Escritos del verano: Los pies
Muchas veces escribimos sobre cosas serias, pero ahora en el estío mediterráneo, con los calores y sofocos, aparece una atmósfera de tibieza y de laxitud que invita a escribir de cosas más livianas y ligeras. Esta situación alivia el espíritu y alegra el ánimo y es por ello que hoy escribiré sobre los pies, con los pies en el suelo y la sonrisa en el rostro.
Hay partes del cuerpo que no tienen casi literatura, aunque con los pies hasta Neruda ha escrito un poema. Los labios, las mejillas, el rostro, el cabello, las manos, los pechos, la cintura... tienen sus momentos literarios. Pero los pies no tanto y hoy quiero hacer una loa a nuestros pies, los que sostienen nuestro cuerpo. Los cimientos y los fundamentos sobre los que se asienta el resto de carne y huesos, músculos y vísceras, sangre, linfa y agua, minerales y gases...
Y toda la literatura se centra en los pies de la mujer, no en los pies del varón, seguramente porque los que escriben sobre estas cosas son mayoritariamente varones y hablan de los pies del otro sexo. Pero es que además el pie tiene una estética especial.
El poeta nos dirá: Pero no amo tus pies // sino porque anduvieron // sobre la tierra y sobre // el viento y sobre el agua, // hasta que me encontraron. Para los japoneses el pie es la parte más delicada de la mujer. Y Mario Benedetti nos dice "La mujer que tiene los pies hermosos nunca podrá ser fea" para en su poesía ir subiendo desde los pies por el resto del cuerpo hasta los labios y los ojos.
Un hombre honesto llegó al maestro sufí y le dijo: Maestro: estoy enamorado de una mujer hermosa, preciosa... pero esta mujer esta casada y yo también, y este pensamiento me causa angustia y desazón.
El maestro sufí, tras pensar como hacen todos los maestros, le dijo: ¡mira sus pies y dejarás a un lado esta obsesión tuya! El hombre se entristeció, porque pensó que también los pies los tenía hermosos. Desconocemos el final de la historia, pero el maestro sufí, que no tenía experiencias en la relación con el otro sexo, dio una lección de carácter práctico.
El motivo es que los pies sostienen el cuerpo, unos elementos pequeños han de sostener al resto del cuerpo, que es más voluminoso y por ello, pronto se deforman. A esto contribuyen los zapatos, sandalias, botas... que de acuerdo con la moda del momento los aprietan más o menos y de esta forma se merma la función de sostén.
Y ahora os propongo un juego ya que el periodo estival se presta a observar los pies de nuestros vecinos playeros, cuando tumbados en la arena toman el sol. La observación de los pies, tanto de un sexo como de otro, nos dará pie (nunca mejor dicho) a conocer distintas formas del pie (cavo, plano...), diferentes posiciones de los dedos (en martillo, montados, juanetes, en garra) y diferentes colores (blancos, muy blancos, morenos, negros, menos negros...) y tamaños (grandes, muy grandes, medianos, pequeños...).
Pero también en los pies se acumula el olor corporal. Una actriz contaba que en tiempos de juventud había 'ligado' con un joven y tras una velada de velas y vino se llegaron al lecho, pero al quitarse el varón los calcetines, sus pies despidieron un pésimo olor, por lo que este lance le quito a la actriz el deseo y lo envió a su casa. ¿Llevas los pies limpios?