De regreso a la edad media
Recibí un correo del que rescato algunas frases con la intención de comprobar si mi teoría sobre que "vamos por el camino de los países subdesarrollados de Latinoamérica" es buena.
La Sra. de Kirchner (presidenta de Argentina) pidió que se le hiciera en la casa de gobierno un nuevo restaurante.
Ese restaurante costó casi 8 millones de pesos y se hizo porque a la presidente le molestaba el olor a comida que entraba en su despacho proveniente del que anteriormente atendía las necesidades gastronómicas de la Casa de Gobierno.
La Sra. de Kirchner llegó una mañana con la ocurrencia de que había que hacer uno nuevo, lejos de su oficina, y todo el mundo corrió a satisfacer sus deseos. No conforme con estos actos de disposición – propios del dominio privado- sobre los bienes públicos, la presidente y sus acompañantes le toman el pelo a la gente diciendo que comieron tres platos con café incluido, por $3. Indigna. Yo me pregunto: ¿lo harán a propósito o la seguridad de la impunidad es tal que no les importa nada?
También se difundieron las fotografías del gobernador de Tucumán, José Alperovich, quien junto a su esposa, Beatriz Rojkes, y un grupo de amigos (uno de ellos ministro y otro legislador en la provincia), se fueron en noviembre del año pasado de vacaciones a Emiratos Árabes.
El matrimonio y su grupo se alojó en el hotel Emirates Palace, uno de los pocos 6 estrellas del mundo, en donde la habitación cuesta U$S 20.000 la noche.
Otras voces dicen que la Sra. de Alperovich (segunda en la línea sucesoria de Cristina Fernández) quedó tan a gusto con el lugar que, al regreso, intentó una gestión con la Embajada de los Emiratos en Buenos Aires para "fabricar" una invitación oficial de modo de disimular un segundo viaje que tenía intención de hacer. La presidenta provisional del Senado aclaró que solo quería contar con el salvoconducto de la "invitación"; que el viaje lo iba a pagar ella.
Todas estas demostraciones de impunidad, de "gaste" y de refriegue de opulencia y mentira fue el escenario del mundo durante más de 4.000 años. En efecto, antes de la llegada del liberalismo (Carta Magna, Revolución Gloriosa, Independencia y Constitución de los EEUU, los inicios -y sólo los inicios- de la Revolución Francesa) el mundo transcurría bajo esta regla: por un lado, un conjunto de opulentos que vivía del Estado porque el Estado era de ellos, y, por el otro, una gran masa de miserables que no tenía para comer, que se moría de las más diversas pestes en la calle y que debían reverencia y obediencia a aquellos privilegiados, que eran los dueños de su vida.
¿Les suena a algo?