El horizonte perfecto de la Xàbia Meravellosa
LLUÍS PONS
“- ¿Estás bien?, me preguntó mi mujer.
- Si, si estoy bien, le contesté”.
El entrecomillado corresponde a la conversación que mantenían Vicente Doménech y su esposa, Joaquina, cuando acababan de tomar la última curva para dejar atrás Xàbia en dirección a Valencia, donde él debía ingresar en el centro hospitalario del IVO para una operación de cáncer de próstata. El paciente, atrapado por las emociones, había captado con precisión fotográfica cada uno de los detalles que apreció mientras abandonaban el núcleo urbano. Por delante le esperaba hora y media de trayecto acompañado de los buenos recuerdos y las estampas imborrables de los 48 años de existencia acumulados hasta entonces. Como quien se apresta a releer su vida, por aquello de lo que pueda pasar. El repaso le infundió ánimos y lo rodeó de optimismo, hasta que concluyó con la llegada al hospital, donde ya asegura que sintió “un poco de miedo”. Horas después volvió a la realidad y a su nueva vida con un “todo ha salido bien” de su esposa y la impagable sonrisa que le dedicó Joaquina, con la que “iluminó mi corazón”, mientras compartían lágrimas.
El párrafo es una síntesis del conmovedor relato que Doménech plasmó en un video que dedicó al episodio que le cambió la vida, y que acompaña con imágenes de Xàbia. Tuvo suerte, admite. Tanto ese día, como antes, y también después. En definitiva, se considera una persona muy afortunado por todo. Por la vida, por su esposa y por Xàbia, que considera maravillosas. Aquello sucedió en 2005. Desde entonces dejó de infravalorar aquellos pequeños detalles que se nos escapan a la mayoría de los humanos.
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