer es una palabra que asusta y que algunos no se atreven a pronunciar. Por lo que dice, está en cierto modo justificado.
R: Hay miedo, es palabra tabú. Hay que estar informados y hoy en día es fácil. El acceso a Internet es fácil y hay muchas campañas, enfocadas sobre todo a la gente joven, que están dando visibilidad y divulgación científica sobre las causas, la detección precoz o qué hacer. Campañas que nos ayudan a estar al día de cómo actuar.
P: ¿Cómo valora iniciativas como las jornadas sobre investigación oncológica que organiza Amunt contra el Cáncer? Usted colabora con la asociación desde hace años.
R: Las jornadas ayudan a visibilizar la realidad sobre el cáncer pero sobre todo la investigación, que no tiene un impacto directo en las terapias o en los fármacos. Todo lo que se está investigando ahora en los laboratorios, probablemente no pasará a la clínica hasta dentro de 15 o 20 años. Son procesos lentos. La sociedad ha de saber lo importante que es la investigación, que no hay suficientes medios o recursos para investigar y que los laboratorios están haciendo muchos proyectos interesantes. Aunque la financiación se queda muy corta.
P: Falta de medios, poco presupuesto, remuneración baja. Muchos prefieren irse a otros países a investigar.
R: Salir al extranjero es una pasada. Ves cómo se están haciendo las cosas en otros países europeos, donde se invierte más en investigación, en infraestructura, en centros. En España nos quedamos un poco cortos. Tenemos menos recursos, menos personal, aparatos más antiguos, los servicios de los propios centros de experimentación... Allí es mucho más fácil investigar. Para hacer un experimento tardas dos días en obtener el resultado y en España tienes que hacer una colaboración con otro investigador, un superpedido que tarda dos o tres semanas… Pero si miras la otra cara de la moneda, te enorgulleces mucho porque en España estamos haciendo una investigación de mucha calidad con la mitad de recursos. Con una tercera parte de lo que tienen otros países, hacemos ciencia igual de buena y con resultados igual de buenos. Somos gente muy buena. Si con lo que tenemos hacemos lo que hacemos, si tuviésemos el triple seríamos mucho mejores todavía. Los investigadores españoles estamos superbién reconocidos fuera de España.
P: ¿Descarta la posibilidad de volver a investigar?
R: La investigación es muy vocacional y yo entré en la carrera investigadora por vocación. Creo que se me ha quedado una espinita.
P: ¿Se iría al extranjero?
R: Nunca me he cerrado puertas. Viajar, visitar laboratorios y ver cómo se investiga en otros lugares, empaparte de lo que hacen los demás, es muy enriquecedor para nosotros. No debería ser una obligación irse fuera. Pero para el futuro investigador en España, es muy limitante tener una carrera investigadora si no te vas. En la mayoría de las convocatorias suma también muchos puntos la internacionalización.
P: Mujer y científica. Todavía hay quien se sorprende. ¿Tiene algún referente?
R: Siempre he tendió la suerte de rodearme de mujeres relacionadas con la ciencia, en el colegio, en el instituto, mis familiares, mi prima que estudió biología, profesoras científicas en la universidad, jefas de laboratorio que tenían su propio grupo de investigación. En el mundo de la investigación científica, dos terceras partes de las investigadoras siempre son mujeres. Llama la atención que cuando ves los gráficos, dos terceras partes de los investigadores son mujeres pero después, en las posiciones de más poder, en los puestos directivos, siempre son hombres. Es lo que llaman el techo de cristal. Si lideras un proyecto de investigación y te coges una baja por maternidad, lo abandonas, lo dejas desangelado. Al final, aunque somos más mujeres, los que llegan a jefe de laboratorio o de un centro de investigación, o a director, acaban siendo hombres. Eso va cambiando, pero queda mucho por hacer.
P: ¿Alguna vez ha notado un trato distinto por ser mujer?
R: Personalmente no. Pero sí que conozco historias. Comentarios de que eres menos por ser mujer. O los típicos de cuando una compañera se queda embarazada, o que pregunten si estás pensando en tener hijos.
P: En mi época de estudiante se decía que a las mujeres les iban más las letras y que las carreras de ciencias eran cosa de hombres. Me sorprendí recientemente cuando todavía escuché un comentario de este tipo entre un grupo de estudiantes de Bachillerato.
R: Dentro de esa dicotomía, letras para mujeres y ciencias para hombres, en mi ámbito se ha bajado un escalón más. En las carreras incluidas en el llamado modelo STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas), la biomedicina, la enfermería o la medicina se atribuyen a mujeres, que son más las de ‘amor y cuidados’, y las ingenierías, las matemáticas y las carreras más técnicas, para hombres. Dentro de la ciencia siguen existiendo dicotomías. Pero veo que en las siguientes generaciones hay muchas mujeres estudiando matemáticas, física, ingeniería. Y eso está muy bien, se están rompiendo estereotipos.
P: ¿Qué mensaje enviaría a las jóvenes con inquietudes por la ciencia?
R: El mensaje que me encanta compartir es que para dedicarte a lo que te gusta no es necesario ser el mejor. No porque una niña quiera estudiar matemáticas ha de sacar 10 en matemáticas, 10 en química, 10 en biología. Has de tener pasión y dedicación, no querer ser el mejor de la clase o el erudito. Ese es quizás el estigma que hay en las carreras de ciencias.
P: ¿Fue usted una estudiante de 10?
R: En el colegio y el instituto diría que sí. En la carrera tampoco saqué buenísimas notas, también suspendía algunos exámenes. Pero luego acabé la carrera, me fui de Erasmus a Inglaterra, hice un máster y aprobé la tesis con cum laude, me lo he pasado bien, he hecho deporte y he ido de viaje. No me he privado de nada.
Muy personal
P: Ha recibido parte de su formación en el extranjero. ¿Cuesta separarse de la familia y los amigos para estudiar fuera?
R: Sí. Cuando me fui de Erasmus fue, ¡guau, vida Erasmus! Rodeada de gente joven, en otra ciudad… Durante la tesis doctoral ya tenía mi rutina en Madrid, mis amigos, una vida más hecha, y fue un poco más duro. Por eso, cuanto más mayor y más dibujada tienes la vida cuesta más.
P: ¿Saber inglés le ha abierto muchas puertas?
R: Muchísimas. Es superimportante porque, en mi caso, la lengua vehicular de la ciencia es el inglés. Además, todos los artículos de investigación científica están en inglés, la tesis la he hecho en inglés, para irte fuera a investigar -independientemente del país que sea- la lengua en la que te comunicas en el laboratorio es el inglés. En la ciencia es crucial, al menos, poderte defender en inglés.
P: Vive en Madrid desde 2018, pero me consta que viene bastante por aquí. ¿Qué tiene la Marina Alta que la hace especial?
R: Parece un tópico, pero como se vive en la Marina Alta o en todo el Levante no se vive en ningún lugar. Por el buen tiempo, pero también porque es fácil vivir, todo está cerca… La ‘terreta’ tira mucho.
P: Ha sido fallera. ¿Vendrá por fallas?
R: No podré, no es festivo en Madrid. Fui fallera en Dénia, del Centro. En Valencia, cuando estudiaba, vi las fallas a lo grande y las viví a tope. Ahora no iría a Valencia en fallas. Iría a Dénia, son unas fallas más tranquilas.
P: En su familia, por parte de padre, hay tradición de médicos. ¿No le dio a usted nunca por estudiar Medicina?
R: No. En la generación de mis padres y mis tíos sí hubo esa tradición. Las hijas de mi tío son médico y enfermera, las hijas de mi tía, una es veterinaria y la otra estudió biología, mi hermano hizo odontología. Está claro que cuando creces viendo algo te despierta la curiosidad, pero tanto mi hermana Mar como yo siempre tuvimos claro que no queríamos estudiar ninguna carrera de profesional de la salud. En mi caso, creo que era un poco por esa responsabilidad de tener a un paciente en mis manos.
P: Ha vivido en Gata pero ha estudiado en Dénia. ¡Menos mal que tenemos el trenet
R: Lo hemos utilizado continuamente, tardábamos menos en tren que en coche. Cuando pasamos del colegio al instituto lo cogíamos todos los días, también para ir al baloncesto. Además, ni Mar ni yo tuvimos moto y eso suponía o marear a nuestros padres con el coche, que no, o coger el tren para salir. Nos dio mucha rabia cuando solo iba de Calp a Alicante y teníamos que coger el bus para ir a Dénia.
P: ¡Qué pena no poder ir a Valencia en tren!
R: Totalmente. Cuando íbamos a las manifestaciones del tren creíamos que cuando estudiásemos la carrera iríamos en tren a Valencia.
P: Ha dicho que salían por Dénia. Es decir, las científicas también van de fiesta.
R: ¡Claro! Los científicos no somos tan serios como se cree, no somos ratas de laboratorio. La gente se sorprende pero somos gente joven y dinámica, que hace otras cosas más allá del laboratorio.
P: ¿Se imagina dedicándose a otra cosa que no fuese la ciencia?
R: No. Le he dado muchas vueltas. La ciencia es un trabajo vocacional. Un proyecto de investigación es como tu bebé, una parte más de ti que precisa de tu implicación y dedicación.