A la luna de Valencia: Recordando
El concierto de Santa Cecilia de la Agrupació Artística Musical de Dénia tuvo una categoría superior. No voy a hacer un comentario erudito sobre el mismo, porque no tengo suficientes conocimientos musicales para hacer una crítica. Pero me va a servir esta columna para felicitar a los nuevos músicos y sobre todos a los que llevan 25 años en esta agrupación, Paco Tur y Joaquín Perles. A Paco Tur le tengo que agradecer que me haya recuperado una antigua y excelente amistad, que ha ido pasando de abuelos a nietos: la de José Suñer Oriola. ¿Cómo fue? Por una casualidad. Paco me indicó una pieza del programa, "Vasa", que le gustaba mucho y que estaba compuesta por el mencionado. Como un relámpago surgió la figura de Gorio, el abuelo de Suñer, mi primer paciente, que me contaba, lleno de orgullo los progresos musicales del nieto, al que llevaba a la escuela de educandos de la Banda de su pueblo, en plena huerta valenciana. Pasaron los años y el abuelo Gorio no pudo ver al nieto triunfar en varias orquestas, ni conoció toda su obra musical. Pero sigue estando al lado de su nieto, al lleva de la mano espiritual, sin que Pepito haya renunciado a sus antepasados, ni a sus amigos de otros tiempos, algo en ahora es muy poco frecuente, ya que se tiende a rehuir a aquellos a los que se ha conocido en tiempos peores.
Un apartado para Gorio, aquel hombre bueno, juicioso, íntegro, del que recibí una lección inolvidable. Me quejaba de lo poco que estaba rindiendo económicamente la naranja, que ya empezaba a no resultar rentable. Escuchó con calma mis protestas y después de un corto tiempo de reflexión, me dijo: "la tierra para el que la trabaja, Usted dedíquese a lo suyo". Calló y yo tampoco dije nada. Le hice caso y eso me salvo de una catástrofe cuando al poco tiempo de vender el naranjal, una helada arrasó la cosecha y más de la mitad de los árboles. Recordé a Gorio, aquel hombre que contaba como saltaba ribazos y acequias, huyendo de las fuerzas de Seguridad del Estado, que perseguían a los anarquistas y republicanos, que se reunían clandestinamente en medio del marjal. Solo se reunían a hablar, porque otra actividad podía acabar con ellos a tiro limpio. Aquellos tiempos no se deben olvidar, pues ya saben que un pueblo que olvida su Historia está obligado a repetirla.