Los hermanos Comes: altruismo y generosidad
DÍDAC VENGUT
A buen seguro que el nombre de Josep Antoni Comes Ballester pasa desapercibido para mucha gente, incluso en su pueblo natal, Pedreguer. Hay referencias de la familia Comes, y tanto, porque, de hecho, ha cedido buena parte de su patrimonio al pueblo, como los edificios que son la sede de la banda de música, del hogar de los jubilados, ADIMA y la Plaza de la Amistad, que era el patín de su casa. Pero poca cosa o nada se sabe de la trayectoria vital de un joven convencido -que no rebelde- que su papel no era heredar el oficio de banquero de su padre sino hacer carrera en el mundo eclesiástico. Y no llegó a la cumbre, según los estudiosos, porque fue muy crítico con la jerarquía de la época y, además, encabezó un movimiento de pastoral obrera para estar junto a los jóvenes y de los trabajadores en tiempos de la dictadura franquista.
Siempre se ha dicho que aquello que no está escrito se pierde de la memoria histórica. No es el caso de Josep Antoni y de Clementina porque el Colectiu Mirades, a petición del Ayuntamiento de Pedreguer y de la Asociación Els Pòrxens, ha hecho un documental que cuenta, con todo detalle, el porqué del altruismo y la generosidad de los hermanos Comes hacia Pedreguer. El documental, dirigido por José Gayà y con Pau Barrull en la producción, ha pasado por varios festivales en València, México y Londres y la semana pasada se presentó en el Benitatxell.
EL CONCILIO VATICANO II: ABRIR LOS OJOS
Josep Antoni Comes estudió teología en el Seminario Mayor de Comillas, a Cantabria, uno de los más prestigiosos de la época. Allí hace los primeros contactos con el Grupo de Apostolado Obrero de la mano de dos compañeros de València. En 1957 viaja a Roma y vive durante dos años en un suburbio, una experiencia que le aporta una visión del mundo mucho más amplia e integrada. El acontecimiento que lo marcó fue el Concilio Vaticano II convocado por Papa Juan XXIII, que se desarrolló de 1962 a 1965. Comes comulga con la necesidad de un cambio y con la eclosión de una iglesia universal donde había que estar junto a un pueblo que necesitaba abandonar su sumisión.
Los principios teóricos los llevó a la práctica y por eso Comes luchó durante muchos años con los movimientos cristianos obreros y su pastoral estaba muy alejada de los privilegios de la jerarquía eclesiástica. En València colaboró con diferentes comunidades como la de Jesús Obrero y fomentó el movimiento cooperativista con la construcción de viviendas populares y la creación de cooperativas a favor de jóvenes con un futuro incierto por la quiebra de las empresas donde trabajaban. Un servidor de la juventud obrera y al servicio del pueblo más sencillo, siempre desde su compromiso cristiano.
El de Pedreguer se va a Madrid a estudiar periodismo y en 1968 ya era el secretario de redacción de la revista Pastoral Misionera. De nuevo en València, estuvo en el frente de la revista Iglesia Viva y el 21 de noviembre de 1975, el día siguiente a la muerte de Francisco Franco, reunió el equipo de redacción de la revista Saó en el Convento de San Domingo de la capital del Turia. Vicent Boscà, el actual director de la publicación, considera en el documental que “fue todo un ejemplo de atrevimiento y de valentía apostar por una revista en valenciano en aquellos tiempos de transición que fueron complicados”.
Otra vertiente de Comes fue la apuesta y el aprecio por la lengua valenciana. Del Concilio Vaticano II salió el compromiso de difundir el mensaje de Dios en otras lenguas que no fueran el latín. En España se escogió el castellano pero Comes fue de los primeros a pedir textos litúrgicos y hacer misa en la lengua de su pueblo, es decir, en valenciano. De hecho, en las asambleas del Foro Cristianismo de València se utilizaba la lengua autóctona aunque fuera a escondidas.
La mano derecha de Comes fue Clementina, la hermana, porque estuvo siempre en su lado en cualquier tipo de emprendida. Gayà subraya que “sin ella, Josep Antoni no hubiera sido quién fue. Los viajes, la administración, la agenda... todo era organizado por ella”. Clementina Comes fue una mujer avanzada a su tiempo. Llevaba las cuentas del negocio del padre, con quien viajó a Londres y en los Estados Unidos y después lo hizo ella sola. Además, enseñó a leer y a escribir a amigas de la niñez.
PEDREGUER AL CORAZÓN
Los hermanos Comes tenían una gran vinculación con Pedreguer en el corazón y pasaban largas temporadas a la casa de campo. Boscà asegura que “Josep Antoni representa de primer plan el espíritu del pueblo valenciano y, en especial, el aprecio por Pedreguer, no como lema político ni de identidad sino de vida”. “No olvidó nunca Pedreguer”, continúa, “porque lo llevaba en el corazón”. Algunos de sus amigos que acudían a las tertulias a la casa dan testimonio que Comes llevó en Pedreguer a las personalidades intelectuales progresistas -teólogos y sociólogos- más importantes de la época de todo el territorio español. Los de fuera se comieron más de una paella y se llevaron más de un susto con el ruido de unos cohetes que no habían sentido nunca estallar.
El alcalde de Pedreguer, Sergi Ferrús, dice que “Comes tuvo siempre mucha respeto por la cultura valenciana y hablaba con los amigos de aquello de la república independiente de Pedreguer”. Era un hombre visionario y pionero en muchos asuntos. No hace falta más que releer un artículo firmado por él en el libro de fiestas de 1971 en el cual habla ya del servicio social como alternativa al servicio militar obligatorio. Los primeros objetores de conciencia aparecieron diez o doce años más tarde.