Un consejo ante el terrorismo mundial

  23/11/2015

Guillermo_Ares_Opinion

Por experiencia siempre me he cuidado muy bien de no dar consejos, solamente sugerencias o directamente mi opinión, pero, en este caso, creo que es casi un deber aconsejar a la ciudadanía democrática para que deje de cometer errores frente al terrorismo mundial que estamos viviendo.

Por un lado, tener en cuenta que no es nada nuevo, vivimos acosados por los terroristas musulmanes desde hace muchísimos años, cuando un gobierno dice que hay verdadera amenaza y pone a sus fuerzas en alertas de colores incandescentes ya es demasiado tarde, siempre es después de un atentado de tamaño gigante.

Después, no sirve, debe ser antes, los terroristas no son idiotas, son fanáticos descerebrados, pero conservan su capacidad de estrategia, no cometerán dos atentados seguidos si el mundo sospecha que así será.

Atentarán siempre por sorpresa, cuando los ingenuos demócratas que combaten con la LEY en la mano, duermen tranquilos porque hace mucho que no hay atentados.

Los gobiernos, aconsejados por un evidente grupo de inútiles consejeros, intentan no crear pánico en las sociedades que dirigen, restando importancia a momentos muy críticos en los que el terrorismo acecha esperando su momento perfecto.

Con la LEY en la mano no se puede evitar que un terrorista prepare un atentado y lo lleve a cabo, porque sólo se le podría apresar con las manos en la masa y estos fanáticos son fanáticos pero no idiotas.

Existen cosas que los gobiernos conocen pero no informan a los ciudadanos escudados en leyes de protección de sus investigaciones, que evidentemente, no son muy eficaces.

Inocentes ciudadanos, estamos sentados sobre la punta de una aguja, esto es una guerra, una cruzada, un combate, como quieran llamarlo, pero estamos en plena lucha y vamos perdiendo.

El consejo:

No "den de comer" a los terroristas, ellos esperan causar daño, crear pánico, terror, en la ciudadanía. Seamos entonces valientes, no difundamos durante días y días la misma historia, los mismos llantos de los familiares, las reuniones extraordinarias, los multitudinarios actos de apoyo con el país afectado y la avalancha imparable de apreciaciones y acusaciones a toda una sociedad que es el rival de la libertad.

Así sólo estamos engordando su ego, cada noticia, cada comentario es un éxito para ellos, se regocijan en nuestro dolor.

No les demos alimento a su disparate.

No hay mayor desprecio que no dar aprecio, dice una voz popular.

Cuando ingenuamente pensamos que filtrar nuestras fotos con la bandera francesa es un modo de demostrarles cuántos somos y que no vamos a rendirnos, ellos leen otro mensaje totalmente diferente: "miren el desastre que hemos armado, miren a una población mundial movilizada tan sólo con cuatro bombas y unos cuantos tiros", eso es lo que ellos esperan, nuestro dolor y nuestra desesperanza.

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