Excursionando por la comarca: (XIX). Murla (1)
Desde hace varios años vengo proporcionando información sobre lugares del entorno de Jávea para que el visitante, viajero o turista pueda tener referencias de a donde poder desplazarse en esos días, que siempre los hay, en que el tedio aparece o el tiempo se vuelve adverso o simplemente, no quiere quedarse con el conocimiento sólo de Jávea.
Podemos coger cualquier guía turística para darnos cuenta de la riqueza del entorno y de las poblaciones de nuestra comarca de la Marina Alta. Podemos acudir a las oficinas de turismo y recabar información de los rincones pintorescos, pues siempre nos será muy útil lo que desde allí nos digan y podemos preguntar a los amigos. Tras las pesquisas iniciales nos ponemos manos a la obra para preparar un viaje o excursión. Miramos mapas para seleccionar las rutas que pueden ser largas, cortas, de carácter turístico, de menor o mayor tiempo de viaje, tranquilas o aceleradas. Las autopistas no nos dejan ver las poblaciones pequeñas y en un santiamén nos plantan en el sitio de llegada, pero no hemos disfrutado del paisaje. Mi nieta cuando viaja conmigo, nunca se marea porque hablamos (me pregunta, le explico, me pregunta, le pregunto...) sobre lo que vemos y voy más lento que una tortuga -dice ella-; en los viajes rápidos si que se marea. Viajar se convierte en placer. No hay que estar conectado al aparatito que te va informando de la próxima rotonda, del tiempo que te queda, de los kilómetros que faltan por el camino rápido, etc., porque entonces se pierde la visión del paisaje y el sosiego del viaje. Pero si que hay que estar atento a los semáforos que pueden aparecer en cualquier lugar de la ruta, aunque a veces las señales indicadoras de las poblaciones no están bien puestas o no encuentras la que pone el lugar de destino. Ha veces he tenido que dar dos vueltas a las rotondas, pero esto también forma parte del ritual del viaje.
Para esta ocasión tenía idea de viajar a Castell de Castells. Miré el mapa y vi varias posibilidades pero elegí una de ellas que el aparatito no ponía como la mejor: Pedreguer, Llosa de Camatxo, Alcalalí, Murla, Benigembla hasta Castell de Castells y salimos de Jávea hacia las 9:30. La carretera es relativamente estrecha, con algunas curvas pronunciadas, pero el paisaje mediterráneo nos hace guardia a uno y otro lado de la carretera. En la actualidad la sequía ha hecho mella en los almendros, en las vides, algarrobos y olivos. Altas montañas desde nuestra perspectiva de coche utilitario y serpenteando, en paralelo, junto al Gorgos o Xaló que los dos nombres recibe.
En Murla paramos y nos encontramos a nuestro amigo Daniel Sala. Su verbo fácil y rico en historia y antropología nos aleccionó sobre Murla. Junto a un plato de olivas y pimiento en salmuera, regado con el vino de la zona, que pudieron beber los demás puesto que el conductor no debía, tomamos un tentempié al que siguió un café que cada uno tomo como quiso en sus múltiples variedades: largo, corto, cortado, descafeinado de máquina, de sobre, con hielo, en vaso de cristal o de cerámica y que la muchacha del único bar de Murla fue anotando con esa tranquilidad que proporciona la vida del campo, en un día que la calor se enseñoreaba del ambiente y hacía mella en nuestro ánimo.
Desde donde estábamos se distinguía la torre del castillo de Pop en cuyo interior está la iglesia y el campanario que contrasta con el castillo y que en su día constituirá un elemento singular de la población que hará que muchos lleguen a Murla con el solo fin de apreciar el contraste y ver el hormigón pulido de la torre y el juego de escaleras del interior así como las campanas.
En la conversación Daniel nos enteró que San Sebastián que murió asaeteado quiso proteger a Murla porque en la población vecina (Vall de Laguar) había muchos que tenían el apellido 'Ballester' y temía un nuevo asaetamiento y cada día iban a su ermita a ponerlo mirando a la Vall pero al día siguiente la imagen se había girado hacia Murla.