A la luna de Valencia: La bola de cristal
Tengo un amigo que es mago, pero no de los que hacen juegos de manos. De los de verdad, de los que adivinan el porvenir, te aciertan el pasado, nunca apuestan a las quinielas, ni a la lotería, ni a la primitiva, ni a los cupones de la ONCE. Pues bien. Ese mago me ha visto en su bola de cristal el porvenir del tren de Dénia y me ha dicho que no me haga ilusiones, que no habrá ningún tren que llegue a Dénia. A lo sumo, un tranvía. Es decir, lo que venimos diciendo desde hace tiempo desde esta columna, sin que hubiésemos consultado la bola de cristal.
Le he preguntado el porqué. Se ha puesto muy misterioso y se ha encerrado en un profundo mutismo. No ha habido forma humana de sacarle una palabra más, pese a mi insistencia y tirarle gambita a ver si picaba. Que si era por falta de terrenos. Silencio. Que si era por presiones de los intereses económicos locales. Silencio. Que si por presiones de los intereses de los pueblos circundantes. Silencio espeso.
Me he ido entonces a una bruja, mucho más locuaz y expansiva. Me ha confirmado la predicción. Al preguntarle por las causas de que el tren, tan deseado, tan pedido, tan necesario para nuestra expansión económica, no llegará a Dénia. Silencio. Ni una palabra. Es más. Su cara se ha descompuesto, se ha puesto lívida, se han afilado sus facciones y sus ojos han reflejado un terrible pánico. Le he preguntado si se construiría el corredor mediterráneo. La respuesta ha sido positiva. ¿Entonces? Silencio. A fuerza de insistir, me ha sacado un plano, en el que se ve el proyecto ferroviario. La vía, según ese proyecto va pegada a la autopista, en todo el trayecto costero de la Marina Alta. Circula próxima a Gata, Benissa y Calpe. Al otro lado de la autopista, está trazada una ¡zanja!. He recordado "La balsa de piedra" de Saramago, libro en el que se describía la separación de la Península Ibérica de Europa y su progresiva deriva hacia el continente americano. El futuro, el de Dénia, según los magos, brujas y trasgos, es nuestra separación de la Marina y su aproximación a las Pitiusas. Pero eso será dentro de millones de años. Guarden a buen recaudo, en un arcón impermeable que pueda ser metido en el fondo de una cueva, las fotos de las manifestaciones, los documentos con numerosas peticiones, en las que exigíamos el tren para Dénia, los acuerdos municipales, las promesas de diferentes mandamases... Dentro de varios siglos, serán motivo de estudio para los habitantes de ambos lados del canal de Dénia, canal que irá paralelo al de Ibiza, pero sin gambas.