Excursionando por la comarca: la Marjal Pego-Oliva (IX)
La ruta que seguimos, guiados por Vicente, transcurre desde el nacimiento del río Salinar, bordeando la Muntanyeta Verda para regresar al mismo punto en un recorrido plano. A veces hemos de atravesar algún puentecillo de madera construido para posibilitar el paso del agua por debajo del mismo y no dejar sin el líquido elemento alguna zona y al mismo tiempo en momentos de mucha cantidad, que se pueda pasar por terreno llano.
Así llegamos a un punto desde el que se puede ver la gran extensión de arrozales de la variedad 'Bomba' Nos asombra la altura de las espigas que alcanza el metro y veinte centímetros; mientras en los campos de la Albufera de Valencia la altura del arrozal no suele ser superior a 60 centímetros. Esta altura lo hace más vulnerable a los vientos por lo que su cosecha es más incierta o está sujeta a más variables que la hagan poco productiva. Este tipo de arroz suma las cualidades del arroz largo y del redondo por lo que unido a una mayor exposición a los peligros o menor cosecha, lo hacen mucho más caro y por ello preferido de los sibaritas.
Todo el recorrido es por terreno llano por lo que en ocasiones la misma vegetación nos impide ver lo que hay tres metros más allá. Estamos rodeados de plantas altas: cañas, carrizos, juncos, eneas ... y al mismo tiempo de hilos de agua que transcurren por debajo de las mismas.
Nos hace falta para tener una perspectiva completa de la Marjal verla desde lo alto. Y esto lo conseguimos en la última parte del recorrido. Hemos de subir hasta la cima de la Muntanyeta Verda. Tiene su recorrido una cuesta no muy pronunciada pero que planta cara a quien quiera subirla en poco tiempo. Pero el esfuerzo tiene su premio.
Al llegar arriba encontramos una perspectiva de toda la Marjal. Pero también de las montañas que rodean este humedal. Las sierras de Mostalla, Migdia y Segaria forman una herradura abierta al Mediterráneo en cuyo centro esta el humedal. Pero desde ahí observamos también la costa, la autopista y la población de Pego como eterno vigía de la Marjal. Los arrozales, la zona de vegetación, los caminos del agua y las sendas, pero también el vuelo de las especies de aves que han encontrado en este humedal refugio y medio de vida.
Todo el recorrido es una expresión de vida: fauna y flora que enriquecen todo el humedal se muestran en sus naturales colores alegres de contar con este espacio. Hubo tiempos en que el humedal estuvo a punto de perecer, pero hoy está pletórico.
Esta visita que ha durado cerca de las tres horas, queda incompleta para culminar bien el día. Uno de los folletos aconseja visitar como complemento Pego u Oliva. Pero nosotros hemos pensado que lo mejor es ir a Adsubia-Forna y esto lo explicaremos en nuestra próxima colaboración.
De todas formas, el día que hicimos esta visita hacía un intenso calor. Para mitigar los sudores y el cansancio, salimos del parque natural y fuimos a Pego, donde a la entrada de la población, en un local de un polígono, pudimos apagar la sed y mitigar el hambre que el esfuerzo realizado nos había producido.
Queda decir que la visita a la marjal se puede hacer por libre, respetando siempre las normas que hacen posible la convivencia del hombre con la Naturaleza. La ruta que hemos seguido es apta para ir en bicicleta o a caballo. Pero si no conocéis el parque lo mejor es hacer una primera visita guiada, porque a veces visitamos una cosa y si no nos cuentan nada, nos quedamos tan ignorantes como antes. Las palabras del guía hacen que nos fijemos en cosas que de otra forma no veríamos, aunque las tuviéramos delante de los ojos.