Tocar sin prejuicios y con la asignatura de creatividad

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  12/09/2021

Sifasol es una cantera de cantantes y músicos de ritmos y estilos modernos

Siempre se ha dicho que hay músicos que tocan de oído, sin necesidad de papeles. O un virtuoso del saxo –por ejemplo- es capaz de improvisar, dejarse llevar y sentir la música que lleva dentro. Porque la música es eso, interpretar sensaciones y emociones en forma de notas trasformadas en sonidos. Una forma de entender este arte que tira más por el camino del pragmatismo y no del idealismo, es decir, se guía más por la utilidad y se adapta a las circunstancias o, por decirlo de otro modo, al talento natural de cada uno. Esa es la razón de ser de la Escuela de Música Moderna Sifasol de Benissa, fundada hace quince años y que ha dado ya sus primeros frutos. El director, Santi Ferrer, comenta que “somos el lado oscuro pero de forma consciente porque pensamos ¿y si el fallo también funciona? Apostamos por la creatividad y tocar sin prejuicios porque los niños y las niñas están abiertos a todo y eso es esencial”.

            El calificativo de moderna es porque centra su atención en el jazz, el soul, la bossa nova, el funky y demás ritmos alejados de los denominados “clásicos”.  Pero, además, Ferrer asegura que “es una nueva forma de aprendizaje, sin una programación fija y predeterminada. Nos dejamos llevar y enseñamos lo que el alumnado nos pide o intuimos a lo que pueden llegar a través de la experimentación”. “Lo más curioso del caso”, añade, “es que, muchas veces, sus sensaciones son las válidas, tienen razón, y te adaptas a ellos”.

            Este proyecto de aprendizaje está en manos de músicos con muchas horas de vuelo –o de calle o de escenarios-. “El profesorado es la base. Buscamos un buen músico, muchos en activo, y que tiene resultado, es decir, saben trasmitir porque son buenos docentes”, dice el director. En la nómina de profesores están, por poner tres ejemplos, Quique Ramírez, virtuoso de la batería, Óscar Manillar, bajista durante muchos años de la orquesta Montecarlo, y Lolo García, un especialista de los instrumentos de caña que ha recorrido medio mundo y ha hecho piezas para películas, series y anuncios publicitarios.

CANTERA DE MÚSICOS

            La escuela se ha convertido en una cantera de músicos jóvenes y, también, en un lugar de encuentro para los que llevan muchos años en el oficio y quieren dar un paso más. De los primeros, hay grupos que han actuado ya delante del público, jóvenes de entre 15 y 20 años, como la Little Big Band o Son al aire. La Big Band le da a todo, rock, soul, funky y blues e, incluso, versiona el Highway to hell de AC/DC. Y el Son, con guitarras, ukelele y tres voces, hace versiones acústicas de Maná, De Morant y muchos más. El trompeta de La Gossa Sorda y el bajo de Aspencat, dos grupos punteros –en su día- del rock en valencià pasaron por la escuela para perfeccionar el instrumento. Las famosas Jam Sessions de Sifasol son abiertas y puede participar cualquier músico con ganas de tocar. “Nos juntamos y, sin ensayar, tocamos e improvisamos a ver lo que sale”, dice Ferrer. Y el resultado es más que satisfactorio porque quien va, repite, y quien lo escucha, también.

            La novedad de este año, según avanza el director, es que las Jams Sessions se trasladan a Teulada, a la Societat Recreativa Cultural, el primer lunes de cada mes. Y el programa libre del curso ofrece otras dos novedades, el songwriting, una asignatura de composición para cantautores de diferentes estilos, y el vocal experience, una práctica vocal grupal destinada a los jóvenes. “No hace falta saber música sólo tener ganas de tocar o cantar”, insiste Ferrer. “La música se lee pero, además, se escucha. En clase damos pautas pero enseñamos escuchando e imitando porque la creatividad está por encima de todo”, añade.

            Sifasol comenzó hace quince años con clases de guitarra moderna. Ahora su programa es mucho más amplio con bajo eléctrico, contrabajo moderno, teclado eléctrico, batería, armonía y demás. También están los combos de pop, rock, latin, jazz y guateque, prácticas instrumentales grupales para disfrutar con los diferentes estilos musicales. Y, por supuesto, la Big Band, con el repertorio específico de esta formación jazzística por excelencia.

            Pues eso, aprender mientras tocas y disfrutas, sin más. La música en estado puro, sin condimentos.

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