Escritos de verano (VIII): de gorras y sombreros

  15/09/2014

juan_bta_codina_bas

Ya se acerca el otoño, pero aun estamos en verano y por ello reanudo estos escritos de verano realizados como un ejercicio de reflexión alegre y poco profunda, pero surgida de la observación de nuestra realidad y claro, esta realidad tiene que ver con mi realidad propia, porque yo veo las cosas desde mi prisma personal y contrastado con la experiencia vital a que por mi biografía me da acceso.

El hombre va pasando por muchas fases. Hoy hablaremos de la fase de la gorra y de la fase del sombrero, si bien ambas fases están precedidas por la del sin sombrerismo. Podríamos decir lo mismo del bigote que era signo del varón preclaro (casi siempre militar) a principios del siglo XX y finales del XIX, de la perilla como simulacro de barba y de otras menudencias que poblaban la cara de nuestros ancestros.

La gorra tiene una función protectora del sol, pero escasa es dicha protección y vinculada solo a la sombra que puede ejercer la visera. Pero la gorra ha tenido otras funciones como son las de significa r la pertenencia a un grupo; las gorras de los partidarios de un equipo de fútbol, generalmente los hinchas que con la sola gorra se reconocen; las gorras que en los días de los mítines en las plazas de toros o en los campos de futbol, o en eventos multitudinarios que tienen lugar en espacios abiertos al sol, reparten las organizaciones convocantes entre los asistentes. Cuando los destinatarios son los de la tercera edad (población fuerza para contar asistentes e hinchar las estadísticas) suelen ser de un color adecuado al movimiento organizador. Las gorras son también un objeto de reclamo publicitario y son ofrecidas como regalo por las empresas a sus clientes. No voy a hablar de los tipos de gorras, pero si diré que hace tiempo me regaló una marca de electrodomésticos una que luego me enteré era de tipo cubano o de las que utilizaba el Che Guevara. Lo que si descubrí es que su visera era muy corta y apenas protegía de los rayos solares.

La gorra debe utilizarse con la visera cubriendo la parte de los ojos, pero influidos por poblaciones del otro lado del Atlántico, generalmente de América del Sur, la visera se coloca detrás, constituyéndose como elemento clave de una cultura; y si nos damos cuentas, estas realidades se convierten en moda y pronto trascienden fronteras y vemos a muchos europeos con la visera cubriendo el cuello y cuero cabelludo en lugar de proteger la vista y la cara de los rayos solares. Entonces en la frente aparece una cinta que sirve para ampliar o reducir el receptáculo de la gorra. Y yo me pregunto entonces: ¿para que quiero una gorra si su función primordial la inutilizo?

Todo esto viene a cuento porque en mi trayectoria vital la gorra ha perdido su sentido. El médico que me ha dicho que ya no utilice una gorra para protegerme del sol, sino un sombrero que su función protectora es mayor, ¿qué hago con todas las gorras que hasta ahora tenía en mi acervo gorril? Dilema peliagudo al que no sé cómo dar solución.

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