A la luna de Valencia: Impuestos y otras consideraciones
Estamos en plena campaña de cobro de impuestos. Todas las administraciones están recaudando dinero con el que cuadrar los presupuestos. Esos presupuestos que han elaborado con arreglo a criterios partidistas, que a veces coinciden con lo que la mayoría de los ciudadanos quiere, contando los que votan a un partido, los que votan en blanco y los que se abstienen, que en muchos casos son la mayoría social, que no la mayoría partidista.
Habría que hacer un estudio comparativo con otros países europeos para ver si en éstos hay esos sueldazos para los representantes locales, regionales (autonómicos) o estatales. También sería muy interesante saber si tienen asesores o bien si esos asesores pertenecen a cuerpos funcionariales, a los que se accede después de pasar por un proceso selectivo. En una palabra, si el funcionario está en relación con la administración pública al nivel que sea o son producto de la confianza del político de turno y por tanto puede ser removido cuando este político cambia, con el consiguiente trasiego de las personas, necesitando un tiempo necesario para ponerse al día de los proyectos en marcha.
Después de ese estudio, es lógico decir que el político es el que toma las decisiones y es, por tanto, el responsable último de la resolución de cualquier proyecto que se planifique o realice. Es más, si el funcionario o asesor toma una decisión equivocada, la responsabilidad será del mismo, pero la responsabilidad máxima será del político, que debe serlo "in vigilando". Acabarían así el peloteo de responsabilidades entre funcionarios y políticos para que al final pague el pato de una mala gestión el último mono de la administración (dicho con el debido respeto).
Volvamos a los impuestos, que deben ser utilizados para cubrir las necesidades, sobre todo las más perentorias de la ciudadanía y no para satisfacer el capricho de los políticos por mucha mayoría que tengan. Del mismo modo que no se puede cortar una calle al tráfico sin una causa más que justificada, tampoco se debe abrir una calle nueva sin una necesidad, pongamos por caso. Si no podemos eludir los impuestos que se nos ponen, sobre todo los que pagamos por partida doble, tampoco deben los gestores políticos eludir su responsabilidad en la gestión. Y que no se agarren a sus presuntas mayorías, que en muchos casos solo son producto de la dejación de la ciudadanía al no votar, o por una elección ciega de candidatos sin conocer o sin preocuparse en conocer los programas de gestión, o lo son en función de una ley electoral que perjudica a las minorías y favorece a los partidos que más votos sacan, gracias a una más que reformable ley lectoral. Mientras tanto a pagar y a callar.