??Estamos viviendo momentos de gran agresividad, que se manifiesta de muchas formas y que afecta a la infancia, la adolescencia, juventud, madurez, ancianidad, hombres, mujeres. Los legisladores, los gobernantes, se dedican a elaborar y aprobar ley tras ley que dicen que protegen a los afectados. Los resultados no son en absoluto brillantes. En algunos casos incluso, las leyes producen efectos contraproducentes, verbigracia, las que protegen a la infancia. Ya no se sabe que hacer para seguir protegiéndola y por otra parte, poder castigar a aquellos niños especialmente violentos.
La cuadratura del círculo se conseguiría más fácilmente que conseguir niños y niñas respetuosos con sus semejantes, con las leyes, con el resto de la sociedad. Hay quien dice que hay que volver a la mano dura, devolviendo a padres, educadores y personas mayores el principio de autoridad. ¿Que has dicho? ¿Autoridad? Y la sociedad se revuelve contra la "autoridad", quizás recordando el autoritarismo de sus años jóvenes. Nada que ver una cosa con la otra. Aquel autoritarismo se fundamentaba en el "Aquí mando yo, porque soy quien soy". Era el viejo proverbio militar: "El mando nunca se equivoca. Y si se equivoca, vuelve a mandar".
Educamos a las generaciones siguientes en el respeto a los demás. Tanto respeto les hicimos aprender, que los más bravucones lo aprovecharon para imponerse por la tremenda a los respetuosos. Para esos bravucones, la única ley era la del más fuerte. Los demás tenían que someterse a su ley. Nadie puso coto a ese desmán y en la actualidad es muy fácil que te maten por una discusión de tráfico, que se debía solventar como muy lejos en los tribunales o como más cerca, dejando que los seguros litigaran en defensa de sus asegurados. Pues no, hay que llegar a la agresión, incluso la mortal.
La calle se ha convertido en un campo de batalla, que algunos les recuerda las calles de ciertas repúblicas bananeras, en las que un simple tropezón con otra persona, puede acabar en una balacera. Que maten a una persona por una discusión provocada por una pelea entre dos perros, sin que nadie se inmute, produce terror.
Hay quien dice que es cuestión de educación. En efecto, es un problema educativo, de educación para ser ciudadanos respetuosos. Supongo que sabrán el maltrato que esa asignatura ha tenido en ciertos ámbitos políticos y educativos. Pero también hay que dar una solución más inmediata, sin esperar a que pase una generación alimentados en la violencia. ¿Y si se aplicarán las leyes más severamente y con circunstancias agravantes en aquellos casos de extrema violencia?. ¡Huy, huy, huy, en qué charco me estoy metiendo!