Asma y deporte: mitos y realidades
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El asma es una de las enfermedades más frecuentes de la infancia y la adolescencia. Se trata de una obstrucción variable y reversible de los bronquios, que se manifiesta como dificultad respiratoria, fatiga y sibilancias (los conocidos “pitos”). Si bien una de las causas más frecuentes del asma es la alergia, no siempre van de la mano: puede haber niños asmáticos que no sean alérgicos y también niños alérgicos que no tengan manifestaciones de asma.
Esta obstrucción bronquial puede ser la causa de que el niño note síntomas de dificultad respiratoria y “sensación de falta de aire” cuando practica ejercicio. Cuando hacemos deporte, las necesidades metabólicas aumentan y si los bronquios están parcialmente obstruidos, necesitaremos respirar más veces por minuto para obtener el mismo oxígeno que si el bronquio estuviera en situación normal. Por otra parte, una de las variantes del asma no siempre relacionadas con la alergia es el llamado “broncoespasmo por ejercicio”, caracterizado por la aparición de los síntomas únicamente cuando el niño hace deporte. La prevalencia de síntomas inducidos por ejercicio en pacientes asmáticos es muy elevada, más del 70%, especialmente en los adolescentes.
Esta situación en ocasiones ha llevado erróneamente a pensar que los niños con asma no pueden hacer ejercicio físico porque puede empeorar su enfermedad. Pero nada más lejos de la realidad. Un niño asmático, salvo en contadas excepciones y siempre por prescripción médica, puede y debe hacer deporte, exactamente igual que los otros niños de su edad.
Cuando un niño presente síntomas de asma con el ejercicio deberá consultar con su pediatra para realizar una adecuada historia clínica, ofrecer el tratamiento y pautas adecuadas, y en algunos casos derivar al Neumólogo infantil para realizar otras pruebas complementarias, como una espirometría o una prueba de esfuerzo. En la mayoría de ocasiones los síntomas se controlarán administrando un broncodilatador unos 20 minutos antes de hacer la práctica deportiva, y en los casos que lo requieran, se añadirá un tratamiento antiinflamatorio de base.
El ejercicio físico es fundamental en la edad pediátrica: favorece el desarrollo físico y mental, proporciona autoestima y aumenta la integración social con los compañeros. De sobra es conocida la expresión “Mens sana in corpore sano”, y los niños asmáticos no son una excepción.
Son muchos los grandes deportistas que han padecido asma. En los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 hasta un 12% de los competidores eran asmáticos. Esto ocurre incluso en los deportes que exigen una gran resistencia, como el ciclismo o la natación. El gran ejemplo es el de Miguel Induráin, ganador de cinco Tour de Francia (la prueba deportiva de mayor exigencia física que existe) y medallista olímpico, pero hay otros muchos: David Beckham (fútbol), Mark Spiz (natación), Gabriel Esparza (taekwondo)…
En principio, cualquier deporte es adecuado para un niño asmático, y el mejor será el que a él más le divierta. El más aconsejado es la natación, porque es el ambiente en donde menos molestias notará, al ser un ambiente cálido y húmedo. Sólo hay un deporte contraindicado para el paciente asmático: el buceo con cámaras de aire comprimido, por la imposibilidad de tratar una hipotética crisis de asma a esa profundidad.
La introducción en el hábito deportivo es fundamental en cualquier niño y en los pacientes asmáticos se hará exactamente igual, animándole a hacer no sólo la gimnasia del colegio, sino también como actividad extraescolar. Todos nos cansamos cuando hacemos ejercicio físico, por lo que la adaptación debe ser lenta y progresiva, para que el niño aprenda a distinguir entre el cansancio físico (que todos podemos sentir) y los síntomas de asma. Una de las causas más frecuentes del broncoespasmo inducido por ejercicio es el enfriamiento rápido de la vía aérea, por lo que una forma de prevenirlo es realizar un buen calentamiento, lento y sostenido, de unos 15 minutos.
Como decía el decathleta Rob Muzzio: “si tú no controlas tu asma, el asma te controlará a ti”. El deporte ayuda a los asmáticos a conocer y controlar sus síntomas. En manos de padres, profesores y pediatras está acabar con los falsos mitos y animar a todos los niños a que se inicien en cualquier práctica deportiva: el deporte siempre es salud.
(*) Pedriatra. Hospital Marina Alta.