Sal Yvars, un catcher “benissero” en la Major League americana

  • Sal Yvars, un catcher “benissero” en la Major League americana
  • Sal Yvars, un catcher “benissero” en la Major League americana
  02/04/2022

Salvador Anthony Yvars jugó ocho temporadas –en la posición de catcher o receptor- en la Major League Baseball, la liga profesional de béisbol de los Estados Unidos. Primero con los New York Giants, de 1947 a 1953, y después en los St. Louis Cardinals, de 1953 a 1954. Yvars nació el 20 de febrero de 1924 en el Lower East Side, un barrio situado entre los puentes de Manhattan y el de Brooklyn, en Nueva York. Su padre, Joaquín Ivars, era de Benissa y fue uno más de los miles de hombres que emigraron a tierras americanas en busca de fortuna. Allí se casó con una vecina de origen italiano y tuvieron cuatro hijos: Teresa, Salvador, John y Jack. Tras tres años en Canton, en Ohio, huyendo de las consecuencias de la Gran Depresión de 1929, la familia regresa a las afueras de Nueva York, a Valhalla, y los tres hermanos juegan y crecen con el guante de béisbol en la mano.

            Yvars firma por los Giants en 1942 y se alistó en las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos. Tras la Segunda Guerra Mundial, jugó para el Manchester de la New England League, temporada de 1946, y en el Jersey City Jerseys, de la International League, un año después. Ese mismo año, el 27 de septiembre de 1947, debuta en la

Major League Baseball y es uno de los fijos en el equipo de los New York Giants. Cuentan las crónicas que fue el receptor suplente de los Yankees, detrás de Wes Westrum, en la temporada de 1951. Y es recordado en el mundo del béisbol porque creó, junto con cuatro y cinco compañeros de equipo, un sistema para descifrar las señales de juego de los rivales, lo que les proporcionaba cierta ventaja. De hecho, ese año ganaron el banderín.

            Los Giants cambiaron a Yvars a St. Louis Cardinals en 1953 y se retiró al año siguiente. Su último partido fue el 26 de septiembre de 1954. En las estadísticas de la liga, el “benissero” tiene un promedio de bateo de 244, 41 carreras, 10 home run –la máxima jugada del bateador que le permite recorrer las cuatro bases y anotar una carrera- y 42 carreras impulsadas. En el aspecto defensivo, registró un porcentaje de pitcheo –lanzador- de 987.

            Su paso por la liga profesional no fue anecdótica sino más bien todo lo contrario. Así lo demuestran las estadísticas de los 210 partidos que jugó. Pero, además, hay una anécdota que lo corrobora. Uno de sus familiares de Benissa, Josep Andreu Ivars, nos cuenta que, tras años de desconocimiento y alejados unos de otros, cuatro primos, Sal, Salvador –su padre-, Jack y Paco, se reunieron en tierras neoyorkinas. “Cuando íbamos en el tren que une Valhalla con Manhattan”, recuerda Josep Andreu, “el revisor, un hombre ya mayor, nos llama la atención porque hablábamos fuerte, en un tono alto”. “Entonces”, sigue,  “conversa con nosotros y le dijimos si conocía a Sal Yvars. Y claro que lo conocía porque fue capaz de recordar sus estadísticas más de 50 años después”.

            Una vez acabada su carrera profesional, Yvars, junto con otros compañeros de equipo, creó una empresa de negocios en la que invirtieron su dinero y el de otros jugadores.

 

SUERTE DISPAR PARA SUS HERMANOS

 

            Sal Yvars ha hecho historia en la Major League Baseball, es el más conocido, pero sus dos hermanos también jugaron al béisbol. Josep Andreu asegura que John, posiblemente, era el mejor de los tres pero prefirió estudiar y postergó su carrera profesional. Cuando quiso reincorporarse, no consiguió las metas que tenía en su mente y “por eso se lo dejó”.

El más pequeño, Jack, fichó por los St. Louis Cardinals de Missouri en la temporada 1954-55. En uno de los partidos, al intentar recoger una pelota lanzada, chocó con mucha fuerza contra un muro y se lesionó de gravedad. En pleno proceso de recuperación en casa, el entrenador y el propietario del club fueron a buscarlo para que regresara al equipo para jugar el partido más decisivo del año. Y lo hizo, todavía enfermo, y ayudó a sus  compañeros a ganar el partido. La suerte no estuvo de su lado porque, poco después, la polio le obligó a abandonar definitivamente el béisbol, “pero, gracias a este deporte, su futuro se abrió y pudo sacar adelante a su familia, según nos cuenta siempre”, subraya Josep Andreu.

Ya lo saben, el apellido Yvars, uno de los más comunes de Benissa –si no el que más, aunque con i latina- está en la historia de la liga americana de béisbol con letras mayúsculas.

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