La entrevista / Pepe Arlandis: “El taichi te engancha, es como una droga pero buena”

La entrevista / Pepe Arlandis: “El taichi te engancha, es como una droga pero buena”
  19/11/2024
“La práctica te da fortaleza mental y espiritual, pero no deja de ser un arte marcial”

Pepe Arlandis (Chen Depei) lleva más de 49 años dedicado al estudio, práctica, enseñanza e investigación de las artes marciales. Es el presidente de la Asociación de Taichichuan y Chikung y del Chen Taichi Centre Dénia, con sucursales en Gijón, El Puerto de Santa María y Ontinyent. Acaba de publicar un libro, Chen Taijiquan-Arte Marcial de larga vida.

 

PREGUNTA: Casi 50 años practicando artes marciales. ¡Media vida! ¿Cómo se enganchó?

        RESPUESTA: Fue en 1975, me dejé el fútbol, el juvenil del Dénia. No sería muy bueno, me sacaban cuando faltaban cinco minutos para que se acabase el partido e iba como una bala. Marcaba goles. Vi que daban kárate coreano en el club náutico y me apunté, era verano. Justo antes me pilló el toro.

        P: ¿Literalmente?

        R: Sí, en las fiestas de Dénia, era el año 1975. Menos mal que solo tenía un cuerno. Me pusieron tres puntos. Empecé a la semana siguiente y allí estaban Soler, Javi y Bernardo de la farmacia, Miguel Ángel Blanco… mucha gente que ya tenía cinturón amarillo. Me compré también un libro, ABC del karate, y aprendí los nombres. En septiembre me examiné de cinturón naranja. Aprobé y los demás no. Y seguí. Hice un poco de todo entre 1985 y 1995 y en Semana Santa de ese año hice un curso de taichichuan en Marbella. Años antes, cuando tenía 18 o 19, había hecho un curso de la forma continental, pero no me gustaba. En el 95 conocí el taichi original y dije, ‘esto es lo que quiero hacer yo’. Y empecé a investigar. Tardé nueve años en encontrar el maestro adecuado, Liming Yue, descendiente directo de uno de los diez maestros mejores del mundo, Chen Zhenglei, reconocido como la persona más influyente del taichichuan en China. Hice la prueba en febrero y en mayo tenía al gran maestro en Dénia. En 2005 y 2006 volvió a dar cursos, con gente de fuera, porque aquí no había tanta gente para hacer taichi. A nosotros nos conocen mucho en China, gracias a él hemos salido en la televisión pública. También nos conocen mucho en España. Pero en mi pueblo es donde menos nos conocen (bromea) y eso que mi mujer y yo somos los dos únicos discípulos del Gran Maestro Chen Zhenglei en España.

        P: Pero aún no me ha dicho qué le enganchó.

        R: Buscaba la raíz del taichi, la enseñanza real, los maestros que me aproximasen a ella. Me gustaban los movimientos, las explosiones… hay movimientos blandos y duros…

        P: A mí siempre me ha parecido muy elegante.

R: Sí, correcto. Y cuando entras dentro te engancha. Es como una droga buena. El secreto para llegar a una maestría es practicar.

P: ¿Introdujo usted a su mujer en esto del taichi?

R: Sí, pero ella es mejor que yo. Sobre todo, explicando. Yo soy más marcial, doy más caña. María José tiene gente de todas las edades y es más elegante, pero también aprieta. Lleva más de 20 años enseñando taichi para el ayuntamiento y tiene lista de espera.

P: ¿Chen Depei y Chen Deya son el alter ego de Pepe Arlandis y María José Quintero? Explíquenoslo porque los que no estamos puestos en materia no lo entendemos.

        R: Cuando entramos dentro de la familia Chen nos ponen un nombre oficial. Ahora somos familiares de ellos. ‘De’ es la partícula que emplean para la doceava generación de taichi, que es la nuestra, aunque somos la veinte de la familia. En lugar de María ellos dicen Mariya, y por eso ella es Chen Deya. Y el Chen Depey mío viene de Peype.

        P: ¿Y usted qué se siente más?

        R: Yo de todo, mientras no me digas Jose.

        P: ¿Qué diferencia al taichichuan de otras artes marciales?

R: Es un arte marcial taoísta con efectos sobre la salud mental y física, pero no deja de ser un arte marcial. Y se ha de trabajar como tal. La partícula chuan es la que le da al taichi el carácter de arte marcial. Es muy rápido y la rapidez es la que da ventaja. La única diferencia con otras artes marciales se la da la manera de entrenar. En las otras entrenas rápido y en seis meses tienes un luchador. En taichi tardas unos diez años, pero se pega con más conciencia. Tengo que conectar el cerebro con el cuerpo y cuando lo hago, lo que vayas a hacer tú lo veo enseguida, tengo mucha conciencia de lo que estás haciendo, te veo venir.

        P: Entonces no deja de ser un arte de combate.

        R: La gente ha de saber que es un arte marcial, de defensa, que te da una seguridad en ti muy grande, te confiere mucha calma y te ayuda a contenerte, te da razones para no pegar cuando te provocan. Hacer taichi es dejar que la fuerza entre y darle la vuelta.

        P: Le da fortaleza mental.

        R: Correcto. Yo hago taichi con todos.

P: Tiene además una vertiente terapéutica.

        R: Y espiritual, porque te vas calmando y tienes la concepción de que todos somos iguales. La conciencia va subiendo y se favorece el equilibrio mental y espiritual. Una de las reglas que pongo en clase es que hemos de mantener el equilibrio y para ello hemos de andar despacio, tanteando para no caer. Otra es mover todas las articulaciones. La tercera, memorizar nombres y posturas. La cuarta respirar y la quinta, poner en práctica alguna aplicación marcial, tienes que hacer tu propio taichi, sacarlo de dentro. Viene a las clases gente con problemas en las cervicales, en los hombros, en la rodilla y se queda de continuo porque se encuentra mejor.

        P: Como en otras disciplinas, también se trabaja la respiración.

        R: Lo primero que hacemos en clase son las respiraciones, para calmar el espíritu y desconectar de lo de fuera. Saludamos a los maestros y abrazamos el árbol, una postura para enganchar la energía de la tierra y del cielo y trabajar el diafragma. Y luego empiezan el calentamiento y los ejercicios. A clase se viene a aprender y recordar, se practica en casa.

P: ¿Se debe practicar todos los días?

R: Sí. Los chinos lo hacen seis horas al día.

P: ¿Puede hacerlo cualquiera?

        R: Sí, desde niños a ancianos, con problemas o sin ellos. Cada uno llegará hasta donde pueda.

P: Practicar debe requerir mucha concentración.

        R: Va todo unido. No puedes pensar en otra cosa, sin querer estás concentrado.

P: Hemos visto taichi en la playa. ¿Es bueno sacarlo a la calle?

R: Si lo hacemos junto al mar o en un bosque cogemos su energía, que es buena. En el monte igual. No podemos hacerlo cuando llueve o hace mucho viento porque, como el agua, te quita la energía. Tampoco a pleno sol porque cogerás una insolación, está claro.

P: El estilo Chen es la modalidad más popular de taichichuan en el mundo. ¿Por qué?

        R: Históricamente es la primera. De ahí han salido las otras. También tiene influencias de otras artes marciales.

P: Para algunos, las artes marciales siguen siendo un gran desconocido. ¿Qué les diría a quienes son reticentes al combate?

R: Es normal. Pero has de saber que cada vez que te enseño una postura te he de enseñar también una aplicación marcial para que la hagas. Eso no quiere decir que lo tengas que hacer en la calle. En la calle si piensas has perdido, tienes que relajarte y dejar que el cuerpo reaccione. Les diría que sin los gestos propios de las artes marciales no podrías coger la postura.

P: Si nos decidimos a practicar taichi, ¿notaremos pronto los beneficios?

        R: Enseguida. En la primera sesión te darás cuenta de que te hace falta.

 

Muy personal

 

P: Usted se crio en la Placeta de la Creu. ¡Qué lujo!

        R: Claro. Yo soy de Baix la Mar, siempre lo digo. A veces digo ‘ha venido gente de Rusia, Inglaterra, Kazajistán, Francia, Italia y Baix la Mar’.

P: ¿Quién era Quico el vi?

        R: Quico el vi era mi abuelo, no lo conocí. Tenía un bar de pescadores donde vendía vino. Mi padre era Jaume ‘el vi’ y nosotros somos ‘de Quico el vi’. Enfrente del bar estaba el patio, venían los pescadores y mi madre hacía la llandeta, callos, los almuerzos… y se lo comían allí.

P: ¡Qué bonito tener una calle dedicada a un antepasado! Y encima un callejón tan peculiar.

        R: Quico el sexto, como dice la gente de fuera. Yo subía por allí, como Jackie Chan, para que mi padre no me viese.

P: Sus padres, Jaume y Amparito, llevaron el bar pero ni a usted ni a ninguno de sus hermanos les dio por la hostelería.

R: No, no. Yo lo que quería era salir de allí. No me gustaba. Recuerdo que cogí la destreza de coger cinco botellas con una mano y cinco con la otra cuando mi padre me pedía que le ayudase a llenar la nevera. Yo le decía que si no sería mejor llevarlas en una caja, y el decía que no, que solo necesitaba unas pocas. Gracias a eso todavía tengo destreza en los dedos. Yo intenté coger el bar cuando falleció mi padre pero mi hermano no me dejó. Menos mal, porque no haría lo que hago.

P: Baix la Mar ha cambiado mucho. ¿Cómo ve ahora el barrio?

        R: Entonces jugábamos en la calle, cogíamos almejas allí delante... Todo era distinto. Por cierto, cogiendo almejas perdí el anillo de comunión.

P: Su hermano Francesc se decantó por la música. ¿Usted no sintió nunca esa inclinación?

        R: Yo tocaba la guitarra pero duré poco. Sé tocarla y aun la tengo. Pero el taichi me ocupa mucho tiempo.

P: ¿Qué siente cuando se pone el kimono?

R: En lugar de kimono llevamos más bien el traje de taichi, el de los botones, pero lo utilizamos para los grandes eventos. Normalmente hacemos taichi con camiseta, porque hace mucho calor y porque la energía que creamos da calor. Si cuando acabamos de practicar alguien tiene las manos frías es porque los meridianos no están conectados, tenemos que abrirlos. Como los chinos, cuando practicamos llevamos zapatos. Y otra cosa, la lengua toca el paladar.

P: ¿Cómo dice?

R: La lengua toca el paladar cuando practicamos. Conectamos un canal funcional y un canal que hay detrás y se crea un circuito de energía. Cuando el circuito se llena reparte calor por todo el cuerpo. Los niños cuando nacen tienen la lengua en el paladar.

P: Ha aprendido mucho de la cultura china.

        R: Es milenaria. Buscan el camino de en medio, la naturalidad, no forzar… Es complicado, pero me atrae.

P: ¿Se iría a vivir a China?

        R: No, no me gustan las chinas.

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