Tanto monta, monta tanto

  16/11/2015

Guillermo_Ares_Opinion

Como todo en esta vida, a ser machista se aprende.

Hay mujeres machistas, algunas mucho más que muchos hombres.

El primer error es el significado, la definición que generalmente se da al calificativo.

Un machista no es sólo aquel que considera que la mujer debe estar en casa cuidando de la cocina y los niños, también es el que cree que la mujer es inferior al hombre y por tanto a su servicio y, aquí empieza el gran error.

Desde no se sabe cuándo, la mujer, igual que los esclavos, no pudieron defender sus derechos de igualdad muy a pesar de existir la desigualdad hasta puntos imposibles, tanto que muchas mujeres de varias generaciones fueron educadas bajo una doctrina machista que las ponía en un segundo plano al servicio del macho.

Hoy, Siglo XXI, nada ha cambiado, hay un avance poco perceptible a favor de la mujer y sus derechos, la sociedad actual aún sigue siendo machista en demasiadas áreas y muy especialmente en la del pensamiento.

Este fenómeno se produce precisamente porque lo que se ha conseguido no está debidamente asentado, todavía se dice aquello que realmente no se piensa si vamos en dirección hombre-mujer.

El macho aún dice pero no hace, la prueba la tenemos en unas cifras de víctimas por violencia de género que son decididamente indecentes, hombres que juran amor y querer pero en su mente desvariada sigue latente el dominio, la demostración de poder y posesión, "la maté porque era mía".

Los homicidios entre familiares se dividen en un 12% de hombres fallecidos y un 58% de mujeres víctimas de violencia de género de un total de hombres y mujeres fallecidas al año según cifras de hace un par de años.

El resultado de una trayectoria de violencia de género suele terminar en homicidio, ese maltratador, no siempre detectado por la sociedad, no sólo es machista, su pensamiento lo vuelca en las demás relaciones de su día a día, prepotente, egoísta, desagradable desprecio por los valores que otros defienden como eje de la vida misma son los parámetros entre los que se mueve.

Esa educación empieza a los dos días de nacer cuando el bebé siente quién desempeña qué roles en esa sociedad que es su casa.

Es una auténtica vergüenza ver cómo en muchos hogares se enseña a los niños el machismo encubierto en azul para el niño, rosa para la niña, cosas de chicos, cosas de chicas, mamá y la niña se van de compras, papá y el niño al fútbol.

Así los niños crecen odiando ir de compras con la novia y las chicas se aburren si deben estar entre coches, penaltis y alguna que otra burrada.

Ahí nace la diferencia entre mujer y hombre, una diferencia que poco a poco se alimenta de poder y sumisión, celos y despropósitos, entre otras cosas, porque nadie les enseñó a dialogar y a aceptar que tanto monta monta tanto no sólo es una frase histórica sino toda una filosofía de vida.

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