GUILLERMO ARES/ No nos gusta la pachanga, un diez a los asesores políticos

GUILLERMO ARES/ No nos gusta la pachanga, un diez a los asesores políticos
  25/04/2017

 

En los años de la Cuba de Fidel, se contaba un chiste en el que Fidel Castro iniciaba uno de sus interminables discursos diciendo: “...El imperialismo yankee dice que somos un país de pachangueros ¿Ustedes creen que somos pachangueros?”. El pueblo amontonado en la calle gritaba frenético “noooooo Fidel, no somos pachangueros”.

            Fidel repetía “¿Somos pachangueros?”. Y el pueblo volvía a responder “noooo Fidel no nos gusta la pachanga”.

            Así se sucedían los minutos repitiendo una vez Fidel y otra el pueblo hasta que poco a poco aquello cogía ritmo de pachanga y, si usted amigo/a lector/a lo intenta podrá observar el resultado:

            ¿Somos pachangueros? Noooo Fidel. ¿Nos gusta la pachanga? Noooo Fidel. ¿No somos pachangueros? Noooo Fidel... no nos gusta la pachanga.

            Pues en eso se está transformando España, en un país bananero al que no le gusta la pachanga pero vive al ritmo de pachanga.

            No somos todos pachangueros pero evidentemente nos gusta la pachanga.

            ¿Qué es eso del autobús de la Trama?

            ¿Qué nivel político, de educación, elegancia tiene ese pachanguero mensaje?

            ¿El mismo del otro autobús sobre transexuales?

            Sí, exactamente el mismo vulgar concepto.

            De ser uno de los países más emblemáticos del Mundo gracias a algunos de sus hijos pródigos, aquellos caballeros del 27 o el 98, algún que otro Nobel, varios inventores, hasta un gran dictador casi tan grande como Chaplin, hemos pasado a ser el pequeño país bufón del conjunto europeo.

            De ser un país de caballeros hemos pasado a ser un país al que nos gusta la pachanga, pronto veremos a nuestros políticos caminando por las calles con un enorme aparato reproductor de bachata dando saltitos, eso sí, sin perder el ritmo.

            Un diez a los asesores de imagen, a quienes se dejan aconsejar y permiten que se ejecuten estas insensateces con las que sólo se consigue irritar a unos y a otros en lugar de enseñar, educar, informar y formar.

            Un diez sobre una puntuación máxima de mil, de un millón.

            Qué lástima, esperemos que los votantes reaccionen, esto de tropezar en la misma piedra está dejando de ser un error humano para ser una mala costumbre para un pueblo de ingenuos que se deja engañar por unos pocos aprovechados evidentemente más pachangueros que nadie.

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