A la luna de Valencia: El juez "estrella"
Estamos en pleno juicio a D. Baltasar Garzón, juez de la Audiencia Nacional sin funciones, porque escribo esto el 18 de enero, miércoles. No voy a meterme en el jardín de las consideraciones legales, que puede que tengan fundamentos para sentenciar a favor o en contra de un juez que tiene muchas opiniones desfavorables por sus formas de instruir los procesos o por querer ser un juez "estrella", que molesta a no pocos colegas de la Judicatura, de la Fiscalía, letrados y otros. Hay que oír a los letrados preguntar, al juez contestar y no sabes a que carta quedarte, porque tal y como se están esgrimiendo las leyes, a las que todos estamos obligados a conocer y saber, lo mismo puede ser un gran delincuente que un perseguido.
Para la ciudadanía de a pie, ignorante en materia de legislación, aunque ya se sabe que el desconocimiento de la ley no elude su cumplimiento, este juicio la está dividiendo, como ocurre últimamente en todo lo que es cuestión de Estado, lo que resulta preocupante.
Unos están en contra del juez sin funciones, porque creen que nadie está por encima de la Ley. ¡Claro! Ni por debajo de la Justicia. Otros, creen que se está produciendo un linchamiento de alguien que se ha atrevido a hurgar en la memoria histórica, esa que quiere sacar de las cunetas a los muertos, para como dice la Iglesia, para ser dignamente enterrados y que sus familias les puedan poner una flor el 2 de noviembre. Algunos creen que el juez "estrella" ha metido demasiado las narices en ciertos asuntos que olían a cloaca y que el estiércol que salía de ese caso ha sido demasiado oloroso como para ponerle aromas de oriente a la política, pongamos por caso, como ocurrió en otros momentos, cosa que tampoco le perdonan al juez sin funciones.
Resulta preocupante que un asunto como el de Gürtel no se esclarezca, sin dar lugar a dudas o interpretaciones, para que no ocurra como ocurrió con el caso Naseiro, que por un defecto de forma procesal se anuló el juicio y nadie supo nada. En este momento, una anulación de pruebas, que ya han saltado a la opinión pública, sería más reprobable que la condena de un juez, presuntamente prevaricador. El Estado de derecho quedaría legalmente intacto. Pero la Justicia de ese Estado quedaría, por lo menos con una mancha de sospecha sobre ella. Ya lo dijo el clásico: "La mujer del César no solo ha ser honrada, sino parecerlo". En este caso, ni lo es ni lo parece, presuntamente.
¿A quién se pretende, presuntamente, tapar condenando al juez "estrella"?. Ya lo dijo Sherlock Holmes, "Buscad al culpable entre los que se benefician del delito". O sea al mayordomo.